Leemos este análisis de Rodolfo Montes aparecido en La Capital de Rosario:
Las "cacerolas" le ponen música a la disputa por la renta
En el marco del creciente retroceso y fragmentación opositora, las 50 mil personas movilizadas el jueves —en media docena de ciudades— no modifican de manera radical, por ahora, este panorama.
La guerra discursiva —al cabo, ideológica— se desata en estos sobre la interpretación de los hechos.
Por Rodolfo Montes / La Capital - rmontes@lacapital.com.ar
A cinco días de las cacerolas opositoras del jueves 13 algo no se discute: la oposición generó un hecho político importante, matizó la etapa política de cómoda hegemonía kirchnerista y mejoró su autoestima. En el marco del creciente retroceso y fragmentación opositora, las 50 mil personas movilizadas el jueves —en media docena de ciudades— no modifican de manera radical, por ahora, este panorama.
La guerra discursiva —al cabo, ideológica— se desata en estos sobre la interpretación de los hechos. ¿Qué pasó?, ¿qué significa?, ¿cuál es la novedad? Para empezar, hubo mucho centimetraje periodístico dedicado a establecer si la cosa fue "espontánea u organizada".
Fue las dos cosas a la vez, cómo son la mayoría de las expresiones políticas. ¿Por qué sería sorpresivo que el antikirchnerismo extremo busque organizarse, trate por todos los medios de encontrar la fisura para —si les fuera posible— dinamitar el proceso político iniciado en 2003?
Espontánea y organizada, la única verdad es que unas 25 mil personas (en la CABA, y otro tanto en el resto del país) decidieron salir de sus casas, y marchar. No hay mérito ni demérito en lo organizado ni en lo espontáneo. Las voces del gobierno nacional que buscaron devaluar el hecho porque los políticos opositores —abiertamente o en la sombras— fogonearon el acto, termina por otorgar centralidad a un elemento secundario.
¿Qué actitud iba a tomar el arco de centroderecha ante una movida que crecía en las redes sociales? Obviamente, ayudar a su organización, y sumarse.
Allí no hay sorpresa. Hubo un señor Blumberg que en 2004 movilizó 80 mil personas al Congreso de la Nación a pocos días de derogadas las leyes de la impunidad y que complicó a Néstor Kirchner, por entonces en la Casa Rosada. Ayer como ahora, el reclamo justo y urgente de mayor seguridad, sin embargo, enmascara otra disputa: la pelea por la distribución de la renta nacional. La ruta del dinero, otra vez, explica las cosas.
El kirchnerismo, aún en su relativo desorden programático, aciertos y errores, mantiene en alto las banderas de empleo y consumo, y continúa transfiriendo porciones de la "torta nacional" a la base de la pirámide social. Hoy la Argentina ronda una relación de ingresos de 15 a 1 (entre el 10 por ciento que más gana y el 10 por ciento que menos gana), cuando esa misma relación fue por años fue 30 a 1. Y peor aún en los períodos devaluatorios: fines de los 80 y 2001.
Esta modesta "aproximación" entre los deciles extremos produce no sólo efectos económicos. También impacto cultural y desesperación en sectores que se ven compelidos a salir a la calle para intentar abortar el proceso.
La "libertad" para comprar dólares emerge, en todo caso, como una anécdota. El "autoritarismo" que asusta de verdad a las franjas superiores de la sociedad es verificar que hay un gobierno que toma la decisión de manejar toda la operación con divisas y, por primera vez en la historia, tiene la capacidad política, y, parcialmente, técnica de llevarlo a cabo.
Gran parte de las consignas de la marcha del jueves 13, la de denostar a los "vagos" que viven de los planes, subsidios y otros mecanismos de intervención estatal dan en el clavo del conflicto de fondo. La intervención estatal posibilitó la mayor reducción de la pobreza en 40 años y llevar a 15 a 1 la relación entre el decil más alto y el más bajo.
Luego, sobre la composición socio económica y cultural de los participantes de la movilización se han dicho y escrito valoraciones morales varias. Que fue "solo clase media acomodada", o que "había de todo". Es obvio que los sectores que viven en barrios de altos ingresos fueron los protagonistas principales. Y que hegemonizaron las consignas, los modos y la estética de la marcha. Este sector, y tampoco es novedad política, adversa de manera persistente contra el kirchnerismo desde el inicio de la gestión.
El 5 por ciento que adversa contra el gobierno no cambia nada el panorama político establecido. La pregunta es si ese 5 por ciento de la cúspide nacional está en condiciones futuras de ir ampliando la convocatoria.
De hecho, es cierto que en la marcha del jueves "había de todo". Porque así es la política: cuando madura un suceso político siempre habrá sectores subordinados —que en este caso no son de los barrios más caros— que se suman y le dan volumen numérico y político al suceso.
La preocupación de fondo del kirchnerismo, el llamado de atención, no debería anclarse en realizar valoraciones morales sobre el carácter antipopular y gorila de la mayoría de los habitantes de barrio Norte. Eso ya se sabe. Ni tampoco sobre el apoyo que reciban de la centroderecha política, ni del aprovechamiento cantado que haga Mauricio Macri de este suceso.
La pregunta que inquieta —no sólo al kirchnerismo— es saber si este "extremismo" anti K puede rebalsar a sectores subalternos y constituirse en una fuerza consistente que altere la hegemonía política de CFK, y su delicada sucesión
2 comentarios:
terminamos siempre en Uniones Democráticas, grupos A y demás engendros ideológicos unidos por el espanto que no es buen aglutinante
si la sucesión es difícil peor es la incapacidad de llevar a la política toda la operación periodística
eso no hace más que aumentar la rabia de los caceroleros
En lo personal, más me inquieta contra quién se pelea el Gobierno cuando pelea.
Contra quién manda una Cadena Nacional en un horario que el que labura 10 hs. por día y no tiene cable quiere distraerse, porque el que tiene cable mira otra cosa, y fué.
Hay como una falta de eco entre el mensaje que va y el que viene, y al entrecortarse, poco se entiende.
Saludos.
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