8/08/2022

por la vuelta: triunfos en el campo de juego y de constantes irregularidades a nivel institucional

 
La trama oscura de la gestión macrista en Boca


POR PDI · Sitio del Taller de Periodismo de Investigación de la FPyCS (UNLP)

Investigación realizada por estudiantes de la Comisión 1 de PDI (2017)

El 3 de diciembre de 1995, Boca perdía 6-4 ante Racing en La Bombonera, derrota que frustró sus intenciones de ganar el torneo Apertura de ese año. Ese mismo día, las urnas declaraban presidente de la institución a Mauricio Macri.

La prolija conducción de la dupla compuesta por Antonio Alegre y Carlos Heller entre 1985 y 1995 había saneado económicamente a un Boca Juniors que a principios de la década de 1980 se encontraba a la deriva, con habituales clausuras del estadio por falta de mantenimiento, cientos de juicios y pedidos de quiebra. Sin embargo, los escasos éxitos deportivos (torneo local de 1992, la Supercopa, la Recopa, la Copa Máster y la Copa de Oro) no satisficieron a los hinchas del club, que apostaron por una renovación.

A la inversa de este último ciclo, la gestión de Mauricio Macri estuvo plagada de triunfos en el campo de juego y de constantes irregularidades a nivel institucional, con la salvedad de que esta última parte rara vez tuvo repercusión. Pese a las ventas de futbolistas por más de 100 millones de dólares, los premios económicos por las conquistas internacionales y los suculentos contratos por publicidad generados por los resultados del equipo, Boca vio crecer su pasivo en unos escandalosos $90 millones durante la administración macrista, que se extendió entre 1995 y 2008, teniendo en cuenta que el actual presidente de la Nación reasumió por unos meses sus funciones en el club en este último año, pese a que ya en ese momento ejercía como jefe de gobierno porteño. Lo hizo tras la resolución de la IGJ que declaró inválidos, respecto a las exigencias del Estatuto del club, los avales bancarios presentados por Pedro Pompilio y el resto de los directivos a los que él había dejado en el poder en diciembre de 2007. Finalmente, en junio de 2008, la dupla Pompilio-Ameal ganaría las elecciones.

Pese a los espurios negocios que privaron a Boca de ganancias genuinas y la destrucción progresiva de su función social, el discurso de la mayoría de los medios de comunicación siempre repitió las bondades de un modelo de conducción nefasto.

Las irregularidades de la gestión de Macri debemos situarlas en el comienzo de su mandato. Era visible que el supuesto club quebrado económicamente que había heredado no eran más que palabras vacías, ya que poseía un pasivo de aproximados 23 millones de pesos, además de un contrato millonario con Nike. Durante los dos primeros años de gestión con recursos de Boca se compraron 52 jugadores de fútbol por 48 millones de dólares y eso no hubiera sido posible de realizar con un club en pésimas condiciones. “Macri echó a rodar la falacia de que la institución estaba destruida y que él transformó un club de barrio en uno de los más importantes del mundo. Boca es grande desde mucho antes que apareciera Macri. Macri se hizo grande gracias a Boca y no a la inversa.”, comenta Claudio Giardino, contador, candidato a presidente por “Boca es nuestro” en 2015, exrepresentante de la Asamblea de Socios e integrante de la agrupación “La Bombonera”.

Tercerizaciones

Roberto Secundino Digón, sindicalista, peronista, ex diputado nacional y voz de peso en el mundo Boca, asegura que en los primeros años de gestión de Mauricio ya comenzaban a verse caras nuevas, amigos empresarios del presidente que nada tenían que ver con intereses sociales del club sino más bien con los aspectos económicos y políticos.

Las privatizaciones y tercerizaciones se hacían presente desde la conformación de una sociedad anónima para vender a los chicos de inferiores, la tercerización del museo de Boca en el que entraban cerca de 300.000 de personas por año abonando $15 y sólo ingresaba al club una cuarta parte de las ganancias; y el merchandising manejado por Boca Crece, conformada en el comienzo por un 50% Inversora de Eventos SA, de Grupo Clarín, y otro 50% Mauricio Macri, quien luego cedió sus acciones a Boca.

“Su idea era que debía explotar personalmente el merchandising de Boca con el Grupo Clarín. Cuando se lo tuvo que ceder a Boca, oh casualidad, el Grupo Clarín empezó a hacer aportes y Boca no acompañaba. La última etapa, que es la que denunciamos nosotros, fue la gota que rebalsó el vaso. De ese 50 y 50, Boca llegó a tener un 1,83% de la asociación Boca Crece y el resto era del Grupo Clarín por haber capitalizado aportes que Boca no hizo”, afirma Giardino.

