7/06/2012

recordando al bocha ...

Leemos en La Passucci

El gran sueño de Bochini


Cuando a principios de marzo de 2012 tomaron estado público las declaraciones de Bochini diciendo que si lo que hizo en Independiente lo hubiera hecho en Boca su popularidad habría sido mayor, muchos se sorprendieron. Nosotros no.

El Bocha siempre tuvo mucho respeto hacia Boca y especialmente hacia los hinchas de Boca. A su mística, a la Bombonera. Se cansó de hacernos goles y de ganarnos partidos pero nunca cayó en la necesidad de vender humo. Y eso, el respeto, es algo que la hinchada de Boca valora muchísimo.

Probablemente otras hinchadas, acostumbradas a insultar hasta a sus propios jugadores, hubieran puteado de arriba a abajo a un ídolo de un clásico rival que los tenía de hijos. Pero el Jugador Nro. 12 es distinto y tiene en su escala de valores el respeto con los que la respetan...

Cuando leía el post de La Passucci, recordé otro que escribí en el año 2007 sobre el Bocha y , creo, viene a cuento recordarlo :

Ayer ví en la tele el programa Independiente de América, movido inicialmente, debo confesarlo, por cierto sentimiento morboso de verlos llorar después del 3 a 1. A ver qué dicen estos, pensé. Todo parecía normal, locutores y comentaristas quejándose, etc. , hasta que pasaron un fragmento de Ricardo Bochini jugando ahora mismo, para un equipo de Bolívar de Primera C. Fueron 42 minutos, muchos bajo la lluvia, en los que el Bocha me hizo volar de alegría. Recordé al verlo que hace unos años me lo encontré haciendo una cola en el Banco Provincia de Villa Crespo y por las boletas que le ví en la mano, pensaba pagar algunos impuestos. 

Estaba adelante mío con un jean, una remerita, un par de bases adidas y su pelada ya muy visible, notoria particularmente viéndolo desde atrás, en esa cola de Banco. El Bocha era uno más, uno menos mejor dicho, actuaba así como así, sin darse cuenta de qué significó para millones y encima, nadie le hablaba. A mi me emocionó tanto verlo que no le pude decir nada, me quedé en la fila, mirándo esa pelada que vista desde atrás parecía un círculo perfecto que como en un deja vú, me transportó al lado de mi viejo, en el medio exacto de la tribuna baja de socios en la Bombonera de los años setenta, donde hoy obviamente, Mauricio hizo una platea carísima que separó del campo de juego con un mugroso pedazo de acrílico que impide ver, siempre y que con su efecto "lupa", te calcina, en verano. Sucede decía, que esa pelada tremenda que veía en la cola del banco yo ya la tenía muy vista. 

Era la misma que, más discreta pero presente, ya se recortaba en los tempranos años setenta con el Bocha de espaldas "incursionando" (como Pentrelli ) en el área grande, sobre el ángulo de visión bien horizontal y hasta estrecho que ofrecía la tribuna baja de aquellos tiempos. Definitivamente esa posición en la Bombonera que elgía mi viejo desde siempre, no era la mejor para "ver" fútbol, pero resutaba superior para "sentirlo". A esa pelada vista de espalda entonces la "llevo en mi retina", una corona blanca ubicada justito arriba del número diez, un blanco móvil perfecto, mientras Bochini pisaba el área chica, atada ya la bola a sus botines chaplinescos . 

Entonces sí, siempre, siempre, SIEMPRE, me pasaban tres cosas: Sentía que se hacía un silencio absoluto en toda la Bombonera, pero descomunal en serio. Inmediatamente y en simultáneo con el mutis cósmico me perforaba la napia el rancio olor a faso que invadía la tribuna de golpe, zas, al calor seguramente de las miles de pitadas que transitaban ansiosas y al unísono ese momento supremo.

Finalmente llegaba el breve y sutil quiebre de aquel silencio compacto con el rarísmo sonido de la pelota de cuero deslizándose sobre el pasto, una nota única que sólo este terrible bochita fué capaz de sacarle a la bombonera. Entonces sí, con la secuencia completa , me tomaba el pecho la angustia de saber, ya sin la más mínima duda, que una cosa terrible estaba por ocurrir ahí mismo. 

Y ocurría SIEMPRE y cada vez, seguida luego por el alarido tardío de la segunda bandeja del lado de Riachuelo, porque a los goles del Bocha me los acuerdo exclusivamente sobre el arco que Boca defiende en los segundos tiempos, el arco agónico. Era un grito seco y con delay, mucho delay porque la visión de la peladita, el olor a pucho y el sonído del deslíz que se sucedían inexorables , para mí marcaban un siglo antes que ya estaba todo dicho .... y recién entonces, el grito de la hinchada roja que corroboraba, pero muy tardíamente la obvia catástrofe . 

Finalmente, lo veo al Bocha volviendo al trotecito a su campo, con cara de "como están ustedes? ", para reanudar el partido después del pepinazo, como si nada, sin darse cuenta de lo que había hecho con nosotros, ni mucho menos, de quién era él. Exactamente igual que en la cola del Banco Provincia de Villa Crespo. Bo-Bochini ... Bo-Bochini.

3 comentarios:

Daniel dijo...

Nuestra máxima gloria logró como bien decís el respeto de todas las hinchadas. Tuve la enorme suerte de disfrutarlo a lo largo de toda su carrera, donde nos llenó de gloria.
Lástima que desde que se fue, nos hemos caído (con altibajos) rotundamente.
Hoy tenemos al Patito portando semejante camiseta... en fin.

Voces dijo...

Excelente Artemio ¡¡
Debería también dedicarse a escribir, lo hace muy bien.

Socioestadística - FaHCE dijo...

que grande el bocha y la mistica roja