SCHMIDT , LAMBETAIN Y BATATA CLERC

Como Bonus Track del mes de enero y dirigido especialmente a todos aquellos que arrastran los monitores a las playas de Las Toninas, va una nueva colaboración del gran Esteban Schmidt, periodista nacido en septiembre de 1967 en el Hospital Churruca de Buenos Aires durante la administración de Juan Carlos Onganía que en el jardín de infantes usó un pintorcito azul y no se destacó en absolutamente nada porque dibujaba mal, no decía frases de nene inteligente y era muy tímido. Como viene siendo habiltual, Schmidt incursiona en el revés, las entretelas o bambalinas de la política portuaria y dice cada cosa que sólo las podemos bancar en Ramble. Aguante! "Y un día José Luis Batata Clerc nos hizo la gauchada de volver al país. No lo esperábamos, lo preferíamos lejos, la verdad, en Key Biscayne donde vivía desde el año 1999 en compañía de su esposa chilena y de sus tres hijos, de los cuales el único que ha conectado con el asunto dinástico de la importancia pública es la nena, Dominique, que en base a frutas, verduras, gimnasio y genética armó un cuerpazo de esos que permiten engancharse en una carrera de futuro como el modelaje. Se fue entero Batata, con todo lo que tenía y no quería perder, porque fue uno de los portavoces de la inseguridad, uno de los más firmes y consecuentes propagandistas de la sensación de fin del mundo que vivió la Argentina en los años previos al fin de ciclo y a la toma de ganancia de los bancos y de la modificación en el vínculo de las capas medias con los pobres cuando todo se vino en banda y un montonazo de nuestra gente de color tuvo que empezar a arrebatar carteras para matar el hambre, o para lo que sea que ayude a no sentirse menos. Que es lo que nadie, con mínima autoestima, quiere. Batata no quería sentirse menos que Vilas en 1980, por ejemplo. Volvió sin la señora, Batata. Después de veinte años se separaron y eso jode, como cualquier separación pero se enamoró al toque con otra compañera y armó el doble mixto. Sonríe ahora con esos dientecitos de leche que tiene, y parece que los dos suben a la red porque él está chocho y lo que era lenguaje crudo, resentido en el ‘99, se volvió amable aunque muy, pero muy, muy pavo en 2006. ¿Y con quién habla un pavo? Bueno, con Enrique Rodríguez, ministro de la producción del Intendente Telerman, ex diputado de Beliz, ex ministro de Menem, ex asesor de Ubaldini y ex abogado laboralista que es con lo que pasó de pobre a rico, lo que queremos todos. Rodríguez fue también novio de Gloria López Lecube, una misionera del amor justicialista, quien también, vamos a decir, interactuó, con el señor Chacho Alvarez, y juntos le dieron un hijo a la patria. Como Chacho, Rodríguez es un doblista regular de domingo, de raqueta cabezona y, éste, de chomba Lacaste; el otro no se lo permitiría. Batata, es el tenista más parecido a Aníbal Ibarra, y hace comentarios poco elaborados por televisión, en las transmisiones de ESPN, apenas otra coincidencia con el responsable de Cromañón, digamos los menos elaborados de la historia de los comentarios de tenis, donde se destaca el “¡qué lindo!” que grita cuando, ponele Julián Benneteau hace un drop, y ese ¡qué lindo! se repite como burla en todos los clubes de tenis del país. A Rodríguez le debe haber parecido genial convocar a Batata para su refundación del sur de la Ciudad. “Mirá cómo dice ¡qué lindo! ¡Qué lindo que lo dice! ¡Cómo sabe!, seguro que es buen profesor. Si lo llevamos al Parque Roca, ¡qué golazo!, ¿no?”. Y bueno, la gente que tenés rentada te dice que sí, Rodríguez, incluso algunos son periodistas deportivos. Qué te van a decir, si matan el hambre con vos. Rodríguez buscó a Batata y fue amor en el primer game. Los dos hablaron solos, sin escucharse, como suelen hacer y se entendieron perfecto. Fue hermoso. Batata así se transformó este mes en el director del Centro de Alto Rendimiento de Tenis (¡qué los parió!, Batata y Enrique) en la zona sur porque es copado que ricos y pobres jueguen al tenis. Más que copado es como imprescindible, le das una raqueta al pibe de la villa y seguro que es como Tevez en diez años. Porque el tenis es como el fútbol, es igual, es una pelota en el aire y los pobres tienen más tiempo para practicar, no tienen que hacer deberes ni presentarse ante un psicopedagogo. A la hora de pensar a Batata como coordinador de algo, como enumerador de verdades didácticas, es bueno acercarle al umpire un diálogo entre Guillermo Salatino y Clerc, que Salata escribe en su libro “Séptimo game”, acerca de una gestión que el tenista hacía con la cadena Fox cuando quiso volver al país, cuando la inseguridad terminó, por suerte para él y para Lucía Galán que también se asentó en Miami: -J.L.C: Vos no podés competir, Salatino, por que nadie puede explicar el tenis como yo. -S: Bueno, puede ser dando clases de tenis, con el canasto, pero no frente al micrófono... -J.L.C: ¿Quién te dijo...? -S: Yo te escucho, Batata, vos hablás con faltas de ortografía, no fuiste al colegio y se nota. Por las dudas que Rodríguez quiera exprimir más la batata y se lo presente a Telerman para más cosas, una lista de legisladores, cumplo con acercarle al Intendente el siguiente detalle. En febrero del 2002, cuando en Punta del Este se iba a hacer la Copa Starmedia de veteranos, José Luis Clerc pasó por Buenos Aires y un periodista del Clarín, Victor Pochat, le preguntó: -¿Qué te inspira Aldo Rico como ministro de Seguridad bonaerense? A lo que Batata respondió: -Creo que todo lo que los argentinos creemos que hace falta: mano dura. Sería fantástico que este señor pudiera traer la paz que quieren tener los ciudadanos." Esteban Schmidt