1/25/2013

diario el país: se van, se van, se van y nunca volverán ...




Leemos:


¡Fuera caretas! Cebrián, antes periodista, ahora es liquidador por cuenta de un fondo buitre.

Desde hace algunos años Juan Luis Cebrián oficia de piloto de la nave Prisa. En sus manos está la barra del timón. Y tiene claro el rumbo. ¡A toda máquina! ¡Contra los acantilados!

Cuando falleció Jesús Polanco, en julio de 2007, la acción de Prisa cotizaba por encima de 12,5 euros. La semana pasada cerró a 32,5 céntimos. Por el precio de un periódico (1,30 euros) pueden comprarse cuatro acciones. 

Cebrián ha arruinado a los accionistas, ha evaporado el patrimonio de la familia Polanco, ha destruido miles de puestos de trabajo, ha deteriorado el funcionamiento de empresas económicamente florecientes y socialmente relevantes, ha sepultado el grupo bajo el peso de una deuda inverosímil y probablemente condenada al impago y ha dejado de hecho el control en manos de un fondo buitre estadounidense que gana dinero y percibe intereses aunque el grupo coseche pérdidas y los accionistas vean volatilizarse el valor de sus títulos.

Muchos actores de la corrompida economía financiera contemporánea han hecho alguna de estas cosas o incluso varias. Pero sería muy difícil encontrar un ejemplo semejante de alguien que las haya completado todas a la vez y, de paso, se haya enriquecido a la vista de todos y sin el menor escrúpulo.
Juan Luis Cebrián

El verdadero dueño de Prisa es hoy el fondo buitre Liberty. Buitre, porque se alimenta de carroña. Consigue una espléndida retribución, como si fuera un prestamista, y además ejerce el poder a título de accionista. Gana siempre. Para rentabilizar la inversión, despidos masivos y demoliciones. Si no funciona, se venderá todo por piezas. El ideal es combinar ambas fórmulas.

A cambio de 650 millones de euros espléndidamente retribuidos (haya pérdidas o ganancias), Nicolas Berggruen, el muñidor de Liberty, es el verdadero dueño y señor de Prisa. Cebrián no ejerce ahora más que de cómplice y testaferro. El resto de los accionistas no pinta nada y los bancos tocan madera a la espera de una improbable recuperación de su dinero. Mientras, consiguen réditos informativos, en forma de escandalosos favores en las páginas del diario.

¿Cómo se ha podido llegar hasta aquí? Un endeudamiento descabellado, contraído para jugar en el capitalismo de casino, condena a las empresas de Prisa a producir beneficios cuyo único destino es retribuir a Berggruen y los suyos y liquidar intereses a los bancos. El fardo aplastante de la deuda priva a las compañías del más mínimo margen de maniobra. En cuanto deja de fluir el chorro de los beneficios, un tercio de la plantilla a la calle, como pretenden hacer en El País.

Cebrián lleva mucho tiempo haciendo de prestidigitador y manipulando la realidad sin que le tiemblen la voz ni el pulso. Todos los que asistimos en 2010 a una reunión explicativa sobre el futuro de Prisa en la cuarta planta del periódico recordamos las palabras de un presidente risueño y que se presentaba, una vez más, como garante de la integridad del grupo y de El País. “Hay un error de fondo, un error de bulto”, aseguraba. “Se está hablando de que Liberty compra Prisa. No. Nada de eso. Nosotros compramos Liberty”.

Esta desfachatez sin paliativos parece que se ha convertido en una segunda piel del personaje. En la reunión de hace unas semanas con directivos de El País, en la que preparó el terreno para el plan de despedir a un tercio de la plantilla, volvió a alzarse como muralla frente a la iniquidad. Recordó que había sido hace años consejero del diario británico The Independent. “Ahora”, dijo, “está en manos de un mafioso ruso. Jamás permitiré que El País caiga en manos semejantes”. Ejemplar declaración en boca del hombre que vendió la cadena de televisión Cuatro a Silvio Berlusconi. La iniquidad imaginaria, el mafioso ruso, hace de cortina de humo para intentar ocultar la iniquidad real, el político-delincuente italiano o el plan para desmantelar la redacción de El País.

Muchos hemos conocido a Cebrián como periodista, brillante, uno de los grandes de su generación. Queda el misterio. ¿Cual es el recorrido desde el periodismo a esa especie de tiburón de bidé, de piraña financiera en que se ha convertido el personaje? Quizá algún día alguien consiga explicarlo...


2 comentarios:

Nando Bonatto dijo...

es la deblace de los Lanata, Levinas,Abos, Sarlo y Caparros argentos
la misma charca progreliberal culposa

praxxo dijo...

Nando, me sacaste el comentario de los dedos.