El mítico estratega norteamericano, Henry Kissinger, censurado. Sus coincidencias con Serguei Lavrov, también censurado. Las dificultades estructurales (y domésticas) de Europa. Reunión del BRICS, con invitados. Cumbre de las Américas, con expulsados. ALBA TCP, Celac. Argentina, potencia.
KISSINGER. El ex secretario de Estado Henry Kissinger está padeciendo la distorsión de sus conceptos –sólo se accede a ellos a través de enfáticos comentaristas-, ha sido incluido en listas negras suministradas a los medios occidentales por webs nazis ucranianas y recibido insultos lanzados desde el gobierno que más o menos orienta Volodímir Oleksándrovich Zelenski. Este resultó el lógico desarrollo de su postura ante la polémica abierta sobre cuál es el modo adecuado de resolver la crisis euroasiática inducida por los Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
¿Qué dijo? En el World Economic Forum de Davos, el legendario estratega expresó que los países occidentales deberían recordar la importancia de Rusia para Europa y no dejarse llevar por “el estado de ánimo del momento”. Kissinger también instó a Occidente a obligar a Ucrania a aceptar negociaciones con un “statu quo ante”. “Las negociaciones deben comenzar en los próximos dos meses antes de que genere trastornos y tensiones que no se superarán fácilmente. Idealmente, la línea divisoria debería ser un retorno al statu quo anterior”, dijo Kissinger, de 98 años. “Continuar la guerra más allá de ese punto no se trataría de la libertad de Ucrania, sino de una nueva guerra contra la propia Rusia”.
El “status quo ante” mencionado por Kissinger, que asistió a los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford y respaldó la política exterior de Donald Trump, se refiere al restablecimiento de una situación en la que Rusia controlaba formalmente Crimea e informalmente las dos regiones más orientales de Ucrania, Lugansk y Donetsk. Así, como explicamos en nuestras Fuentes Seguras destinadas al tema, quien fuera responsable de golpes de Estado e injerencias antidemocráticas en varias naciones, es enfocado como si hubiera mutado en pacifista prorruso.
Pero no cambió tanto; apenas si sostuvo su filosofía. Sucede que la misma se gestó sobre un Estado territorial, en el cual sus gobiernos eran conducidos por políticos relacionados con el poder económico y no por una zona de esa cúspide de modo directo e inapelable. Kissinger desplegó su vida diplomática asentado en unos Estados Unidos con enormes volúmenes productivos, gran capacidad para concretar inversiones externas que facilitaban enlazar naciones receptivas, políticas de Defensa hostiles a modelos ajenos y al mismo tiempo protagonizadas por quienes creían estar forjando su patria, y acciones mundiales que oscilaban entre la convicción, la conspiración y la instancia bélica. El actual guerrerismo financiero a rajatabla es visualizado por el pensador como una ruinosa y vertical máquina destructiva sin más destino que la sumisión planetaria. No lo escandaliza la muerte sino la inviabilidad de la táctica desplegada.
Sin elecciones genuinas, con una política exterior que emite órdenes mucho más potentes que su propia voz, carente de posibilidades inversoras y exigente para absorber recursos a cambio de nada, acelerado a la hora de canalizar esos beneficios rumbo a los grandes bancos para paliar sus déficits injustificados, con la Defensa en manos de empresas de mercenarios que no saben hacia dónde son enviados y –mucho peor-, cuál es su anclaje, los Estados Unidos del presente sorprenden por sus diseños vulgares al autor de La era de la Inteligencia Artificial, Nuevo Orden y China entre tantos materiales de hondos rasgos comprensivos y claramente destinados a dinamizar y acrecentar el poderío de su país.
LAVROV. Quizás el elemento más significativo de los tiempos que corren sea la coincidencia de diagnóstico entre esa mirada tan productivista como –innegablemente- injerencista, con la ofrecida por el rival, demonizado con fruición: la Federación de Rusia. El lector agudo observará que si se atemperan algunos adjetivos y ciertas declamaciones de forma, la reciente entrevista de RT Arabic al ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, contiene un sentido común. Mientras se lee, vale preguntarse, en esa segunda zona del cerebro que mantiene tensión subyacente, cuáles son los intereses que ligan los planteos. Veamos.