No está de más aclarar que con los activos que Boca generaba podía conformar un Departamento de Marketing dentro del club sin necesidad de tercerizar y tampoco mencionar que Orlando Salvestrini, presidente de Boca Crece, era también el tesorero del club dejando a la luz la incompatibilidad de sus funciones.

Jugadores S.A.

“Macri me terminó confesando que lo que en realidad le importaba era la política y no Boca”, aseguró Digón. Entre tantas situaciones de irregularidades y de negocios perjudiciales para el club se destaca el caso del pase de Martín Palermo.

Tras dos años en el mandato, Mauricio Macri anunció que Boca Juniors no disponía de fondos para la compra de jugadores, por lo que dio paso a la creación de un Fondo Común de Inversión (FCI), donde fue el principal accionista, y que contó en un principio con 12 millones de dólares.

En el caso del reconocido delantero, el FCI, gracias a sus inversiones, era el poseedor del 50% del pase del jugador, otro 40% era de Boca y el 10% restante le pertenecía a Estudiantes.

El 50% de la ficha de Palermo fue vendida al Villarreal de España en US$ 8.000.000. Ese dinero fue íntegramente para el Fondo Común de Inversión. Al vender el resto del pase, Villarreal pidió un descuento del 60% al cual Boca accedió. El FCI nunca devolvió porcentualmente los ingresos que ya había cobrado y que le correspondían al club de la ribera. “El FCI, según Macri, fue un negocio espectacular, pero debería decir que lo fue para él y no para Boca”, declaró Digón.

La aceptación de la aprobación de un descuento del 60% por parte de Boca hacia el Villarreal deja de resultar extraña al entender que Mauricio Macri junto con Marcelo Tinelli son acreedores del 35% de las acciones del club español.

Pero las irregularidades no se agotan en el caso Palermo: Macri creó un verdadero “club paralelo” para negociar los pases de jugadores, una estrategia que le permitió a empresarios amigos quedarse con una buena tajada de cada operación, en detrimento del club. El artífice de esta ingeniería fue nada más y nada menos que el actual titular de la Agencia Federal de Investigaciones, Gustavo Arribas.

Dice Digón: “Ya en sus primeros años de gestión, él empezó a traer gente amiga suya que no era hincha de Boca. Entre ellos se encontraba su famoso testaferro, Gustavo Arribas, quien en ese momento era escribano de ellos en Socma (Sociedad Macri)”.

El exdirigente asegura que en una primera instancia Macri le “copió” el modelo a Gustavo Mascardi, un empresario futbolístico que en los ‘90 había creado un verdadero imperio en el negocio de la representación de jugadores. “Mascardi le presentó a los presidentes de clubes italianos, que eran empresarios petroleros, y Macri quedó alucinado con el manejo de la plata, con la forma de blanquear millones de dólares. Macri mismo me decía: ‘Cuando dicen que pagan 30 o 40 millones de dólares, no es verdad. Están blanqueando plata negra del petróleo’”.

“Macri empezó a ver la plata que ganaba Mascardi y no lo podía creer. El propio Mascardi nos contó el caso del colombiano Faustino Asprilla, a quien compró en 100.000 dólares y enseguida lo vendió en un millón, después en tres millones y más adelante en siete millones. Toda la plata se la llevaba él. Después estaba el tema de sus maniobras en los paraísos fiscales para guardar la plata y no tener que entrarla a los países, evitando de esa forma pagar los impuestos. Macri aprendió rapidísimo todo al lado de Mascardi y me terminó confesando que lo que realmente le importaba era la política, no Boca”, asegura Digón.

La venta de Carlos Tevez es otro ejemplo de la operatoria de tercerizaciones que llevó adelante Macri en Boca. Digón explicó que “tuvo relación con un grupo de poderosos rusos que se habían llevado de las privatizaciones de Rusia nada menos que 10.000 millones de dólares. Los cobijó Inglaterra y pusieron la plata en el Peñón de Gibraltar, un paraíso fiscal. Compran el Chelsea, el Corinthians, entre otros clubes. Ellos querían blanquear plata y a la vez quedarse con los jugadores: eran dos negocios”.

Según el exdirigente, como pantalla de esta operatoria se creó el Grupo HAZ: la H era de Fernando Hidalgo (quien era la mano derecha de Mascardi), la A de Gustavo Arribas y la Z de Pinhas Zahavi (vinculado a los rusos, que estaba en el negocio).

