Recibimos este análisis de Julio Burdman, encandilado aún por el triunfo de Mauricio en la ciudad tras bajarse de la elección nacional para evitar ser demolido por Cristina.
Cuáles fueron las razones detrás de la holgada victoria del PRO en la Ciudad? ¿Fue un respaldo a la gestión actual, un rechazo al kirchnerismo, acaso una reafirmación de la autonomía porteña? Más allá de estas especulaciones, hay un dato evidente: Mauricio Macri es un winner electoral. Tiene talento y oficio en el arte de juntar votos. Desde el año 2003 fue candidato en cuatro oportunidades, enfrentando rivales y contextos que no eran exactamente iguales. Y cada vez obtiene más votos. Tomando las elecciones de Jefe de gobierno, en 2003 perdió con el 37%, en 2007 logró 45,7% en la primera vuelta (y casi 61% en la segunda) y en 2011, 47,1% en la primera, cada vez más cerca de imponerse sin necesidad de un balotaje.
Estos votos, es importante destacar, son fundamentalmente de Mauricio Macri y no del PRO, su partido porteño. Prueba de ello es que PRO, pese a ser la fuerza política mejor organizada del distrito, no logra buenos resultados cuando se presenta a elecciones sin Mauricio Macri como candidato que tracciona. La primera experiencia fue la legislativa de 2007, en la que Melconián senador – Pinedo diputado hicieron una elección verdaderamente mala: salieron terceros, con 13% de los votos. Dos años después, en las legislativas de 2009, Gabriela Michetti con gran esfuerzo logró salir primera, pero con el 31% de los votos y Pino Solanas soplándole la nuca. Más aún: Macri renuncia a su intención de ser candidato a Presidente en 2011 y se postula a Jefe de Gobierno en la elección del pasado domingo porque si él no iba en la boleta, era altamente probable que el PRO perdiera el gobierno de la Ciudad.
Si aceptamos que hay algo particular en la persona de Mauricio Macri, que explica la montaña de votos que junta mejor que las construcciones de sentido que nuestras imaginativas mentes puedan atribuirle al resultado –el bicisendismo, los genes de la mitad de los porteños, la nueva oleada republicana antikunkelista, etc. etc.-, la pregunta que sigue es: ¿qué tiene Mauricio Macri que lohace tan talentoso en las elecciones? Hay docenas de respuestas a esa pregunta, ya que la gente vota por las más diversas razones. Pero si tuviéramos que elegir una respuesta promedio, esta podría ser: porque es un gran juntador de razones para ser votado. Parafraseando a Dolina: todo, todo lo que hace Macri, es para levantar votos.
A Macri lo votan: porque es conservador, porque no tiene ideología, porque es un líder implacable, porque es bueno y sensible, porque quiere tirar a Kirchner por la ventana, porque no confronta con el kirchnerismo, porque acusa a los inmigrantes, porque se preocupa por los pobres, porque quiero ser como él, porque no roba porque ya tiene, porque es prolijo, porque es humano cuando baila en el escenario, porque presidió el Boca de Bianchi, porque defiende a la Ciudad, porque gobierna bien, porque desde la Casa Rosada no lo dejan gobernar, porque es “positivo”, porque pone un freno al kirchnerismo, porque no se junta con el resto de los opositores (para enfrentar al kirchnerismo), porque armó el único partido político de la Ciudad, porque no es un político. Es el yerno que muchas suegras quisieran tener. Es todo esto y mucho más, y su inteligente estrategia de campaña y comunicación –una de las mejores de la Argentina- nos ofrece a un Mauricio Macri lo suficientemente mínimo y ambiguo como para que todas estas valoraciones y razones dispares para votarlo floten en el ambiente y no colisionen entre sí.
Las razones para votar a Filmus, por fuertes y coherentes que luzcan, son menos. No es, como Macri, un candidato atrapatodo que busca capturar votos en cada una de sus palabras y apariciones públicas. Es un político más tradicional, que se dirige a un público más estrecho al que aspira a representar: el que coincide con sus posiciones, valora su capacidad y trayectoria, defiende al gobierno nacional. Juegan, Macri y Filmus, dos juegos diferentes.
Pero Macri, cabe aclarar, no solo es exitoso porque juega una estrategia ganadora y porque es capaz de sostenerla en todo momento. Ser un winner electoral requiere un talento y cualidades personales poco frecuentes, que la mayoría de los políticos no poseen. Son contados con las manos aquellos capaces de mantener popularidad y poder electoral propios, con independencia de las condiciones cambiantes. En ese sentido, Macri pertenece a un cuadro en el que también forman otros ganadores electorales natos como Daniel Scioli, Carlos Reutemann o Sergio Massa. Lo que lo diferencia de ellos es su impermeabilidad al peronismo, que lo mantiene confinado a la Capital.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario