4/25/2012

ypf: el pálido y el archivo de ramble



Ayer, invitado por Longo -- que está como loco en C5N -- y  durante 18 minutos (!!!!!),  el Pálido ( Dr. Pierre dixit) ,  además de augurar las tradicionales calamidades para la eco , un clásico de la opo  que ahora de la mano del fallido candidato PRO ...



... pero analista "independiente" aunque de Racing  , volvió con el chascarrillo de la "estanflación" que inauguraran en 2009 el dúo Cavallo - Prat Gay y siguieran otros ,  tiró al pasar un dato de memorabilia interesante:  La genética predadora de Repsol en el continente, rememorando el caso Boliviano sobre el que zácate, vamos y leemos:

¿Así se maneja el alto mundo de las empresas? ... eh?

La empresa petrolera inscribió como propias las reservas que Bolivia nunca concedió. Lo que en principio fue un intento incrementar el patrimonio de la compañía desató consecuencias no calculadas.

Décadas de neoconservadurismo dejaron heridas profundas en América latina. De tal magnitud fue la restauración conservadora que hasta nos hemos acostumbrado. Pero es bueno no perder la capacidad de asombro. El escándalo producido por el anuncio de la petrolera Repsol YPF, quien se adjudicaba reservas de hidrocarburos que el estado boliviano nunca concedió, nos debe llamar a repensar cómo se mueve la región en temas tan sensibles. 

Y en momentos donde los discursos en defensa de la soberanía nacional parece “paleolítico”, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿así se maneja el mundo de las corporaciones? ¿Cómo se inicia esta historia? Todo relato que pretenda dar una explicación profunda sobre un tema debe buscar en la profundidad de los hechos. Cuando España superó la etapa dictatorial de Franco (1936-1975) y las fuerzas políticas concertaron una serie de acuerdos que luego fueron denominados los “Pactos de la Moncloa”, ese reino decidía abandonar su decadencia centenaria y ubicarse como una potencia emergente en el concierto de la Unión Europea (UE). Esta decisión significaba, como consecuencia, adoptar los vicios que esta transformación implica.

Por cuestiones históricas y culturales, España decidió que su área de influencia sería la América hispana –no hablamos ese idioma por decisión propia- . Durante el gobierno de Felipe González, del Partido Socialista Español (PSOE), se inició esta “nueva conquista” de América por parte de la península ibérica. Junto a una radical reforma de las empresas públicas españolas y una alianza con el poderoso sector financiero, empresarios ibéricos aprovecharon la ola privatista que asolaba sus ex colonias y se quedaron con importantes sectores de la economía regional. 

Podemos mencionar cuatro sectores donde compañías de ese origen hoy ocupan un lugar de privilegio en el Cono Sur: telefonía, hidrocarburos, energía eléctrica y bancos. Las empresas emblemáticas fueron, TISA (Telefónica Internacional SA), Repsol, Endesa y los bancos BBVA y BCH.

En Argentina, estos grupos económicos y financieros tienen un peso extraordinario en el quehacer nacional. TISA explota el servicio telefónico de la mitad sur del país y una parte sustancial de la telefonía celular a través de Movistar. Repsol compró –en una singular sesión del Congreso nacional- a la estatal YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), que tiene más de la mitad del mercado hidrocarburífero. Endesa se quedó con distintas distribuidoras de electricidad en la zona metropolitana de Buenos Aires. Y los bancos mencionados adquirieron entidades privadas nacionales líderes, por lo cual se ubican entre los diez grupos financieros más importantes.

Esta penetración también alcanzó a los demás países de la región, aunque con matices. A su vez, esta reconquista española era aplaudida por los gobiernos y por los “profetas del odio”, quienes resaltaban la “confianza” del país inversor, como si estas empresas estuviesen embarcadas en una cruzada humanitaria y no en la búsqueda de utilidades.

Una década después, la situación es muy distinta. Las inversiones extranjeras no trajeron ese “progreso automático” que se anunciaba, pero se llevaron cuantiosas ganancias.
Pero la razón social de las empresas privadas es el lucro. Nunca debemos olvidarlo.
Por eso, cuando una corporación, que cotiza en los mercados bursátiles y que responde ante sus accionistas, alcanza un techo de utilidades, debe hacer algo al respecto. Y Repsol YPF anunció en forma pública poseer un patrimonio que no poseía. Así de simple. Una empresa que se autoproclama “una de las 10 mayores petroleras privadas del mundo y líder en España y Argentina, una empresa integrada de petróleo y gas, con actividades en 28 países”, inscribió como propias las reservas de gas y petróleo que nunca le fueron otorgadas en Bolivia.

Repsol había inscripto en Wall Street como propias las reservas de gas que controla en Bolivia, bajo la figura de “concesiones soberanas” (…). El flamante ministro de Hidrocarburos Andrés Soliz Rada explica en un artículo periodístico que “la concesión es sólo una autorización temporal y restringida que concede el Estado a particulares para explotar recursos naturales o servicios. La soberanía, en cambio, es el poder supremo que tiene un Estado dentro de una nación, el cual no está sometido, en su territorio, a ningún organismo ni otra nación. Decir “concesión soberana” es tan absurdo como hablar de un cuadrado redondo”. 

Obviamente, la empresa no asumió la responsabilidad hasta el momento. Su presidente, Antonio Brufau, culpó a la situación reinante en Bolivia después de la asunción de Evo Morales como presidente de ese país. Recordemos que una de las primeras medidas adoptadas por la nueva administración fue anunciar a los mercados del mundo la soberanía estatal boliviana sobre las reservas de su subsuelo.

