Muerta hace tiempo la pretención marxiana de poseer "la ciencia de la historia" y su "filosofía" , sigue la demolición epistemológica en terrenos hasta ayer "sagrados".
Por caso, la crisis de la "independencia y objetividad" en la "comunicación social" en general y en su versión periodístico- mundana en particular , ya no es tema siquiera de debate serio en ningún lado, salvo en "Desde el llano", cuando habla Kodovadofghsh...( cómo era?, escuche, escuche)
Un pasito más, en pos de la felicidad del pueblo da Eliseo Verón :
Yo no tengo ninguna inclinación apocalíptica –con perdón de Umberto Eco–, pero tampoco me siento integrado. Tiendo más bien a focalizar mi atención en los discursos que circulan en las sociedades en que vivimos, y que construyen las múltiples realidades que las componen.
Desde este punto de vista, la crisis (por darle un nombre a esta situación que todavía no tiene interpretaciones estabilizadas) está produciendo en el mundo (porque no cabe duda que se trata de un proceso global, aunque se sienta más o menos, y de diferentes maneras, en distintos lugares) un reacomodamiento bastante radical de los discursos y de su peso relativo en el funcionamiento social.
El discurso económico (y no hablo de la academia, sino del espacio público) funcionó durante todo el siglo XX como el discurso de la “realidad” de las sociedades modernas. Creo que hoy está perdiendo muy rápidamente esa legitimidad a los ojos de la mayoría de los “ciudadanos”, porque se lo percibe cada vez más claramente –y con toda razón– como una dimensión de la política. Acabo de poner entre comillas la palabra ciudadanos, porque es un concepto inseparable del discurso político, el cual ha perdido desde hace tiempo buena parte de su credibilidad tradicional.
La historia de la Unión Europea es a este respecto ejemplar: durante los largos años en que el discurso económico era percibido como diferente del político, la UE funcionó razonablemente bien. A partir del momento en que los enunciadores de la UE y de su futuro aparecieron explícitamente como políticos, todo cambió.
El rechazo de la constitución europea en el plebiscito francés fue un primer momento de verdad. En el caso particular de la Unión Europea, la crisis de legitimidad del discurso político está íntimamente ligada al debilitamiento de su marco interpretativo tradicional: la Nación. Pero los efectos crecientes de la globalización van a producir las mismas consecuencias en todas partes.
No sé si esta crisis es una crisis del sistema capitalista y no me parece probable que sea una crisis final. Pero ojalá sea el anuncio del fin del discurso político disfrazado de economía.
9 comentarios:
muy buena la ilustración del post
Pero no crees que con Laclau se está cosntruyendo otra seudo-objetividad?
Sale una objetividad cognocitiva de la ciencia social y la política social con fritas, de postre Economía y sociedad: siempre se vuelve al primer amor...
Ojala sea el fin del discurso politico disfrazado de analisis politico, ademas de analisis economico. Creo que ahi esta la mascara, entre analista y actor politico, mas que entre economia y politica.
"No sé si esta crisis es una crisis del sistema capitalista"
No, si vuá se una crisis del imperio romano!!
Perdoná Artemio por las palabras, pero para decir semejante pelotudez hay que ser bastante pelotudo. Y después que me cuenten el chiste de la muerte de las pretenciones marxianas...
Que alguien le avise a este Sr. Verón que en Europa, lo único que está más devaluado que el euro es el posmodernismo.
Sociales....¿existe algo más burgués y sibarita que pretender cobrar por leer y escribir?
Es más modesto y ubicado reclamarle al estado ración diaria de brie con cabernet, a que banque un doctorado en estas disciplinas.
pero este hombre tiene problemas de concepto, ni si queira es una contradicción lo q dice.
gracias por tu blog artemio, ya ni pagina12 leo. con esto me alcanza para resistir con argumentos.
Estoy muy de acuerdo con los ultimos comentarios. NO tenía esta faceta tuya artemio. Y Verón con su "relativismo-posmoderno-mutli(cultu)ralista" la pifia mucho. El posmodernismo supuestamente progresista no soporta ninguna prueba política orientada al cambio social.
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