10/27/2012

a desfragatear a desfragatear que las medialunas se van a enfriar ...

Al caceroleo opositor del 13 de Setiembre transformado en pueblada incontenible por los medios tan opositores como los cacerolos, se suma ahora el intento de constituir el episodio de la Fragata Libertad - lamentable coletazo del neoliberalismo que gobernó los destinos del país hasta 2003 - , en poco menos que en una crisis de Estado y vil entrega del patrimonio nacional.

Todo muy burdo pero no por ello menos visible, más aún cuando el mismo hecho sirve de escenario a las pateticas disputas internas del oficialismo, tan menores ellas. 


El primer aniversario de la reelección de Cristina Kirchner nos recuerda que las condiciones políticas iniciales excepcionales de su segundo mandato se fueron diluyendo, para ser reemplazadas por los límites y los problemas de una agenda política más normal. El dato insoslayable del 54% se conjuga con la acción de la oposición, los problemas estructurales, los poderes fácticos, el desempeño de la gestión y las incertidumbres de la contingencia.

El caso de la Fragata Libertad, retenida en Ghana por la decisión de un juez -con el visto bueno del gobierno ghanés- que hizo lugar a las demandas de los abogados del Argentine Task Force, es ilustrativo del terreno sinuoso en que se mueve el gobierno en esta etapa.

No solo La retención de un buque de guerra va en contra del derecho internacional: ya hay varios antecedentes, en los últimos 15 años, de naves retenidas. El estado argentino, como tantos otros estados, tiene conflictos y diferendos. No solo los reclamos compensatorios derivados del default y la devaluación de la posconvertibilidad: estuvo en guerra con Gran Bretaña, mantiene una disputa territorial en el Atlántico Sur, y es uno de los países reclamantes del continente antártico. En suma: las operaciones existen y suceden.

Pero lo inusual del caso de la Fragata no fue que haya sucedido, sino que tome estado público. Y en la forma que lo tomó. Los principales medios de comunicación, en lugar de actuar con prudencia en defensa del interés del estado argentino, prefirieron informar abundantemente. A ello hay que agregar que, en el seno del oficialismo, se plantearon acusaciones cruzadas en busca del responsable, hasta que la propia Presidenta tomó la voz. En otras circunstancias, este episodio probablemente no hubiera visto la luz; la coyuntura, en esta oportunidad, ofició -otra vez- de caja de resonancia.

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