conversaciones en cocodrilo ... lijando a pandereta

El verborrágico Pandereta ha cobrado notoriedad. Ramble le obsequió sus diez minutos de fama y comienza, lenta pero inexorablemente a trascender las fonteras blogueriles, ya está para un GH Famosos 2. Esta nota aparecida en Noticias Urbanas, indaga más en nuestro súper ratón y revela un costado desconocido del breve filosopolitolomarketinelectorólogo... y gracias Coti!

------------------------------------------------- "Laura, te presento al licenciado Pandereta. Omar, Omi, como prefiere el dueño del boliche que lo llamemos, subió a la planta superior con un señor de traje color petróleo, con gemelos en la camisa de cuello italiano y una corbata que podemos describir como altisonante, como brishosa. Sonaba Gloria Gaynor en los parlantes, en versión electrónica de I Will survive, una pequeña correntada de aire entraba por un tragaluz astillado por el granizo y el ambiente olía a uva y manzana combinadas, efecto de esos rociadores que venden en la placita serrano y que sirven para hacer de este mundo, un jardín primitivo y frutal. El licenciado Pandereta, pese al empaquetado prolijo y formal, tenía la deformidad psicológica del que quiere cagar más alto de lo que puede. Vamos a ser claros. No se va taaan prolijo a un cabaret ni aunque le hubieran armado una cita con Laura, el tiburón blanco de Cocodrilo. Usa barba candado, Pandereta, y una barba candado es siempre sospechosa. Con todo lo que se ha dicho acerca de la naturaleza de los que usan barba candado, no usás barba candado, como no andás dibujando svásticas por ahí, por todo lo que se ha dicho y visto, más allá de que la idea del movimiento de la cruz te pueda parecer interesante. No tiene que ver con la verdad, tiene que ver con la forma de relacionarte con los demás, con lo que querés comunicar, con el sistema de señas que está puesto en común y con el que se convive bien o se convive mal. Pandereta convive raro. Actitud de ministro sudamericano en la primera impresión, Pandereta se ve obligado por razones misteriosas a hablar del mundo de manera dolorosamente sofisticada. Así logra comunicar distinción pero para acompañar su ubicuidad, que significa estar para cualquier cosa siempre que se le asegure cierto brisho. No es menos importante que el licenciado necesita que en un plano profundo sea rechazado. Su vida es “estar” pero negando la posibilidad de amor verdadero. Complicado de entender de un saque, pero Pandereta va a andar dando vuelta bastante tiempo más, por lo tanto la idea va a ir quedando más clara. Que siga la acción. --Laura te presento al licenciado Pandereta. --Sí, sí, te escuché, lo estaba mirando. ¡Al fin un hombre!,Omi. Pandereta se conmocionó por la lisonja, que sabía que tenía la cuota de falsedad que se maneja en ese tipo de ámbitos pero registró en la entrepierna la emoción menos mental y menos calculada que tuvo en un mes. Le cambió la cara, la deformidad se volvió niñez en la montaña rusa, adolescencia tardía. Estaba ruborizado. Y Laura estaba mortalmente presentada. Un collage de chicas lindas, pero todas en una. --Los dejo para que se conozcan --dijo Omi— --Dale, gracias --dijo Laura-- --Che, un fenómeno, ¿eh?—dijo Pandereta y le levantó el pulgar y le sonrió a Omi --Y entonces el licenciado quedó a merced de Laura que tenía puesta su musculosa blanca de leñador de Banana Republic y una pollera de cuero negra cortísima. Tiburón Blanco se había depilado esa tarde y encremado completamente y había tenido su sesión de Yoga en el Centro Ananda. Había sido un buen día, y antes de cenar, temprano como lo hace siempre en Groppa, Omi la había llamado para pedirle si podía hacer un punto esa noche. La primera elección de Laura era acostarse temprano y mirar la segunda temporada de Weeds que se había bajado y a la mañana siguiente arrancar temprano, hacer un punto a mediodía y luego ir al Vilas. Pero se convenció enseguida. --Un ñato de la política. El licenciado Pandereta, un consultor o algo así. --¡Lo conozco, un personaje increíble! --¿Te va?--Ir no me va, pero supongo que lo puedo lijar durante dos o tres meses. Qué increíble, tener a Pandereta. --Hoy pensá que tenés como una luca adentro, con poco esfuerzo. --¿Qué le vendiste?, hijo de puta. --No sé, enganchó un contrato o algo así y está contento, llamó, dijo “soy pandereta, quiero lo mejor”. Debe ser algo así como un festejo, así que, qué sé yo, hacelo sentir que festeja algo. --Je. --Dale, hija de puta. Viene a las once con un amigo al que le vamos a presentar a Dolores. --Tarde, papi. Bueh, estoy a las diez y media. --Beso.Y ya estaba Pandereta, sentado en el sillón de dos plazas forrado de pana donde los clientes VIP se hacen amigos de Laura. El amigo se quedó con Dolores abajo, el área económica, todos más apretaditos. --¿Tomás algo? –le pregunta Laura, mirándolo fijo. --Campari –respondió Pande.Laura entonces se levantó y el Lic., obviamente la siguió con la mirada de una manera bastante irrespetuosa. Laura se percató y no le importó. Tomó el teléfono interno de la pared y apretó cero. --Campari… Sí, Campari. Je.Y colgó. --¿No hay Campari?, preguntó Pandereta --No, sí. --¿Nadie pide Campari? --No, un montón de gente pide Campari. Y vuelve Laura al sillón y le roza el pantalón a Pande. --Ah --(Le acomoda la corbata) Así que Pan-de-re-ta. ¿Sabés que leo siempre tus análisis políticos? --¿En serio? (tratando de asumir una situación de control de la situación) --Sí, cómo no. Sigo lo que hacés y cuando hoy me avisó Omar que me querías conocer, qué se yo, me puse así como muy contenta viste, porque siempre quise conocer a alguien que me pueda explicar estrategias políticas, esas que después parece que nadie las pensó, que salieron así como así, como el “va a estar bueno Buenos Aires”. --Bueno, casualmente, el “va a estar bueno”, es algo que se me vino la cabeza a mí y la charlé un día con Mauricio en una mesa redonda, y al tipo le quedó rondando evidentemente. --Mirá. Qué lindo, ¿no?, cuando las cosas se te vienen a la cabeza.