5/18/2013

psicosis

 


Luego de haber transcurrido un duro y exigente 2012 podía preverse un comienzo de año con menores dificultades para el gobierno nacional, pero el cuadro de situación se ha complejizado.

En los comienzos de este año el control cambiario fue generando un malestar creciente en los sectores medios que históricamente han deificado el billete verde, el sector agrario acompañó amenazando con no liquidar la cosecha, con el propósito último de acorralar al fisco y desfinanciar al estado nacional. Mientras tanto, los sectores exportadores, persiguiendo mayor rentabilidad, comenzaron a presionar sobre el mercado único de cambios por la vía del alza especulativa del mercado ilegal, estrategia que fue planificada e impulsada por el comando mediáticos-empresario. Todos estos factores lograron así configurar un clima de desconfianza e  incertidumbre que intenta socavar la credibilidad del gobierno en materia económica.

El llamado “cepo al dólar” fue una medida propiciada para frenar la fuga de divisas, que en 2011, supero los 20.000 millones de dólares. Se logró así detener la sangría, y en 2012 la fuga fue de sólo 3.000 millones.

Si bien el estricto control cambiario establecido ha sido exitoso en el objetivo de la defensa de las reservas nacionales, ha generado también efectos no deseados.

Un creciente malestar en las clases medias metropolitanas se originó en la imposibilidad de  obtener dólares a precio oficial para atesoramiento y en las trabas para el uso en turismo. Ese fastidio, en muchos casos, no ha reconocido correlación con las posiciones y las conductas fiscales de quienes se sienten damnificados.

Por otro lado, la actividad del sector inmobiliario ha venido sufriendo una marcada desaceleración. La mayor retracción se generó en el mercado de inmuebles usados, que opera casi totalmente dolarizado, y en donde la retracción de la demanda acompaño la tendencia alcista del dólar ilegal. En cambio, en los inmuebles nuevos o en construcción, cuya comercialización se ha pesificado parcialmente la retracción ha sido menor. En general, no se han parado las obras ya iniciadas, pero ha bajado la presentación de planos para nuevos emprendimientos.

El tema inflacionario, comprendido como puja distributiva, ha sido otro ámbito de controversia. Sectores oligopólicos han logrado ajuste de ganancias vía aumentos de precios convalidados por la demanda. A partir de los acuerdos de congelamiento se logró desacelerar  inflación y su amesetamiento. Para junio de este año, la secretaria de comercio interior programa la concertación de un congelamiento de precios sobre alrededor de 500 productos pero ahora con valores establecidos.

En el sector agrario han surgido hacia comienzos del año algunas manifestaciones desestabilizadoras y cuasi-sediciosas, planteando el acaparamiento y la no liquidación de cosecha. Una propuesta extorsiva que procuraba construir una crisis en el sector externo operando sobre la entrada de divisas y manipulando el mercado ilegal al alza, y de esta manera imponer una devaluación.

La intentona no logró prosperar. El sector agrario no es homogéneo y por lo tanto no es compacto, lo cual genera en las conducciones de las entidades patronales grandes dificultades a la hora de plantearse una estrategia política y sostenerla en el tiempo. Los intereses son dispares como es dispar el tamaño de los actores en este sector. En un mercado global,  con demanda sostenida y precios favorables, los pequeños y medianos productores no obtienen ventaja retrasando la liquidación de sus cosechas. 

Se desactivó así rápidamente el intento desestabilizador.

En las dos últimas semanas, desde la conducción del gobierno nacional se arbitraron medidas en el campo económico que permitieron recuperar la iniciativa y la fijación de la agenda política. La sola formulación de una firme declaración política de la 

Presidenta Cristina Kirchner en cuanto a la imposibilidad absoluta de que se produzca una devaluación ni antes ni después de las elecciones legislativas comenzó a desarticular los planes del partido devaluacionista.

Las palabras de la Presidenta dieron seguridad a los asalariados de que este gobierno no tomaría medida alguna que afectara el poder adquisitivo de sus ingresos. Y quizás terminó de convencer a quienes soñaban con los golpes de mercado de otras épocas de que no era este el momento político, ni esta era la Presidenta para intentarlo con razonables expectativas de éxito...

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