6/01/2010

más y más populismo, ahora la resurrección del pri

Luego de las experiencias frustradas de los nuevos partidos surgidos en la última década, el Partido Revolucionario Institucional, renovado tiene chances de volver a ser opción de gobierno en México. Un reportaje de Julio Burdman al politólogo Otto Granados Roldán , desde el DF

El PRI pasó de la monarquía presidencial al feudalismo territorial”

Otto Granados, el reconocido politólogo mexicano, cuya importante carrera política dentro del PRI lo llevó a la gobernación de Aguascalientes, analiza –de cara a las elecciones regionales de este domingo- el futuro de la fuerza que gobernó a su país durante setenta años

Por Julio Burdman desde México DF

¿Puede volver el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de México?

Cuando Vicente Fox, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), ganó las elecciones presidenciales del año 2000, algunos creían que el destino de la fuerza hegemónica que había gobernado ininterrumpidamente durante setenta años era desaparecer y ser reemplazada por un nuevo sistema de partidos, protagonizado por el mencionado PAN y por el centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Sin embargo, una década después, el PAN y el PRD sufren el desgaste y el PRI da señales de resurgimiento: todas las encuestas de los últimos meses dicen que, de haber elecciones presidenciales hoy en México, sería el partido más votado.

Los mismos sondeos anticipan, también, que el PRI ganará la mayoría de las gobernaciones en las elecciones estatales de este año, cuya primera ronda se desarrollará este domingo y la segunda, en julio.

Otto Granados, politólogo y director de la Escuela de Administración Pública del reconocido Instituto Tecnológico de Monterrey, con una importante carrera política dentro del PRI que incluyó el haber sido gobernador del estado de Aguascalientes, comienza esta entrevista demostrando con datos dónde reside hoy el poder de un partido presidencialista que no ejerce la Presidencia.

“El PRI tiene el mayor número de gubernaturas, alcaldías y congresos estatales, y es la primera fuerza en la Cámara de Diputados; en el Senado es la fracción no mayor pero sí más influyente”, asegura.

- ¿A qué se debe este crecimiento? ¿Méritos propios, o deméritos ajenos?

- Una combinación de ambos factores. Hay quizá unos seis elementos en esa recuperación: un poderoso instinto de sobrevivencia en un partido que fue hegemónico o casi único por siete décadas; una gestión pragmática para evitar divisiones o rupturas profundas entre sus distintas corrientes internas; ser de hecho el partido con una mayor implantación nacional. Además, cuenta con la potente capacidad de movilización de una maquinaria partidista en la que confluyen residuos del corporativismo de la segunda mitad del siglo pasado, un “priismo sociológico” que constituye el núcleo central de su voto duro (de entre un 25 y 29% de la identidad partidista nacional), y una cierta proporción de votantes modernos y urbanos que antes estaban monopolizados por el Partido Acción Nacional.

Y finalmente dos cosas adicionales: una especie de indefinición ideológica que lo vacuna para no comprometerse con posiciones que podrían resultar altamente divisivas al interior del partido, y una operación muy hábil para construir alianzas efectivas con los barones del PRI en los estados, en un México que pasó de la monarquía presidencial al feudalismo territorial.

- Para un extranjero resultan difíciles de entender las alianzas entre PAN y PRD en algunos estados, para evitar que gane el PRI…

- Me parece que hay un razonamiento muy válido entre las oposiciones para articularse en alianzas que, en efecto, se ven en principio un poco excéntricas. Por un lado, tras su derrota en el 2000 muchos aseguraron que el PRI estaba llamado a vivir la noche de los cuchillos largos, a disolverse en facciones y a desaparecer.

El pronóstico falló. Contra lo imaginable, ese partido empezó a reponerse primero en las elecciones locales y luego en las federales. Por ejemplo, de las 34 ciudades de más de 500 mil habitantes en México, sin contar al Distrito Federal desde luego, donde manda el Partido de la Revolución Democrática, el PRI gobernaba en 2000 sólo tres y en 2009 más de la mitad. Volvió a ganar en entidades emblemáticas del México moderno como Querétaro, Nuevo León o Chihuahua; recuperó, tras 12 o 15 años gobernados por el PAN y el PRD, municipios como Aguascalientes y Mazatlán, toda la zona metropolitana de Guadalajara y la mayor parte de los del estado de México, y se alzó con la mayoría en las legislativas de 2009.