El canciller ruso recordó que su país lleva años advirtiendo contra la expansión de la OTAN hacia el este e instando a Kiev para que cumpla sus obligaciones en relación con Lugansk y Donetsk. “Al presidente ucraniano, Vladímir Zelenski, no le importaban las obligaciones internacionales ni la Constitución ucraniana, que garantiza directamente los derechos de la población rusohablante del país”. Frente a esto Occidente optó por proteger a Zelenski y a su Gobierno, incluso cuando estos declararon que no tenían intención de dialogar con las dos repúblicas populares, lamentó. Luego reveló que una nueva versión de un eventual acuerdo de paz fue entregada por la delegación de Rusia a la parte ucraniana, que no reacciona a las propuestas desde hace más de un mes.
Según Lavrov, la OTAN “saca provecho” de la negativa de Kiev a seguir negociando e intenta utilizar a Zelenski y a toda la población de Ucrania “hasta el último ciudadano” para “derrotar a Rusia”. Esto es así porque “Occidente ha llamado a derrotar a Rusia en el campo de batalla, y por eso hay que seguir con la guerra, hay que inundar a los nazis ucranianos y al régimen ucraniano con armamento, incluidas armas que pueden alcanzar el territorio de Rusia”. Asimismo, advirtió que la entrega de ese tipo de armamento de alto alcance por parte de los países occidentales, que “ya están llevando a cabo una guerra subsidiaria” contra Rusia a través de “las manos, cuerpos y cerebros de los nazis ucranianos”, sería “un serio paso hacia la escalada inaceptable”.
Indagado sobre la respuesta de los países árabes a la crisis ucraniana, el ministro ruso señaló que estos tienen una postura “responsable” y entienden en gran medida las causas del conflicto y las preocupaciones de seguridad expresadas por Moscú. “Nos responden con reciprocidad, entienden las amenazas para la seguridad de Rusia que Occidente lleva décadas justo en nuestras fronteras intentando hacer uso de Ucrania para contener a Rusia, para causarnos serios daños”. Que el diálogo haya sido disparado desde ese canal de RT permite incluir otra región y por tanto un panorama más abarcativo: El canciller ruso destacó que los países árabes desarrollan sus políticas de manera independiente al “chantaje” y los “ultimátums” de Occidente, que presiona a todo el mundo para que se una a las sanciones antirrusas. De este modo, el mundo árabe demuestra que “no está dispuesto a sacrificar sus intereses nacionales por cualquier apuesta geopolítica oportunista”, indicó Lavrov.
En este contexto, subrayó que la gran mayoría de los países de Asia, África y América latina tampoco quieren “renunciar a su dignidad nacional ni cumplir las tareas de los ‘compañeros mayores’. La situación vuelve a demostrar que la mentalidad colonial, los hábitos coloniales de nuestros socios occidentales no han desaparecido y que EE.UU., a su manera, y Europa, a su manera histórica, siguen pensando en categorías coloniales según las cuales tienen el derecho a dictar al resto del mundo”. Lavrov opinó que Occidente sufre de complejo de superioridad e infalibilidad. “Pero también tiene paranoia, porque en cada proceso en el que Occidente no participa, que Occidente no controla, ve una sublevación, una amenaza a su dominio. Es hora de dejar atrás estos modales y hábitos”.
Finalmente, fue al nudo. El jefe de la diplomacia rusa enfatizó que la mentalidad colonial de los países occidentales “va en contra del proceso histórico”, que se encamina a la formación de un “mundo multipolar” con varios centros de influencia económica y política.
DESENCUENTROS. Los dilemas surgidos de la acción atlantista se extienden por toda Europa y algo más. Entre las sanciones económicas que perjudican el abastecimiento y el comercio exterior de los miembros de la Unión Europea y las ayudas dispuestas para fomentar el litigio en Ucrania, los Estados “políticos”, aún territoriales, se desesperan para afrontar un horizonte en el cual es preciso incluir, además, la cotidianeidad. Los análisis de actualidad excluyen un dato relevante: esos países deben seguir abasteciendo sus mercados locales, necesitan garantizar la Seguridad, la Educación, la Salud, el funcionamiento de los trenes, la iluminación, la continuidad de la estructura estatal y otras mil actividades que requieren … dinero.
