Esta Editorial de Dardo Cabo con Perón ya de presi , fue tal vez la de mayor volumen político de los años setenta, al menos en lo que respecta a documentos de circulación masiva .
Recordemos que El Descamisado tiraba 100.000 ejemplares promedio ( el ejemplar de La Masacre de Ezeiza tiró 150.000) y su lectura se multiplicaba por al menos tres personas, mayoritariamente jóvenes entre 15 y 24 años.
Proyectada la población al año 1973 , entre jóvenes de 15 a 24 años estimamos que sobre 3,6 millones de jóvenes de aquel año, la leía el 15% . Parecido a 678, pero con otros panelistas, Cabo no era Cabito, digámoslo así.
Se observa en la editorial de Dardo Cabo la creciente tensión entre la conducción de Montoneros y Juan Perón , al tiempo que subyace el error conceptual central de esta tensión, que resulta la caracterización de Montoneros acerca la conducción de las organizaciones sindicales bajo el paradigma de la categoría difusa de "burocracia sindical", punto de sobredeterminación de las contradicciones con Perón.
Esta visión , al menos estrecha de Montoneros, angostaba su despliegue de masas y a velocidad de rayo ponía rumbo de colisión con la conducción populista, choque que se actúa finalmente sobre ese exacto punto "burocracia sindical" vs. "dirigentes sabios y prudentes" que se escucha en el simpático video de apertura , ya en las vísperas de la muerte de Perón y la debacle de Montoneros, valga la redundancia.
Por mi parte recuerdo una interpretación adolescente mass media regionálica de la editorial , tan ligerita como típica de este servidor: El viejo nos caga a gritos, no para de decir y hacer boludeces, pero hay que obedecerlo... por algo es el conductor.
Ay!, Ay!, Ay ! Leemos mejor al compañero Dardo Cabo:
Podíamos hacernos los burros y, como nosotros no somos infiltrados, ni troskos decir que la bola va para otros, agacharnos y hablar de la guerra del Medio Oriente. Pero el General hablando desde la CGT, rodeado por los que quieren echar del movimiento a los leales como Cámpora orienta sus palabras hacia nosotros.
El general nos ha dado una sacudida. Si no lo hubiese hecho desde la CGT -que en este momento no es la casa de los trabajadores sino de los burócratas- la mano no sería tan mala. No fortalecería a los traidores. Pero la cosa es así y hacerse el zonzo y decir que esto no es para uno no es derecho.
El general ha conducido este movimiento casi durante 30 años. Ha llevado a su pueblo por el camino de la liberación. El resultado de esa conducción es lo que vale y ese resultado dice que Perón le ha sido leal al pueblo y el pueblo le ha sido leal a Perón durante todo ese tiempo en un hecho histórico de lealtad que no tienen parangón en la historia de los pueblos del mundo.
Nunca un pueblo siguió a su conductor con tanta lealtad a diez mil kilómetros de distancia durante dieciocho años de exilio. La historia de la humanidad no registra un caso como este.
Por eso esto es lo que debemos tener en cuenta cuando Perón nos sacude. Quién conduce es Perón, o se acepta esa conducción o se está afuera del Movimiento.Nosotros tenemos en este movimiento la vida, tenemos en él al pueblo y tenemos en su historia nuestros muertos, este -el Movimiento peronista- es nuestro lugar y lo vamos a defender a sangre y a fuego.
No hay que atacar a los ministros, bien acatamos la orden, nos vamos a callar en cuanto podamos. Creemos que esto no es ni justo ni bueno para la salud del gobierno peronista. Pero quien manda es Perón.
Lo que sí hacemos es señalar que estamos como en 1955. El general rodeado de traidores y burócratas que no fueron capaces de levantar un dedo para defenderlo cuando cayó. Eso vemos, si hay que callarlo para acatar la conducción estratégica, así lo haremos.
El General Perón, en su libro sobre conducción política dice que al conductor suelen rodearlo una corte de adulones y mentirosos. No entendemos por qué no podemos señalarlos.
Porque de allí depende que sirvan o no. Hay que obligarlos a ser leales. Porque esos dirigentes de la cúpula sindical, son traidores, totalmente traidores. Porque lo vendieron a Perón, negociaron con Lanusse, echaron de las fábricas a los obreros que se les oponían, matonean y asesinan. Son traidores, general, y cuanto más lo digamos nosotros, más muestras de lealtad diaria deberán dar. Fíjese, que Otero, para demostrar que es leal, se ríe a carcajadas de sus chistes o -como en la televisión- alienta a que aplaudan más fuertes los párrafos de sus discursos.
Ni su humor, general, ni la justeza de sus juicios necesita de estos bufones, ni tampoco demuestran así lealtad. Allí tiene usted un adulón de la corte. Uno del que nosotros no deberemos hablar más.
No vamos a atacarlos, si usted así lo dispone. Pero necesitamos donde discutir, organismos creados y sostenidos desde la base del movimiento. De allí van a salir y están saliendo los cuadros. Necesitamos reorganización democrática en el Movimiento Perónista, en todas sus ramas, que se terminen los figurones.
La juventud no puede estar expresada por Yessy que no lo conoce nadie y llegó allí por ser empleado del Ministerio de Bienestar Social. No puede pretenderse disciplina en la rama femenina cuando Silvana Rota se asusta de la organización de la base y ordena cerrar la rama, que no existe por otra parte, que hay que recrearla. Martiarena, usted lo sabe, fue el primer neoperonista que tuvimos, se dio vuelta enseguida que caimos, hasta le cuestionaba a usted que diera órdenes desde el exterior a su partido.