En consecuencia, la probabilidad de un retorno del PRI a Los Pinos en 2012 es real y, ante tal escenario, la alianza de partidos tan contrastantes como el PAN y el PRD para cerrarle el paso al PRI no es una entre varias alternativas que ambos tienen, sino en la práctica la única. Dicho con realismo: las alianzas son por ahora una plataforma para la sobrevivencia. Donde tengo una gran interrogante es si van a ser eficaces electoralmente y la prueba del ácido vendrá el próximo 4 de julio con las elecciones estatales.

- ¿Cuáles son las perspectivas para estas elecciones?

- Parecen exitosas. De doce estados en contienda, mi impresión es que el PRI ganará al menos nueve.

- ¿Qué diferencias hay entre el PRI de hoy, y el de los últimos 20 años? ¿Podemos hablar hoy de uno o varios PRI?

- Yo creo que el PRI sigue en estado de recuperación y es fundamentalmente el mismo que fue derrotado en las presidenciales del 2000 y 2006. No ha reformado sustancialmente sus estructuras, programas, estatutos o ideología, sencillamente porque, desde el punto de vista estrictamente electoral, no lo necesita.

Por un lado, en términos funcionales, el PRI parece sentirse ahora más cómodo teniendo una dirigencia nacional electa por su militancia, un peso parlamentario importante y una constelación de fuerzas políticas locales que, en conjunto, constituyen un sistema de pesos y contrapesos que se equilibran entre sí, y que no tienen más remedio que entenderse para procesar la agenda partidista porque, de diversas maneras, a todos les conviene: crean alianzas para negociar con el ejecutivo federal o el congreso federal, controlan los comités estatales o influyen en las candidaturas, entre otras ventajas. Y esta forma de arreglos le ha redituado eficacia electoral y flexibilidad política.

- ¿Cómo se gana tras dos derrotas consecutivas sin necesidad de reformularse?

- El PRI no tiene incentivos para adoptar institucionalmente una definición ideológica porque ni en el mercado electoral ni en la frivolidad mediática actual venden los temas de fondo, porque en su código genético no está el hábito de diseñar una agenda nacional propia, y porque le conviene dejar que sus distintas corrientes naveguen entre una retórica nacionalista, una socialdemocracia tropical y, en mucho menor medida, un relativo liberalismo económico.

Esta ambigüedad, por lo demás, más que un problema, le ha permitido hasta la fecha acomodarse a la coyuntura sin comprometerse a fondo en los asuntos más controvertidos, evita disputas internas insalvables, agrada a una porción del electorado y ha supuesto, en la práctica, disolver las antiguas contradicciones de los años 90 entre los dinosaurios tradicionales y los reformistas, entre otras cosas porque éstos fueron desplazados del poder partidario o aquellos salieron del closet al que los confinaron temporalmente los gobiernos de la modernización y regresaron a los viejos modos.

- Pero, ¿puede el PRI, un partido de estado habituado a ejercer la presidencia, con una capacidad de desarrollo territorial -o clientelismo, para decirlo sin tanta diplomacia-, resurgir sin ese soporte central?

- Es que sí tiene ese soporte, solo que ahora distribuido en las gobernaciones que controla en dieciocho de treinta y dos estados. Aquella fuerza que concentraba en el siglo XX el presidente de la República se ha trasladado y distribuido entre los gobernadores: éstos son ahora los verdaderos barones del PRI. Y los barones controlan las maquinarias locales, disponen de recursos abundantes, negocian con el gobierno central directamente e imponen candidatos. Quizá algo parecido a los caudillos históricos del peronismo en las provincias. Adicionalmente, las derrotas sufridas desde 1989 hasta 2000, mal que bien llevaron al PRI a entender que “toda política es local” y el rodaje después de estos años fue el de un partido a la defensiva, que aprendía a buscar y lograr nuevas formas de movilizar a su maquinaria, de conectar con los votantes, y de desarrollar nuevos cuadros. En una palabra: si algo define el momento actual del PRI es pragmatismo, flexibilidad y adaptación.

- Se habla también del acercamiento de generaciones más jóvenes al PRI, lo que hace una o dos décadas era impensable. Y me pregunto si acaso el PRI, con su carga emotiva, no ejerce en ellos un atractivo "mexicanista" en nuestra época de política identitaria.

- Hay algo de eso, pero los sondeos que miden la identidad partidaria todavía no explican si esa relativa recuperación viene de las generaciones jóvenes o del votante que siente una suerte de “nostalgia del autoritarismo” muy asociada con el decepcionante desempeño de los gobiernos del PAN. Yo creo que, más que identidad nacionalista, en esto subyacen varias de las fibras antropológicas que el PRI no sólo está aprovechando para ganar, sino que exhiben su naturaleza. Es decir, más que un partido convencional, el PRI en el poder era un modo de hacer política en torno del cual gravitó durante décadas la mayor parte de los otros actores públicos, económicos y sociales de México, creó un determinado comportamiento electoral y construyó un peculiar estilo de mediación entre la sociedad y la autoridad.

