6/15/2013

economía: luces y sombras

Leemos en Analytica una mirada sobre la coyuntura económica, equilibrada conceptualmente pero a nuestro juicio muy influída por indicadores discutibles en su consistencia como el IPC opositor , que no regsitra baja en el ritmo de aumentos de precios que sí observan institutos provinciales y otras consultoras privadas

La economía argentina dejó atrás las tasas de crecimiento chinas y alejó los temores de recesión. Ahora se adentra en un nuevo ciclo de expansión que se presenta como moderado y muy heterogéneo entre sectores. En el segundo trimestre la actividad exhibe una mejor performance que en los trimestres anteriores, impulsada por la industria automotriz, la mejor cosecha gruesa y la recuperación de la construcción. Pero otras ramas de actividad no están teniendo la misma suerte. Veamos.

Mirando la oferta de bienes, claramente lo más destacado es la recuperación en la producción automotriz, favorecida por el empuje de la demanda interna y de Brasil. En abril y mayo tuvo un incremento promedio de 31% i.a., muy por encima del 4.6% i.a. registrado en el trimestre anterior. También sobresale la industria proveedora de materiales para la construcción. Pero el resto de los sectores industriales no logran despegar, con ramas muy castigadas como la metalúrgica, la textil y la de edición e impresión.

El sector agrícola presenta un comportamiento heterogéneo que repercute directamente en las economías regionales. Mientras que la producción de soja y maíz aumentó (24% i.a. en promedio), la cosecha de trigo cayó casi 40% i.a. Este no es un dato menor habida cuenta de los posibles faltantes para la industria harinera. En el caso de la soja el panorama es mejor aún, dado el salto del último mes en su precio internacional por una menor cosecha prevista para los EE.UU (principal productor).

La construcción, por su parte, es otro sector que se viene recuperando luego del frenazo de 2012. La mejora es generalizada, destacándose el repunte que tuvieron en el último mes los edificios y las obras de infraestructura. Era previsible; éste año el gobierno no se podía dar el lujo de frenar el gasto de capital como sí lo hizo en 2012. La economía necesita el impulso de la obra pública y el déficit en infraestructura se está transformando en uno de los puntos más débiles y criticados de la gestión kirchnerista.

En el caso de la construcción privada, existen riesgos elevados de que el despegue tenga vuelo corto. La demanda final de inmuebles sigue en caída libre y no se observan elementos que permitan prever un cambio significativo en el corto plazo. La ley de exteriorización de capitales, en el mejor de los casos, va a aportar algo de oxígeno a un mercado muy golpeado, pero la preferencia por la liquidez en dólares sigue siendo el obstáculo de fondo para el sector.

Por el lado de la demanda, el consumo presenta sus particularidades. Las ventas en supermercados, en shoppings y comercios minoristas en general presentan una tendencia bajista, mientras que el consumo de servicios públicos mantiene una dinámica relativamente estable. En éste último caso el impulso llega por la telefonía mientras que los restantes servicios marcan una continua contracción, especialmente el transporte de pasajeros.

La anemia en el consumo se explica, básicamente, por la pérdida de poder adquisitivo del salario que se viene registrando desde fines del año pasado (ver “Salarios y precios: sigue la puja”, Analytico #213). Consciente de esta realidad, el gobierno buscó cerrar rápidamente las negociaciones paritarias en un nivel promedio de 24% y dispuso aumentos del 35% en la AUH, que se suman a los recibidos por jubilados y pensionados en marzo pasado (15,2%). El shock de ingreso seguramente va a revertir la tendencia y poner nuevamente al consumo en terreno positivo, pero a tasas muy lejanas a las de 2011. Los tiempos de abundancia quedaron en el pasado. 





Por el lado del comercio exterior también encontramos heterogeneidad: mientras que las ventas externas del complejo sojero (excepto biodiesel) y de autos vienen mejorando, el resto de las exportaciones muestran una pobre performance, siendo las de combustibles y energía las más castigadas al mostrar en los primeros 4 meses del año una caída del 37% i.a. Esto es lo que impide que las exportaciones despeguen lo suficiente como para compensar el incremento de las importaciones. En éste sentido, lo más destacado corresponde a las compras de combustibles que en lo que va del año crecieron a un ritmo del 40% i.a., mientras que el resto aumentan a un promedio del 11% i.a.

De hecho, en los primeros cuatros meses del año el excedente comercial se redujo más de 40%i.a. En esta coyuntura en la que previsiblemente las exportaciones no reaccionan con la suficiente fuerza, el trade off vuelve a ser actividad económica vs. ingreso de divisas. A diferencia de 2012, el gobierno está privilegiando llegar a octubre con una economía más tonificada a costa –incluso- de perder reservas internacionales.

Por último, la inversión comienza a dar señales de mayor dinamismo de la mano de la construcción y de las importaciones de bienes de capital (subieron 40%i.a. en abril).

Precisamente ésta amplia heterogeneidad es lo que le quita fuerza al ritmo de crecimiento global de la economía. En suma, los tiempos que corren van a ser distintos. Abundancia, homogeneidad y excedentes son términos del pasado. Ahora estamos frente a una economía que demanda más lecturas verticales que horizontales. Lo que viene en este nuevo ciclo es la moderación, la heterogeneidad, la selectividad, la restricción, el control. Una economía sin brillo, pero tampoco en la sombra.

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