8/19/2022

un paso para despertar de la siesta teórica: en los últimos años la compresión parece embotada, quizás por la complejidad y velocidad de las transformaciones del sistema

( 1936 -1979 )
POR QUÉ NICOS POULANTZAS

Por Jorge Sanmartino





Nicos Poulantzas intentó durante toda su vida intelectual completar una teoría marxista del Estado que, en su opinión, había quedado inconclusa en la obra de los padres fundadores. Su obra, lejos de “cerrar” una teoría, abrió una cantidad importante de preguntas y debates que han enriquecido el estudio sobre el Estado contemporáneo, la política y el poder. Poulantzas nació en Grecia en 1936 y fue afiliado al Partido Comunista del Interior, una ruptura eurocomunista del estalinizado PC que respondía a Moscú. Se estableció en 1960 en París, donde fue discípulo de Althusser. Su pensamiento fue evolucionando desde una perspectiva estructuralista, el marco teórico predominante en la Francia de los años 60 y 70, hasta una mirada relacional del poder.

Fue el primer y más influyente marxista en sostener que el Estado no era un reflejo de las relaciones sociales de producción, sino que cumplia una función autónoma en la sociedad contemporánea. Sólo gracias a su autonomía relativa el Estado podía cumplir el papel de mantener el orden social capitalista. Esta mirada estructural del Estado, plasmada en su primer gran obra Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, permitió en su momento levantar la mirada hacia la morfología del Estado y sus instituciones para comprender sus mecanismos, capacidades, contradicciones y fallos.

Esta perspectiva, tributaria de la teoría “regional” del poder althusseriana, en el que todas las instituciones, actuaran como actuaran, eran funcionales a la reproducción del orden establecido, y donde las clases dominadas parecían no tener un papel relevante en la historia, fue cediendo paso a una teoría “relacional” del poder. En ella el Estado no es una institución monolítica ni exterior a las luchas y las presiones de las clases subalternas. Al revés, es un “campo estratégico” de disputa, atravesado por contradicciones y luchas hegemónicas, influido de manera desigual por las clases y actores en disputa.

Esta teoría relacional del poder, formulada con mayor detalle en Estado, poder y socialismo, tenía un correlato evidente en el campo de la estrategia política. Para Poulantzas, una batalla “exterior” al Estado por parte de la clase trabajadora y su correlato en la estrategia de “doble poder” que había sido practicada con éxito por los revolucionarios rusos en 1917 ya no era adecuada. La arena de disputa está fuera y dentro del Estado. De esta manera se alejaba de la estrategia clásica leninista pero también del gradualismo de la socialdemocracia. Siguiendo a Rosa Luxemburgo, Poulantzas no despreció la representación electoral como siempre engaño burgués, sino que propuso una innovadora estrategia que combinara la democracia representativa y la democracia directa, llamando a los movimientos populares a sostener pero también a presionar a los gobiernos de izquierda para que adoptaran un curso de ruptura con la clase dominante. A su estrategia la denominó un “socialismo democrático” sosteniendo que “el socialismo será democrático o no será nada”.

Bajo la influencia de Michel Foucault, sostuvo que el poder no empieza ni termina en el Estado, ni el conflicto de clase es el único eje de poder que envuelve a la sociedad. Este planteo permitió reconsiderar la existencia de diferentes cristalizaciones de poder, principios dominantes que se combinan de manera diferente según las sociedades históricas. Así, los principios étnicos, raciales, patriarcales, militares, democráticos o ético-políticos pueden ser otros tantos principios ordenadores del poder como ejes del conflicto. En la era de la globalización y la crisis, estos planteos nos exigen y al mismo tiempo nos ayudan a pensar la nueva morfología del Estado y la política, y los sujetos, escalas, vías y estrategias del cambio social. 

La estrella de Poulantzas brilló más cuando la fuerza del socialismo occidental en Europa iniciaba su declive. Su suicidio, ocurrido en 1979, a los 43 años, lanzándose del piso 22 de la Torre de Montparnasse abrazado a sus libros, sigue siendo un misterio indescifrable, más allá de las múltiples hipótesis y conjeturas que se han tejido sobre su muerte.

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Jorge Sanmartino: Sociólogo. Docente UBA-IEALC.

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