tres tristes tigres

El escenario de triunfo en primera vuelta de la candidata oficialista es estable pero aún hay incertidumbre sobre quién ocupará el segundo lugar. Todos los estudios de opinión conocidos muestran que Elisa Carrió supera crecientemente a Roberto Lavagna, quien en la última quincena ha erosionado su caudal electoral de 15 puntos nacionales. Concurren para esta caída factores internos al armado del UNA y otros externos. Entre los primeros, las derrotas incesantes de la UCR, entre las cuales la de Chaco resulta emblemática, la penuria de carisma y exceso de autoestima del propio personaje y una campaña módica para corregir este déficit en manos del licenciado Pandereta , que el 28 de octubre sumará uno más, a su larga serie de fracasos. A estos factores endógenos deben sumarse al menos dos motivos externos: El nítido perfil opositor que asume el discurso de Carrió, perfil de oposición muy difuso en el caso de Lavagna, que expresa más un Kirchnerismo Dolce & Gabanna que un proyecto alternativo. Adicionalmente el óptimo armado de la Coalición Cívica que desplazando a Lo Vuolo por Alfonso Prat Gay como economista visible, logra mostrar una fuerte articulación con el establishment financiero que da atributos de gobernabilidad que la Coalición no dispone en exceso. En la misma perspectiva con la integración de Rubén Gustiniani a la fórmula , la Coalición agrega volumen territorial a su armado mediante el acompañamiento del presidente del triunfante Partido Socialista, una de las pocas estructuras partidarias con real despliegue nacional existente contra apenas un tercio de la declinante UCR que vertebra el UNA. Un segundo elemento que explica la caída de Lavagna es la aparición de Alberto Rodríguez Saa, que proyecta 7% a nivel nacional y toma parte del ya escaso caudal de votos justicialistas anti K que optaban inicialmente, a falta de mejores alternativas, por Roberto Lavagna. Sin embargo, en perspectiva de consolidar la oposición frente al eventual gobierno de Cristina Kirchner, ni el UNA ni la Coalición Cívica aparecen como instrumentos adecuados. En ambos casos los partidos dominantes, la UCR y el PS respectivamente no responden a los liderazgos de Elisa Carrió ni de Roberto Lavagna y probablemente tras la elección desarrollen estrategias parlamentarias autónomas. La UCR ingresará más temprano que tarde a una nueva y recurrente "crisis de conducción" de la cual saldrá con otras referencias nacionales y el PS subordinará su estrategia parlamentaria a la preservación del vínculo con el gobierno nacional que demandará el flamante gobernador Hermes Binner. Así las cosas, por la homogeneidad de su andamiaje partidario, volumen de su triunfo porteño y nivel de conocimiento y penetración sobre los sectores vulnerables el mejor o el que parecía más eficaz opositor al hipotético gobierno de Cristina Kirchner era Mauricio Macri. Sin embargo, guiado por un excesivo predominio del marketing por sobre la estrategia política, el líder PRO quedó encorsetado en la ciudad, renunciando entonces y nadie puede descartar que tal vez definitivamente, a encabezar una opción opositora sustentable y de alcance nacional. En perspectiva entonces, el ciclo de reconstrucción de una oposición política al gobierno nacional consistente y con capacidad de reemplazarlo, puede haber quedado retrasado nuevamente cuando se conozcan los resultados de las presidenciales de octubre.