Los dos sectores gremiales tuvieron semanas atrás sendas reuniones
con Cristina Kirchner. Ambos reclamaron el aumento del mínimo no
imponible para el pago del Impuesto a las Ganancias y la suba (o la
supresión) del tope salarial para percibir asignaciones familiares. No
son “las demandas de Moyano” sino las de todo el arco del movimiento
sindical. La Asignación Universal por Hijo (AUH), enlazada a las
asignaciones para trabajadores dependientes, está también devaluada por
la inflación, a casi un año del aumento anterior.
En efecto, tal como se actualizara el salario mínimo en torno al aumento del costo de 25% interanual en alimentos y bebidas, es absolutamente imprescindible actualizar la Asignación Universal que cubre a 1,8 millones de familias vulnerables y hacerlo al menos dos veces al año, atada a la actualización de jubilaciones y pensiones.
Como ya señalamos, la gran medida de política social del gobierno
nacional, que retrotrajo los niveles de pobreza e indigencia a los
valores de 1980, dando carnadura al ciclo de desempobrecimiento más
vigoroso desde la recuperación democrática, debe repensar su mecanismo
de actualización anual.
En un contexto de inflación de alimentos como el que se vive, es
indispensable lograr una actualización temporal más acotada que la
actual, al menos actualizarse dos veces al año junto a las jubilaciones y
pensiones y no una sola vez con las asignaciones familiares. Observemos
que los 270 pesos actualizados en septiembre de 2011, hoy ya sólo
representan 200 y en octubre, antes de ser actualizado su monto,
equivaldrán a 190 pesos.
Sucede que la AUH transfiere 9 pesos diarios por beneficiario, que
por las características de los hogares inferimos se gastan en alimentos y
bebidas en su totalidad. Así las cosas, los 80 pesos depreciados por el
aumento de precios, en el último mes anterior a su actualización
equivalen a un mes menos de asignación teórica si la pérdida se diera de
una sola vez e inicialmente. Al imprimirse sobre el proceso real que
supone un deterioro paulatino en el curso del año, el deterioro del
poder adquisitivo equivale efectivamente a 15 días menos de beneficio.
Igualmente, si midiéramos los niveles de pobreza e indigencia mes a
mes, los mismos variarían significativamente. Si tomamos el lapso
octubre 2011/ octubre 2012 antes de la actualización, la pobreza e
indigencia pasarán de 3,0 por ciento y 16,1 por ciento en octubre de
2011 al 4,5 y 16,8 por ciento en el mismo mes de 2012, respectivamente.
Para referirnos a la carencia extrema, la indigencia, umbral que por
debajo de su satisfacción existe riesgo alimentario, se trata punta a
punta en 12 meses, de acceder a 600.000 indigentes adicionales por falta
de actualización de la AUH en tiempo y forma, de los cuales 270.000 son
menores de 15 años.
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