Leemos en El Ojo Con Dientes la reflexión que precede al balazo , tras el triunfo del PRI:
por Analía Lorenzo (desde México DF)
Hay días en los que despierto dispuesta a escribir mi obra maestra.
Hoy no es de esos días, y esta pieza no llega siquiera a obra. Estoy en
México, dos días después del regreso del PRI a la Presidencia. Los
ánimos están por el suelo en por lo menos la mitad del electorado. La
otra mitad, triunfante, festeja en silencio la tranquilidad que le da
una mafia conocida que una por conocer.
70 años duró el PRI en el poder en México en lo que se consideró “una dictadura perfecta”, sobre todo por su apariencia democrática.
La primera duda que asalta es quién será capaz de destronar al PRI,
ahora que volvió a su útero, el poder, y del que se sabe es muy difícil
quitar, no porque la población no quiera sino porque la enorme máquina
político institucional del PRI no tiene fisuras.
Cuando Fox lo logró, fue precisamente porque Fox
no era político y la gente masivamente optó por deshacerse de esa lacra
de la sociedad que son sus representantes de siempre para darle chance a
este hombre que no dudó en traicionar a su propio partido, apenas el
PRI le ofertó banquete. Fox fue clave en esta elección,
sobre todo para su propio partido, el PAN, al que hundió. El PAN
actualmente queda como tercera fuerza política del país y sin ningún
personaje fuerte que intente una mínima oposición.
Otro rol importante lo jugó Televisa. Es difícil en pocas palabras
describir cómo un mega medio de comunicación puede poner a alguien en el
poder. La revista Proceso de esa semana, de hecho, le puso la banda
presidencial al logo de la televisora, en un claro resumen de quién ganó
estas elecciones...
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