La presión del espacio financiero canalizado en el bloque anglosajón que orienta la OTAN está forzando situaciones económicas que desmembran conceptos políticos muy declamados. Eso incide, lentamente, sobre la cultura social y sobre las referencias adoptadas por las poblaciones. En concreto, las medidas más extendidas de las últimas semanas se basan en el alza impositiva para las grandes empresas en casi todos los miembros de la coalición. Vale recordar que los mismos no cuentan con la gracia norteamericana de emitir sin límite ante cualquier circunstancia. La criminal tarea occidental sobre el Donbas dejará muchos muertos, entre los cuales habrá que incluir, en un futuro mediato, al dólar.
En tanto, se intensifican los preparativos de la reunión del BRICS, con invitados, para el 24 de junio. Como anticipamos, la primera fase del cónclave la llevarán adelante Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica según la configuración original, y luego se sumarán la Argentina, Egipto, Indonesia, Kazajstán, Nigeria, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Senegal y Tailandia. Esta movida genial del coloso asiático permitirá al Oso ampliar sus vínculos comerciales en un período clave. En mediano plazo, alzará el poder del bloque hasta igualar al G7. Sobre todo, emitirá un mensaje global de vasta significación al mostrar la posibilidad de comerciar e invertir sin agredir ni sojuzgar. En el mismo tramo del año en curso, se realizarán dos reuniones contrastantes: la Cumbre de las Américas y la reunión del BRICS.
Es trascendente comparar: mientras China integra, los Estados Unidos excluyen.
AMÉRICAS. Nos acercamos. La semana pasada se realizó en La Habana, con escasa cobertura de los medios que pretenden difundir las noticias internacionales, un nuevo encuentro de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP). Participaron la República Bolivariana de Venezuela, la República de Cuba, el Estado Plurinacional de Bolivia, la República de Nicaragua, la Mancomunidad de Dominica, la República del Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, y Santa Lucía. Al menos tres de esos países poseen recursos naturales voluminosos y un know how apreciable en zonas específicas.
Si bien uno de los ejes de la reunión fue la próxima Cumbre de las Américas, el desarrollo de la misma invita a una mención. De hecho se corroboró la colaboración entre los países latinoamericanos en materia gasífera y petrolera, en asistencia educativa y salud, y en ayuda alimentaria. Pese a bloqueos y hostigamientos, los jefes de Estado allí presentes pusieron de relieve la eficacia del vínculo horizontal y analizaron los planes para incrementar esa cooperación en el futuro cercano. Vale recordar que mientras Europa se complica en las vicisitudes antes señaladas, Venezuela y Bolivia no disponen restricciones sobre las valiosas reservas de sus subsuelos y facilitan la adquisición de los mismos a las naciones que lo requieran.
Los referentes también miraron en derredor. Por un lado, se mostraron interesados en el sendero político que por estas horas, mientras emerge el artículo que usted está leyendo, se despliega en Colombia, con el ostensible anhelo de una importante elección del senador y candidato Gustavo Petro. Por otro, saludaron a la Argentina. El titular del Ejecutivo venezolano Nicolás Maduro condenó los intentos de los Estados Unidos para dividir la región y agradeció la “valiente posición del presidente argentino Alberto Fernández”, ante la exclusión de varios países a la cita en Los Ángeles. Consideraciones semejantes fueron enviadas hacia México, debido a un posicionamiento en línea del líder Andrés Manuel López Obrador.
CELAC. Hace tres días, Alberto Fernández advirtió que “yo no me callo más” y enfatizó que las reuniones internacionales deben concretarse “sin excluidos”. También repudió los bloqueos económicos. “Yo me pregunto si en verdad no deberíamos unir voces para decirle al Norte: “¡Paren!”, introdujo. Y puso de relieve la situación cubana: “En nuestro continente tenemos un país que lleva 6 décadas bloqueado económicamente y sobrevive como puede; deberíamos estar muy avergonzados de que eso ocurra”. Fue más allá: “También tenemos un país que está bloqueado hace 5 años por una disputa política y en plena pandemia lo bloquearon, cuando la solidaridad era más necesaria que nunca”, continuó al referirse a la nación boliviariana.
