10/06/2012

conflicto y punto de inflexión




Sobre el reciente conflicto de las fuerzas de seguridad y ya con alguna perspectiva, leemos a Julio Burdman :

Para analizar el conflicto con la Gendarmería y la Prefectura es necesario distinguir tres aspectos: el fenómeno particular del malestar existente en las fuerzas por un problema salarial, el modo inusual en que se expresó, y el contexto político nacional que oficia de caja de resonancia.

El malestar no era nuevo y había una tensión acumulada por el problema del cálculo de las remuneraciones, que en los últimos meses produjo un estado de deliberación y acusaciones cruzadas, tanto en el personal activo como entre los retirados. Hasta que estalló el “paro” de prefectos y gendarmes, que fue público y tuvo formato de manifestación.

Esta modalidad fue inédita y, en mi opinión, establece un punto de inflexión en la historia de la defensa y la seguridad en Argentina. Nunca antes, desde la creación de las fuerzas armadas en el tramo final del siglo XIX, habíamos asistido a escenas de uniformados nacionales protagonizando una protesta que tuvo todas las características de un conflicto gremial. Hubo, eso sí, varios antecedentes de acuartelamiento y movilización de policías provinciales a lo largo de los últimos cincuenta años. Pero éstas no dependen del gobierno federal y carecen de la connotación política de las fuerzas nacionales.

No faltaron los cánticos y discursos improvisados de los manifestantes, megáfono en mano, con independencia del rango o la actividad del vocero de ocasión. Y lo más importante: durante la protesta, y con la autoridad social que confiere un reclamo laboral, se diluyeron todas las jerarquías que caracterizan a una fuerza armada. Suboficiales desafiaron a oficiales, retirados insultaron a activos, todos juntos cuestionaron al gobierno político de la fuerza. Los principios que rigen a las fuerzas quedaron como suspendidos para que pudieran tener lugar escenas nunca vistas de empleados reclamando a sus empleadores.

A partir de la intervención del Jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, descomprimiendo el conflicto de las remuneraciones con el anuncio de que se daba marcha atrás con los descuentos, comenzó a jugar el tercer aspecto de la crisis, que fue el contexto potenciador. La presencia extendida de la manifestación en los medios y la incorporación de otros discursos a la protesta, ya son obra del contexto y no del fenómeno particular.

Una muestra sugestiva de ello fue que mientras los manifestantes de las importantes prefecturas de Paraná y Concepción del Uruguay, donde había estallado el conflicto, volvían mayoritariamente a sus casas, llegaba nueva gente al edificio Guardacostas, ubicado en Puerto Madero, a “solidarizarse” con los suboficiales afectados por los descuentos, y que traía consignas ya más políticas y menos sectoriales. Así, el grupo que protagonizaba el tercer día de la protesta era otro: una parte del núcleo duro inicial, que agregaba nuevas demandas a las iniciales, acompañado por familiares y “amigos” que a su vez sumaban otras consignas, ya más parecidas a una protesta antigobierno.

El conflicto debe terminar rápidamente, porque con el paso de los días amenaza con desvirtuarse. Por el bien de la sociedad toda, de la eficacia gubernamental, y de la credibilidad de los movilizados.

Queda, para seguir pensando, el futuro de las fuerzas armadas a partir de este nuevo emergente, que es el “soldado ciudadano”. Se trata de un efectivo que cuestiona, reclama y expresa una posición, algo que no está previsto por la disciplina militar. Pero lo que vimos, en definitiva, es una reducción de la brecha que separa a los uniformados de otros agentes y funcionarios públicos “civiles”. 

Y se trata, después de todo, de una consecuencia inevitable de las políticas de estado en defensa y seguridad que siguieron todos los gobiernos democráticos desde 1983, y que el kirchnerismo profundizó, que persiguieron la “desmilitarización” estatal. Vamos hacia otro modelo de relaciones cívico-militares, y hay que ajustar los diseños institucionales para adaptarnos mejor a él.

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