El economista Alejandro Nadal sostiene que la expansión del neoliberalismo durante el último tercio del siglo XX ha desarticulado el vínculo tradicional entre selarios, ingresos y demanda agregada, lo que promovería la crisis del neoliberalismo en tanto modalidad del capitalismo financiero, a nivel mundial.
Para el autor la congelación real de los
salarios de los trabajadores fue compensada -para garantizar la demanda
agregada- por un sobrendeudamiento de las capas medias y trabajadoras de
la población mediante créditos bajos y con pocas garantías cuyo paradigma fueron las hipotecas subprime.
Las
consecuencias de estas políticias han sido la crisis económica a nivel mundial con la secuela de desempleo, desigualdad y pobreza de numerosas naciones en particular las de la eurozona.
Para Nadal: Cuando
se produce un colapso de la demanda agregada, la inversión se detiene
y, con ella, se frena la generación de empleo. Eso conduce a una más
intensa caída de la demanda agregada y así, en un círculo vicioso, se
llega a la depresión. La demanda puede apoyarse en el gasto público,
pero hoy la reacción neoliberal impide utilizar este instrumento...
Leemos el polémico y muy interesante artículo para un debate necesario: Porqué pasa lo que pasa y no lo que se prometió iba a pasar?
Destrucción del enlace salarios y demanda agregada
Alejandro Nadal
La gran ironía del neoliberalismo es que su versión
del capitalismo condujo a desarticular el vínculo entre salarios, ingresos y
demanda agregada. De esta forma, terminó por socavar las bases de la economía
capitalista a nivel mundial. La globalización neoliberal no es más que una cara
de este proceso que hoy se expresa en una crisis de proporciones históricas y
anuncia una prolongada temporada de estancamiento. La secuela de desempleo,
desigualdad y pobreza sólo traerá malas noticias en la vida política de las
naciones.
Para entender cómo se rompió ese vínculo y sus
consecuencias, es necesario trazar un esbozo de las causas de la globalización.
La narrativa dominante durante muchos años presentó a la globalización como
muestra del éxito imparable del capitalismo moderno. El colapso de la Unión
Soviética sirvió para presentar a la globalización como el triunfo del libre
mercado. Pero la realidad siempre es terca y no puede moldearse como si fuera
plastilina.
La globalización está vinculada a la caída en la
tasa de ganancia experimentada en las principales economías capitalistas en los
años setenta. Eso empujó a la inversión capitalista a buscar dos salidas: una a
través de salarios bajos y otra en la especulación financiera. La ofensiva en
contra de los derechos laborales cuyo reconocimiento había sido alcanzado
después de décadas de luchas dolorosas fue la manifestación de la primera vía.
La expansión del sector financiero (y especulativo) a escala mundial es la
expresión de la segunda.
La crisis que explota en el otoño del 2007 se nos
presenta antes que nada como una debacle financiera. Pero sus raíces están en
el comportamiento de la tasa de ganancia y en la reducción de los costos
laborales. La globalización es una forma de organizar la competencia entre
trabajadores del mundo entero para presionar los salarios a la baja. Esto es
ejemplo de lo que Gunnar Myrdal denominaba proceso de causación circular acumulativa.
El estancamiento en el crecimiento de los salarios
reales en economías avanzadas condujo a una contracción de la demanda agregada.
Eso sólo podía contrarrestarse con el sobrendeudamiento de las capas medias y
trabajadoras de la población. El crédito fluyó para hipotecas, autos,
educación, electrodomésticos y, a través de la tarjeta de crédito, hasta para
bienes de consumo no duradero. La bursatilización de todo tipo de instrumentos
fue un mecanismo nefasto para mantener en movimiento este proceso. Los
préstamos basados en la apreciación de activos residenciales (los homeequity loans) completaron el cuadro con la ilusión de una riqueza
artificial para las capas medias.
La política monetaria estuvo al servicio de este
proceso con prioridades sometidas a las necesidades del sector financiero. Las
burbujas (en especial en el sector de bienes raíces y en el mercado bursátil)
fueron la manera de mantener el proceso de crecimiento en las economías
avanzadas. Algo parecido, pero con distorsiones más serias, sucedió en las
economías subdesarrolladas y en los muy mal llamados mercados emergentes.
La crisis estalló en el eslabón más visible de la
cadena. El sector financiero se había desarrollado a través de mecanismos e
instrumentos que no podían sostenerse más allá de unos cuantos años. Al
explotar el sector financiero, se destruyó el mecanismo que había estado
sosteniendo la demanda agregada.
En la evolución del capitalismo mundial, el último
tercio del siglo XX fue testigo del rompimiento del enlace fundamental entre
salarios y demanda agregada. La idea de mantener el crecimiento a través de las
exportaciones se ha revelado como una salida falsa o, si se prefiere, como una
especie de boomerang. Los países importadores que enfrentaron un déficit
crónico, sufrieron la destrucción de su base productiva y de generación de
empleo. Los flujos de capital permiten durante un cierto tiempo financiar
artificialmente el déficit (como en México), pero a la larga, la crisis en esos
países subordinados no puede evitarse.
A nivel macroeconómico, el vínculo entre
productividad y salarios, y entre éstos y demanda agregada ha sido desmantelado
por décadas de una ofensiva en contra de todo lo que se relaciona con el mundo
laboral. El resultado es que el crecimiento ha tenido que sostenerse con una
sucesión continua de burbujas que al reventar conducen a un periodo más o menos
largo de des-endeudamiento.
Cuando se produce un colapso de la demanda agregada,
la inversión se detiene y, con ella, se frena la generación de empleo. Eso
conduce a una más intensa caída de la demanda agregada y así, en un círculo
vicioso, se llega a la depresión. La demanda puede apoyarse en el gasto
público, pero hoy la reacción neoliberal impide utilizar este instrumento. Y en
el des-endeudamiento, la política monetaria tiene muy poco que contribuir. El
mismo establishment que nos regaló la globalización neoliberal se
esfuerza hoy en obsequiarnos una década de crisis mundial.
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