No en vano Maduro calificó la actitud del mandatario sureño como valiente. Previamente, la Cancillería argentina había recibido dos mensajes de la Casa Blanca relacionados con la Cumbre de las Américas que los Estados Unidos organizarán a principios de junio en Los Ángeles. El primer correo fue suscripto por el presidente Joseph Biden y formalizaba la invitación de Alberto Fernández al foro regional. El segundo mensaje fue remitido por Jill Tracy Jacobs Biden a Fabiola Yañez con el objetivo de sumarla a una sucesión de actividades sociales que desplegará para las invitadas que participen del evento.
La posición tercerista que nuestro país lleva adelante desde la misma asunción del actual gobierno, persiste y se profundiza en momentos difíciles. En concreto, la Argentina anunció que celebrará una reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en simultáneo con la IX Cumbre de las Américas. La Cancillería informó que “el evento se desarrollará en paralelo, sin contraponer los horarios, y el espíritu es mantenerse unidos como bloque”. Cabe recordar que Buenos Aires porta la presidencia pro tempore de la Celac.
A la cita podrán asistir Cuba, Venezuela y Nicaragua, los países que fueron excluidos por el anfitrión de la Cumbre de Los Ángeles, California. Como era de prever, el evento está siendo coordinado por el ministro argentino de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero, y su homólogo mexicano, Marcelo Ebrard. El fortalecimiento de la Celac, una acción conjunta entre las potencias del Sur y del Norte subcontinental, ha desplazado en el mapa internacional el rol de la Organización de Estados Americanos (OEA), históricamente hegemonizada por los Estados Unidos. La esquirla no resultó de menor importancia: hundió en el océano al Grupo de Lima, ariete contra la integración.
Uno de los escenarios de la expresión argentina fue la III Reunión Regional de Ministras y Ministros de Educación de América Latina y el Caribe, celebrada en el Palacio San Martín. Allí Fernández insistió en condenar las exclusiones y sorprendió a varios asistentes al repudiar “el bloqueo económico a Cuba y Venezuela por parte de los Estados Unidos, que se ha intensificado tras la pandemia de Covid-19”. No se privó de manifestarlo directamente al enviado del gobierno norteamericano Christopher Dodd en la Casa Rosada.
Esto llevó a los medios monopólicos internacionales, y muy especialmente a los argentinos, a cuestionar a Alberto Fernández por “tensionar” la relación con los Estados Unidos y por “respaldar dictaduras” en la región. También llevó a los críticos internos del Frente de Todos y de zonas políticas que se presentan como custodios de las banderas nacionales a ignorar por completo la información y seguir insistiendo en un alineamiento de nuestro país con la gestión Biden que sólo ellos observan con claridad.
CAFECITO. La cuestión, se dice, no es ganar; es ganar con este equipo. Los refuerzos no llegaron y hubo varias transferencias que limaron el plantel. Pero sobre todo, lector, la cuestión no es tener razón sino permitir que la realidad nos atraviese para, desde su seno, orientarla en base a los intereses profundos. Los obreros de la construcción levantan modernos edificios en los que no vivirán. Perro mundo. El crecimiento industrial argentino, que se anticipa de un siete por ciento aproximado para el año en curso, reposiciona al país en la zona. En sintonía, se impulsa una política energética de alto voltaje que potenciará esa tendencia.
Con el decreto 269, dispuesto el 25 de mayo, se “faculta al ministro de Economía a suscribir, en nombre de la República Argentina, el acuerdo de enmienda y restablecimiento del contrato de línea de crédito” para el financiamiento de la construcción de las represas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner sobre el río Santa Cruz. Son obras de volumen estratégico: junto a esas represas se incluye la de Chihuido I (Neuquén), la central térmica Manuel Belgrano, el anillo energético AMBA I y dos proyectos nucleares, la central Atucha III y el desarrollo del reactor modular Carem.
Si nuestra nación ya era importante por sus recursos naturales, al fortalecer la generación de bienes con valor agregado y un potencial energético apreciable, deviene en actor ineludible, al cual no se lo puede arriar con facilidad.
Un cafecito ayuda. Afuera, el frío aprieta. Aumentaron las tarifas y eso es responsabilidad del Estado nacional. Puede pensarse que este periodista ignora estas y otras dificultades porque marca factores positivos del decurso actual. Eso no es cierto. Ahora bien, después de tanto bregar en esta dirección geopolítica y económica, no está dispuesto a dejar de lado dos verdades: la política exterior argentina de los 12 años kirchneristas fue de excelencia. La actual, también.
¿Por qué desconocerlo?
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