Sin embargo, esta situación no es nueva. Según la legislación vigente en Bolivia, ahora y antes, para poder acreditar la propiedad de las reservas, Repsol YPF debía tener un contrato ratificado por el Congreso boliviano, según lo estipula la constitución de ese país para la concesión de recursos naturales. Esta ratificación nunca existió. Ergo, Repsol nunca fue dueña de las reservas que se atribuyó.

Según una información publicada en el diario La Jornada, de La Paz, “la trampa petrolera habría contemplado, además, una mañosa conversión de reservas probadas en probables, en base a dos decretos emitidos por los gobiernos de (los presidentes Gonzalo) Sánchez de Lozada y Hugo Banzer: los decretos 24.400 de 1996 y 25.447 de 2000 asignaron a las reservas probables el estatus de probadas”. Una “pequeña” diferencia semántica que significa aumentar en forma sustancial el patrimonio de Repsol. Ni más ni menos.

Pero algunos investigadores van más allá y hasta acusan a Repsol de montar una monumental operación informativa con el único propósito de elevar el valor de las acciones de la compañía. Se refieren al megaproyecto de exportación de gas licuado boliviano a México. Repasemos cómo sucedieron los acontecimientos.

A fines de la década de los 90, el estado de California, en Estados Unidos, se hundió en la mayor crisis energética de su historia, con cortes de energía y sin una solución a la vista. Las razones de este escenario se hallaron en la mala privatización del servicio eléctrico en ese estado, el más poblado y rico de toda la Unión.

A partir de ese momento, se estudiaron distintas posibilidades para superar esta crisis que amenazaba con enviar a California al tercer mundo. Una de las soluciones presentadas incluía una monumental obra de infraestructura para extraer gas del subsuelo boliviano, transportarlo por gasoductos hasta un puerto chileno sobre el Pacífico; licuarlo y embarcarlo hacia algún puerto de México, gasificarlo nuevamente y usarlo para generar energía eléctrica en una serie de centrales térmicas y exportar a Estados Unidos la electricidad resultante. En total, se necesitaría una inversión de unos 8.000 millones de dólares.

Esta propuesta era motorizada por el consorcio Pacific LNG, conformado por Repsol YPF, British Gas, British Petroleum y la comercializadora Sempra.
Aquí encontramos dos opiniones categóricas que involucran dos conceptos igualmente graves. La primera de ellas es por todos conocidos: Bolivia iba a exportar gran parte de sus recursos gasíferos con escaso o nulo beneficio económico para el país. Como le aconteciese con la plata, el salitre y el estaño, ahora el gas natural se iría sin dejar nada en el territorio.

Y la segunda opinión va incluso más allá: según un ex consultor del Banco Mundial (BM), todo el proyecto era una estafa. Es decir, nunca se iba a construir.
Quien hace estas afirmaciones es Ramiro Víctor Paz Cerruto. En un artículo publicado en el diario La Prensa de La Paz, el especialista explica que las reglas que rigen la Securities and Exchange Comision (SEC, la comisión que regula el mercado de valores neoyorquino) “sólo pueden considerarse reservas probadas de hidrocarburos aquellos cuyo análisis de ingeniería y geología demuestren que pueden ser recuperadas (con un 90 por ciento de probabilidades) de reservorios existentes, que cuenten con un mercado asegurado por un contrato de compra venta.

Sobre esta base, Paz Cerruto afirma que el proyecto jamás existió, “ya que el único objetivo de las petroleras, además de favorecer a sus filiales en Chile, era mostrar a la SEC el contrato firmado por Bolivia con destino al mercado estadounidense, a fin de escribir como suyos los 48 millones de pies cúbicos (TCFs, en inglés) de reservas probadas y probables que tiene el país”.

Es de prever que esta situación lleve a que la actual dirección de la empresa sea destituida, al menos. Por lo pronto, Brufau anunció que Repsol va a “castigar a Bolivia” suspendiendo inversiones en ese país por 400 millones de dólares. Recordemos que se mencionaron cifras de hasta 8.000 millones de la misma moneda.
Más allá de la opción que fuese la real, ambas tenían consecuencias nefastas para Bolivia.
Pero a su vez desataron un proceso que culminó en forma diametralmente opuesta a lo calculado por las empresas que conformaron el consorcio Pacific LNG.

Los acontecimientos posteriores son conocidos por todos, en mayor o menor medida. El anuncio de que el gas boliviano sería exportado a través de un puerto chileno, ubicado en una región que Bolivia reclama como propia desde la Guerra del Pacífico (1879-1883), fue tomado como una afrenta al orgullo nacional. 

Luego siguieron las emotivas movilizaciones a favor de la nacionalización de los recursos del subsuelo y la negativa a que el combustible sea transportado al país vecino; la caída del gobierno de Sánchez Losada; la celebración del referéndum para decidir la reestatización de la industria petrolera, la nueva ley de Hidrocarburos de 2005 –que implicaba nuevos gravámenes y regalías- la destitución de Losada y su reemplazo por Eduardo Rodríguez, las elecciones y el triunfo de Evo Morales, del Movimiento al Socialismo (MAS), hasta llegar a la situación actual... 

Completo acá

2 comentarios:

Nando Bonatto dijo...

Artemio, hay momentos que uno recuerda siempre , uno de ellos es un viaje en que iba escuchando un largo reportaje a Melconian ,alla por el 2003 y auguraba para fin de año un dolar
A 25 PESOS O MAS....

Nicolás Alfonso dijo...

¿Habrá mordido Longo en ésta también? Con AA creo que fue Vervitsky el que nos anotició de un contratito por $ 40.000,00.-