10/13/2012

un tiempo político único en la región




Las elecciones presidenciales en Venezuela dejan un balance positivo desde el punto de vista de la gobernabilidad regional. Muchas de las hipótesis pesimistas que se habían planteado sobre la calidad electoral, como la posibilidad de un conflicto entre chavistas y antichavistas o de acusaciones de fraude, quedaron descartadas. Chávez encabeza un gobierno que genera polémicas, pero cuyos apoyos populares mayoritarios y credenciales democráticas no están en cuestión.

No es ésta la única noticia promisoria que llega de la región andina: desde el reanudamiento de las relaciones diplomáticas entre Caracas y Bogotá, a partir de la llegada de Santos a la presidencia colombiana en 2010, lo que era la relación bilateral más conflictiva de la región mutó en una alianza cooperativa que tiene efectos positivos para la integración.

Esto se inserta en un proceso excepcional: la región atraviesa por un período que, desde el punto de vista político, no tiene antecedentes históricos. La estabilidad, la gobernabilidad, la democracia, la integración, la paz y los avances en la lucha contra la pobreza son características que alcanzan a todos los países de América del Sur, y son procesos sostenidos.

Los niveles de aprobación de los que gozan los oficialismos son altos y prolongados, y los ciclos gubernamentales están llegando a niveles de duración desconocidos por esa razón. Asimismo, en los últimos cinco años, los niveles de apoyo al régimen democrático que elabora la encuesta anual de Latinobarómetro aumentaron, ubicándose actualmente en el orden del 60% -no tan lejos de los niveles europeos.

Todos los países mejoraron sus indicadores sociales, en muchos casos habiendo alcanzado los mejores números de su historia, y ello se debe a las tasas de crecimiento pero también a la acción de los estados nacionales. Y las amenazas a la estabilidad y la democracia, salvo excepciones muy puntuales, no forman parte de la normalidad política. Todo esto constituye un marco novedoso, está respaldado en indicadores tangibles, y contradice algunas de las visiones pesimistas sobre la política regional que aún perduran.

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