6/19/2010

la cuestión del consenso

Recibimos este análisis de Julio Burdman que queremos compartir y según me informan ha sido publicado en la revista " El Estadista".

La cuestión del “consenso” se convirtió en un elemento dominante del discurso político de los últimos años de la era Kirchner, en particular desde la crisis del campo. Su uso estuvo asociado a otros significantes y enunciados como “diálogo”, “acuerdo”, “pacto de la Moncloa”, “políticas de estado” o “abrazo Perón-Balbín”, que pudimos leer hasta el empalagamiento en las columnas de los principales medios de comunicación.

Todos ellos formaron parte de un eje discursivo que buscó plantear una diferenciación con el oficialismo. Pero el triunfo de Ricardo Alfonsín en la interna radical y el posterior relanzamiento del peronismo federal, hechos vinculados entre sí, seguramente derivarán en un reacomodamiento de los ejes discursivos: el “consenso” comenzó a perder sentido estratégico.

Fue el discurso de la oposición, y resultó sin dudas eficaz para trazar una identidad contrapuesta al eje de la “confrontación”, con el que en quedó asociado al kirchnerismo. Como significante, el “consenso” tuvo la poderosa virtud de agrupar e identificar a todos sus emisores. Así, cuando alguien decía “consenso” o alguna de las otras palabras asociadas, el destinatario del mensaje sabía que estaba frente a un opositor a los Kirchner.

Hablando de consenso y acuerdo, antiguos oficialistas enviaban señales de que se estaban por pasar al peronismo disidente; lo mismo aplicaba, por caso, para las homilías del cardenal Bergoglio o las metáforas del rabino Bergman.

Pero más allá de su eficacia como cédula de identidad, el paradigma del consenso no elaboró suficientes contenidos. La idea del consenso suponía algo más que una actitud comunicacional, pero ese techo no se perforó. Nunca quedó del todo claro cuáles eran esos consensos a los que se necesitaba arribar. Aunque se planteaba la necesidad imperiosa de hacerlo.

De hecho, de tanto repetirse, se logró instalar en un sector importante de la opinión pública la idea errónea de que Argentina es un país sin consensos. Por el contrario, Argentina es un país con consensos extendidos en muchas cuestiones centrales.

Si seguimos los debates públicos de las democracias de Europa y América del Norte, vemos que sus sociedades y dirigencias están verdaderamente divididas en algunos contratos fundamentales. Estados Unidos está partido en dos acerca de quién paga los costos de la salud pública y la seguridad social; lo mismo aplica para su viejo dilema entre intervenir en el mundo, o aislarse de él.

En Gran Bretaña, una mitad quiere estar en Europa y otra fuera de ella. España, Italia y otros países católicos no saben qué hacer con el matrimonio gay, el aborto y otras tendencias combatidas por la Iglesia. Varios países del centro y norte de Europa se debaten entre la integración de sus inmigrantes, o el cierre de sus fronteras. En Argentina, en cambio, hay mayores consensos de lo que usualmente se cree en lo que hace a la función del Estado, las políticas exteriores y de defensa, la integración regional, los debates morales, la población o la tolerancia.

Más bien, podríamos agregar, sufrimos por aferrarnos a nuestros “consensos”, como ocurrió con los sucesivos “modelos económicos” del último siglo, y por nuestra dificultad para resolver colectivamente los conflictos distributivos y de poder que siguieron al derrumbe de ellos.

Los pocos contenidos que el paradigma del consenso fue capaz de enunciar, eran los objetivos comunes de un no-kirchnerismo heterogéneo frente a la amenaza de continuidad.

Es que en el plano coyuntural, junto a la diferenciación el eje del consenso tuvo un segundo contenido estratégico: gestionar la posibilidad de una alianza opositora que pudiera enfrentar a un kirchnerismo que era la primera minoría, y que por esa razón perdía si el no-kirchnerismo se aglutinaba.