Estos no van a reorganizar nada, por más que esa sea su tarea. No son nada para el pueblo peronista, ni representan nada. Sólo quieren ser importantes, como Paladino y para ello van a recurrir al fraude, al engaño, al arreglo.
Dan vueltas y vueltas porque ellos quieren sacar alguna tajada. La reorganización es cosa fácil: hay que convocar al movimiento a afiliarse masivamente a todas las ramas; hacer los padrones, recibir listas y hacer elecciones.
La gente peronista conoce su gente aquí no se nos va a filtrar nadie, el que quiera ser dirigente deberá someterse a la voluntad de todos los peronistas. En el Movimiento nos conocemos, todos de una forma u otra, y nadie que no sea luchador y leal va a ser apoyado. Claro, este es el problema que tiene doña Rota (3), el Yessy (2) y don Martiarena (1) : a ellos, ¿dónde los vimos peleando?
General, el que peleó por usted, no fue Lorenzo Miguel, ni Martiarena, ni Otero, tampoco doña Silvana. Los que pelearon por usted fueron los que murieron con el Perón o Muerte en la boca y en el corazón. Los que fueron a la cárcel gritando la marcha peronista. ¿Quién de estos del Consejo estuvo o mereció por lo menos la cárcel por agarrar el fierro y jugarse por esta causa y su conductor?
Los que agarraron los fierros ayer, ahora tienen pala y pico, están haciendo la reconstrucción; llamando a todas las fuerzas políticas juveniles para tratar de ampliar el marco de la reconstrucción; son los que piden que el movimiento se reorganice democráticamente; son los que se oponen a que debajo de la justa Ley de Asociaciones Profesionales que fortalecerá a los trabajadores en su organización, se meta el contrabando de la perpetuación de los burócratas en sus sillones.
Son los que estuvieron en Ezeiza con el agua en la cintura y los balazos por arriba cuando usted llegó el año pasado; no eran ninguno de los trescientos que, de traje, lo esperaban en el aeropuerto. Eran sus cuadros, general. Los que diariamente organizan en los barrios, los que recorren manzana por manzana golpeando en las casas peronistas para incorporar a todos a la organización y la reconstrucción nacional.
Allí están esos compañeros, estudiando la doctrina, formándose como cuadros, organizando desde la base. Este es el conflicto del movimiento: entre los cuadros de base y una cúpula burocrática que se niega a ser reemplazada. A estos cuadros les tienen miedo los Martiarena, los Yessy y la Silvana Rota porque allí tienen que hacer la reorganización, en la base y allí ellos no tienen nada. No son nadie. Son mascaritas de vidriera desconcertados frente a estos muchachos que trabajan duro y a diario entregados al Movimiento. Entonces, nos dicen comunistas, tros-kos, infiltrados. Y tocan la diana de la depuración, apañan matones.
No quieren organizar General, y debilitan con sus ambiciones al Movimiento Perónista. Si arriba -pensamos nosotros- el General está rodeado de traidores, y abajo le depuran los cuadros y le echan del movi-miento a quienes puedan organizar y enfrente tiene al enemigo, poco hay para pelear.
Estos cuadros, no son trasnochados general. Están con que hay que llamar a todos los argentinos a plegarse a la tarea de la construcción. Entienden que hay que compartir responsabilidades gubernamentales y de la política nacional con ese 80 % que votó por la liberación. Que estén colaborando con usted que ha sido elegido por el pueblo y en la calle con nosotros poniendo el hombro a la reconstrucción.
En medio de todo esto, el Movimiento Perónista que es líder de ese gran frente nacional, organizándose formando sus cuadros sin perder de vista un sólo objetivo, sin distraerse frente a los enemigos de afuera y de adentro. Esto pensamos, esto creemos porque así ha sido caracterizado por usted general todo este período. ¿Esto es ser infiltrado? ¿Esto es ser troskista?Compañeros, aquí en el Movimiento Perónista está el pueblo, aquí están los trabajadores y aquí su líder y conductor.
Aquí está la revolución, aquí la liberación. Ese pueblo y esos trabajadores que nos enseñaron a nosotros a ser peronistas, que han demostrado lucidez total paro saber quien es su conductor y quien su bandera está con el General. Este es nuestro puesto, defendámoslo a muerte como supimos pelear contra la dictadura. Estamos peleando por nuestro lugar en la revolución.
Así como nos jugamos ayer por Perón contra la dictadura, nos volveremos a jugar otra vez por Perón contra los que quieren entregar el Movimiento y la Liberación al imperialismo.
Este puesto se defiende desde una principal condición: el acatamiento de la conducción estratégica del General Perón por que él es quien conduce este proceso. La discusión se hace en los marcos que él dispone.
Así,que sea el seno del Movimiento el lugar donde nosotros desarrollemos nuestro punto de vista, aunque nos parezca que debe hacerse otra cosa. Porque esto es un proceso revolucionario, es una guerra y aunque uno piense distinto, cuando el general da una orden para el conjunto, hay que obedecer.
(1) José H. Martiarena : Secretario general del Consejo Superior del Movimiento Peronista en el año 1973
(2) Julio Yessi: director de la J.P. R.A. minoritaria organización juvenil vinculada a la triple A.
(3) Silvana Rota: Diputada del FREJULI por la Capital
3 comentarios:
Se viene una arremetida contra el sindicalismo. Los impresentables. Pero resulta que si el sindicalismo peronista abandona el kirchnerismo, vamos a quedar 4 gatos locos. Animémonos y vayan!
¿Estoy en un error o ese editorial de Dardo Cabo en El Descamisado se publicó 46 días después del asesinato de Rucci?
La verdad que el viejo fue un gra H. de P.
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