6/28/2012

argentina y la salida del sistema de preferencias de la ue


El nivel de desinformación local sobre la coyuntura internacional en general y en particular sobre la posición Argentina en el contexto de la crisis internacional es muy notable. Sobre eventuales cambios de posición de nuestro país en el sistema de preferencias de la Unión Europea, leemos a Jorge Arguello , Embajador Argentino en USA:

El sonado anuncio de un salida de Argentina del Sistema General de Preferencias (SGP) de la Unión Europea (UE) pecó de un exagerado entusiasmo político de parte de las autoridades españolas que en muchos medios de comunicación -y fuera de su verdadero contexto- convirtió una revisión de ventajas aduaneras prevista hace años en un presunto castigo diplomático a nuestro país.

“Argentina estará fuera del sistema de preferencias generalizadas de la UE” fue la frase terminante de los representantes de España y la única que interesó para alimentar una asociación tan fácil como equivocada: que el anuncio llegaba semanas después de la nacionalización de la mayoría accionaria de YPF, por ley del Congreso argentino.

Sin embargo, las cosas no son lo que parecen. Por empezar, el Sistema General de Preferencias de la UE se adopta para ciclos de 10 años, antes de cuya finalización, naturalmente, se revisan. El actual ciclo concluye el 31 de diciembre del 2013 y el nuevo comienza en 2014.

ero además, el nuevo esquema de SGP europeo a punto de redefinirse es general y no específico para Argentina como podía deducirse de la exposición que se siguió en muchos ámbitos, tal vez involuntariamente pero omitiendo de todos modos contexto e historia de este asunto.

En 1968, la the United Nations Conference on Trade and Development, que todos conocemos más por su sigla UNCTAD, recomendó la creación del SGP, para que los países desarrollados concedieran preferencias comerciales a naciones en desarrollo.

El SGP europeo fue el primero en implementarse, en 1971, y se aplica en ciclos de diez años. 

El más reciente proyecto de Resolución de un nuevo SGP de la UE fue remitido al Consejo y al Parlamento Europeo el 10 de mayo de 2011. Por supuesto, mucho antes de la expropiación de YPF. 

Por otro lado, la lista definitiva de los países elegibles se define un año antes de su aplicación, en este caso en 2013, y todo indica que por su desempeño económico los países en desarrollo miembros del G-20, como Argentina, se excluirán, al igual que Arabia Saudita, Qatar, Rusia y Belarus. A cambio, según la propia UE, el SGP se concentrará en unos 80 países en desarrollo, contra los 176 países actuales.

Si además, como se deduce del ánimo de funcionarios españoles y de la lectura rápida de muchos que los siguieron, se hubiera excluido del SGP únicamente a la Argentina y como expresión de una sanción de la UE, entonces se debería haber seguido un procedimiento de notificaciones que nada tiene que ver con el anuncio de una revisión tan prevista y general como la que habrá.

En verdad, la Presidencia de la Unión Europea anunció, estrictamente, que revisaría el esquema del SGP para países de “renta media-alta”, que incluyó a Argentina, sí, pero además a Brasil, a Colombia y a Perú. Y por buenas razones: por haber demostrado una “progresión de la renta” según estadísticas del Banco Mundial. Y todo a partir de 2014, al comenzar el nuevo ciclo de una década del sistema.

Conclusión: la economía argentina recuperado con fuerza la senda del crecimiento tras la gran crisis de 2001 que llevó a su inclusión en el SGP de la UE. Así, va dejando atrás la necesidad de esas preferencias, en la misma línea en la que fue avanzando su política de desendeudamiento y, a la vez, cumplimiento de todos sus compromisos.

Si alguna relación de causaconsecuencia se quiere establecer sobre una normal salida de la lista del Sistema General de Preferencias de la UE, ésa debe ser otra: Argentina ha mejorado ostensiblemente todos sus indicadores económicos durante la última década -y sí, gracias a políticas y medidas como la recuperación de YPF-. Por esa razón es que ahora podemos dar paso a otras naciones en desarrollo necesitadas con urgencia de aquellos beneficios aduaneros que, como pueblo, por supuesto, nunca dejaremos de agradecer.


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