Muchos rechazaban la hipótesis de este acuerdo, como Carrió, y fue cobrando forma de clivaje intra-opositor. Pero había una alternativa que representaba el consenso en su doble faz, de paz y de pacto: Julio Cleto Cobos. El fue el que puso fin al conflicto del campo, y el que podía liderar una oposición de unidad nacional con el apoyo de radicales y peronistas.

Esto fue, en buena medida, lo que estuvo solapadamente en debate en la interna radical que se celebró días atrás: profundizar el Acuerdo Cívico y Social (Alfonsín), recuperando la sociedad con la Coalición Cívica, los socialistas y el votante panradical, o abrir las puertas a un apoyo de los candidatos peronistas disidentes en las provincias.

La movida del peronismo federal a los pocos días del triunfo de Alfonsín confirma que, por ahora, esta hipótesis pasa al archivo.

10 comentarios:

Jorge Devincenzi dijo...

Sí y no, según veo. En Gran Gretaña están divididos a favor o en contra del matrimonio gay, pero todos son británicos. Aquí, si queremos ser una colonia o qué... Por ejemplo, defendemos la producción nacional o lloramos porque no podemos comer jamón español? ETC

Ximango dijo...

Esta semana Das Neves sacó un afiche que pregunta: ¿qué das por un país unido? DAS NEVES 2011. Apela precisamente a lo que se comenta en el artículo citado.

Daniel Montoya dijo...

Artemio, rescataste un muy buen artículo.
Hay una visión light del consenso y de las construcciones políticas también.
El propio gobierno de Perón del 46 fue una experiencia de consenso entre diferentes fuerzas políticas, muchos quizás lo olvidaron pero Perón tejió alianzas con una facción del radicalismo.
El triunfo en varias provincias fue el resultado de esos acuerdos.
El acercamiento con el líder radical Amadeo Sabattini por ejemplo fue emblemático.
Esa demanda de consenso planteada el otro día con Dromi al lado daba risa, hacen referencia a un "consenso" entre los pasajeros del tren fantasma.
Esas son parodias del consenso, un tema importante por cierto.

Nando Bonatto dijo...

hay veces ,al escuchar la palabra consenso en boca de ciertos personajes,me sale aquello de Goebbels,con la palabra cultura manoteaba la pistola,o lo de Anelka a Domeneche"va ta faire enculier..".Pero si se mira desde otra perspectiva hay una suerte de consenso implicito un sentido comun generalizado acerca de ...
6,7,8 cosas que no se pueden tocar pese a los pedos por la boca que se pueden tirar algun referente del rejunte contrera
Esos 6,7,8 puntos pueden ser.Mantener los aportes jubilatorios en manos del estado,asignacion por hijo,ley de medios,politica exterior ,no privatizaciones groseras, tipò de cambio...
en fin ,es una suerte de kirchnerismo no dicho.
De estas cuestiones aceptadas casi sin discusión abierta por encima de pirotecnia,han tomado buena nota los dirigentes mas avispados de la contra.
No al cuete Feli Pillo marco distancia e incluso el colombiano que no es tan ganso como yo pensaba ,tambien lo hace.

Creo que en ese sentido ,la campaña que venga no va a tener ,salvo algun ciego de los que nunca faltan ,una postura derechosa,sera cuestion si es asi,de mostrar quien hizo y quien promete en falso

HUINCA dijo...

Don Artemio
Le pego una ocsa que publicamos sbre la palabra consenso en enero. Si le parece... Un abrazo

El 28 de junio, además de la disminución del peso parlamentario del oficialismo, se produjo un hecho que podría calificarse de –gramáticamente hablando- luctuoso, como lo es la desaparición de una palabra:

Consenso.

Reapareció circunstancialmente en los medios en estos días, gracias al abrazo del empresario-comediante Piñera con el hijo del golpista arrepentido Frei , y esto sólo para descalificar por supuesto la falta de abrazos existente de este lado de los Andes. Como muy bien señaló Raimundi en 678 hace unos días, cómo no va a haber abrazos (=consenso) si el status quo nunca estuvo en riesgo en Chile en estas décadas.