- ¿Qué ideas trae hoy el PRI sobre política exterior, y en particular sobre América latina?

- Como le decía, me parece que ideológicamente en el PRI hay un regreso al pasado nacionalista, con una combinación de estatismo, populismo y socialdemocracia de viejo cuño. Y eso permea, desde luego, en sus posiciones en política exterior. Déjame darte un ejemplo muy reciente: ante la propuesta de que el Senado de la República emitiera un exhorto al gobierno de Cuba para que respete las garantías individuales y los derechos humanos de los disidentes, la fracción parlamentaria del PRI, con la excepción por cierto de Rosario Green, ex canciller y antigua embajadora de México en la Argentina, votó en contra. Así que, por un lado, creo que no hay un posicionamiento especial en materia de política exterior regional y, por otro, si lo hubiera, me temo que sería bastante complaciente con casos como los de Chávez en Venezuela, Evo en Bolivia o Daniel Ortega en Nicaragua.

- ¿Cuáles son las nuevas figuras del PRI que se proyectan?

- Hay una camada de gobernadores relativamente jóvenes muy efectivos mediáticamente que son los que sobresalen. Pienso en Enrique Peña del estado de México, Rodrigo Medina de Nuevo León, Humberto Moreira de Coahuila o Fernando Ortega de Campeche, por ejemplo. Y en candidatos que compiten este año como Miguel Alonso de Zacatecas, César Duarte en Chihuahua o Javier Duarte en Veracruz.

7 comentarios:

C.A.T. dijo...

"Un poderoso instinto de sobrevivencia en un partido que fue hegemónico o casi (...); una gestión pragmática para evitar divisiones o rupturas profundas entre sus distintas corrientes internas; ser de hecho el partido con una mayor implantación nacional. Además, cuenta con la potente capacidad de movilización de una maquinaria partidista en la que confluyen residuos del corporativismo de la segunda mitad del siglo pasado, un “priismo sociológico” que constituye el núcleo central de su voto duro (de entre un 25 y 29% de la identidad partidista nacional), y una cierta proporción de votantes modernos y urbanos (...) Y finalmente dos cosas adicionales: una especie de indefinición ideológica que lo vacuna para no comprometerse con posiciones que podrían resultar altamente divisivas al interior del partido, y una operación muy hábil para construir alianzas efectivas con los barones del PRI en los estados, en un México que pasó de la monarquía presidencial al feudalismo territorial".

Artemio, te confundiste, era un análisis del PRI, no del PJ, :-P

Ikal Samoa dijo...

Excelente artículo, estaré siguiendo con suma atención las elecciones en México.

Saludos,
Ikal Samoa

Esteban dijo...

A donde va a ir a parar América Latina ehh???

A dónde???

Ya lo vimos con Colombia, los populistas de derecha ganan dando cafe y tamales, acá es el chori y la coca.

Así no va viejo, donde van a quedar las instituciones ehhh donde!!!

Esto en los paises serios no pasa!!

Nando Bonatto dijo...

El PRD no supo armar una alternativa válida superadora de un PRI anquilosado.Si en Argentina se habla de clientelismo y otros males les recomiendo que se den un vueltita por Mexico y despues charlamos.
La derecha del PAN no puede por definicion resolver nada y la situacion hace que la vuelta al denostado PRI sea la logica.
Puede que el PRI haya aprendido un par de cuestiones en el llano

fernando dijo...

segun la entrevista no aprendio nada, le alcanzo con dejar que el PAN lo deje parado como "el malo conocido"

desvinchado dijo...

interesante para comparar. Ahora. Con el peronismo pasado ,o con el Kircherismo futuro?

Linuxero dijo...

MUCHAS GRACIAS por colgar esta nota, es INTERESANTÍSIMA. Lo que leí me lleva a tres reflexiones:

1) Aunque es fuerte la tentación de trazar analogías entre el PRI por un lado, y el PJ y/o la UCR por el otro, me resisto a tal tentación, porque sé que el PRI es un partido muy singular que claramente no tiene análogos en Amierica Latina.

2) Recordemos que Lázaro Cárdenas, el prócer máximo del PRI, está en la galería de Patriotas que inauguró Cristina el día del Bicente en la Rosada.

3) Si, como sugiere este artículo, el PRI gana las presidenciales de 2012, entonces sumaremos un miembro MUY importante a nuestro querido "Eje del Mal Latinoamericano". SERÍA GENIAL !!!