“Se querían llevar jugadores de todos los clubes y tenían que eliminar representantes que no fueran afines, como hicieron con el de Tevez, Roberto Contessone. Pusieron a un testaferro de ellos, a un contador socio de Boca. Decían que eran negocios, pero era una pantalla para luego venderlo en una cifra aún más elevada a Inglaterra. Tevez se pagó 23 millones de dólares y a Boca entraron US$ 14 millones”, explica Digón.

Pero caso de HAZ tiene un antecedente: el Fondo Común de Inversiones (FCI), que tuvo su esplendor en el inicio de la era Macri.

-¿En qué consistió el Fondo Común de Inversión?


-En los primeros dos años de gestión de Macri, Boca compró 52 jugadores por 48 millones de dólares. Esa es información oficial de Boca, donde consta que los jugadores se compraron con plata propia y del club. Después salieron a decir que Boca no tenía plata para comprar jugadores y crearon un Fondo Común de Inversión por US$ 12 millones, pero con los US$ 48 millones que habían gastado antes, habrían podido formar cuatro fondos. El FCI, según Macri, fue un negocio espectacular. Pero debería decir que lo fue para él, no para Boca.

El tema de la campaña del año 1995 de Macri para asumir en Boca era que iba a limpiar al club de los intermediarios, pero fue todo lo contrario: se instalaron definitivamente”.

El diezmo xeneise

Otro problema que salía la luz durante la gestión macrista tenía que ver con el pedido del club para que los jugadores renunciaran al porcentaje del pase que les corresponde, un 15% del total. Esta situación hizo estallar a Jorge El Patrón Bermúdez, uno de los hitos del equipo multicampeón de Carlos Bianchi en los primeros años de este siglo.

“Bermúdez, con su tonada colombiana, me dijo: Robertico, cuéntame que está ocurriendo en Boca. En este club están pasando cosas raras. Barcelona ofreció seis millones de dólares por mí y me corresponden los US$ 800.000 del 15%, pero me llamó (Pedro) Pompilio y me dijo que tengo que dejar esa plata, que es mía”, relata Digón. El pase finalmente se frustró por la negativa del colombiano, que dejó el club meses más tarde en muy malos términos.

Según Digón, esta situación se repitió con Sebastián Battaglia, Marcelo Delgado y Antonio Barijho, entre otros jugadores. “Guillermo Burdisso me dijo que su hermano, Nicolás, se había visto obligado a aceptar esa situación porque una negativa hubiera significado dejar ir la oferta del Inter, que le ofrecía 1.250.000 dólares por año, con un vínculo de cinco temporadas”, señaló, al tiempo que también apuntó al caso de Fernando Gago, cuando se dio su pase al Real Madrid.


Submarino amarillo

Digón también vinculó a Macri con la compra de un porcentaje del club Villarreal de España, previo paso por el Badajoz, un equipo de segunda división que se hizo famoso en Argentina por haber sido comprado por Marcelo Tinelli.

“¿Por qué iban todos los jugadores de Boca para allá? Compraron a Palermo, Arruabarrena, Cagna, Basualdo, Riquelme…”, se pregunta Digón. “Todos iban a Villareal, porque el negocio estaba ahí. Villarreal era una sucursal del Valencia, un equipo históricamente de la C, y los llevaron a todos por ahí. Pusieron el dinero ahí. En su momento, Boca le pagó a Villarreal una fortuna (1.500.000 euros) por Rodolfo Arruabarrena por no haber hecho uso de la opción. Era un robo descarado tratándose de un futbolista de 33 años. Por otro lado, Boca nunca cobró un dinero de Newell’s, cerca de tres millones de pesos, por un acuerdo muy raro hecho en torno a Ezequiel Garay, un jugador que Boca compró y no jugó ni un minuto, como pasó con Fernando Belluschi”.


Un rojo que asusta


Pese a estos fabulosos negocios, Macri dejó el club con una impresionante deuda, mucho más alta de la que recibió cuando entró, cuya dimensión es aún mayor si se tiene en cuenta la cantidad de títulos obtenidos (con sus correspondientes premios económicos) y la venta de jugadores.

“Macri recibió el club con un pasivo de 22.000.000 de pesos y lo entregó con un pasivo de casi $110 millones. En 2007 llegó a $69 millones y en junio de 2008 a $109 millones. En 2008 se vendieron jugadores por $82 millones, pero el pasivo aumentó $40 millones”, explica Giardino. El dirigente opositor se pregunta: “¿Cómo es posible? Los medios afines aplaudían a Macri y lo veían como la solución de todos los males. Boca Juniors, durante su gestión, vendió jugadores por más de 100 millones de dólares, pero el pasivo creció y no hubo obras de infraestructura considerables”.

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