Pero más allá de este último aliento, la palabra en cuestión desapareció de las bocas de la oposición (=los medios). Quizás sea entonces la ocasión para inaugurar el Pequeño Huinca Noalineado, que no es un diccionario... ¿un listado de sensaciones?

Ahí va.

Consenso

(Del lat. consensus).

1. m. Acuerdo producido por consentimiento entre todos los miembros de un grupo o entre varios grupos.*

Uff. Empezamos mal. Consentimiento siempre me sonó a jerga leguleya para justificar lo injustificable –una violación por ejemplo-.

La definición habla de acuerdo, pero a mi me suena -cómo decirlo- que en el acuerdo yo acuerdo, y que en cambio en el consenso me dejo acordar. Y entonces, cuando en el consenso me dejo acordar, se la clavan a mis millones de representados, quienes no me votaron por el consenso: me votaron porque supuestamente soy y digo lo contrario que mis opositores.

Es por supuesto famoso el consenso de washington (me niego a usar las mayúsculas) del cual pagamos las consecuencias y lo haremos quién sabe por cuánto tiempo.

Hay otro muy popular por estas latitudes, que son los pactos de la moncloa, cuyas nefastas consecuencias está pagando España hoy en día. Ese consenso sólo sirvió para garantizar la impunidad por sus asesinatos y apropiación corrupta a la clase que gobernó aquel país durante 40 años, a cambio de que dejaran de encarcelar y matar a personas cuyo delito había sido luchar por la democracia. Y también sirvió para asegurar que hoy, 33 años después, sigan siendo los dueños de España a base de robar y robar y robar, más allá de quién gobierne.

Un ejemplo acabado de lo que significa consenso.

Aquí ya no piden consenso, si el oficialismo está en minoría en el Congreso, la palabreja deja de tener sentido.

Qué suerte que en estas circunstancias no se escuche a Cristina pedir consenso, ni a Néstor, ni a Aníbal. Los escuché hablar de relación de fuerzas, de negociaciones, de errores y aciertos. No de consenso.

Consenso es rendición, es claudicación.

Como el luchador de catch que, boca abajo en el suelo, lo golpea pidiendo tregua.

A eso suena; a estar boca abajo.

A cosa a oscuras.

A muerte de la libertad.

A putrefacción.

No queremos consenso. Queremos un país diferente del que quieren - y tienen de momento- los que usaron esa palabra hasta gastarla, y que ahora la hicieron desaparecer.

Ellos quieren a un país para pocos, nosotros queremos un país para todos,

El consenso es imposible.

R.H.

*Diccionario de la Real Academia

La otra cara del Patacón dijo...

Che, en serio hay consenso en cuanto a la "función del Estado, las políticas exteriores y de defensa, la integración regional, los debates morales, la población o la tolerancia"...
O sea, la clase dirigente y la sociedad está de acuerdo con la tendencia lationoamericanista (y el aislamiento del mundo y la demonización de Venezuela y Chávez y Bolivia y Evo; estamos de acuerdo en la participación central del Estado; los debates morales (cinthia Hotton representa una llamada al consenso?)

Megas Alexandros dijo...

compañero artemio, ¿puede comentar que ese artículo salió publicado en la revista "el estadista"? se agredece.

Artemio López dijo...

Como no Megas, pero me lo mandó Julio x mail, ojo que no sabía sino lo ponía de entrada.
salu2!

Jorge dijo...

Huinca, susbscribo cada punto y cada coma, imposible expresarlo en modo mas claro y contundente.

Jorge Devincenzi dijo...

Cierto: hay consensos imposibles. El gobierno avanzó a consensuar con sectores medios que antes le eran hostiles o indiferentes (678, etc.). Para mí, la incógnita es si las políticas públicas del gobierno podrán sostenerse en caso de una derrota. Por caso: pueden dejar la AUH, pero en 1 año la disuelven con inflación. Los juicios de DDHH continuarían, pero se los puede ralentizar, etc. Por eso, hay que ganar.