¿La gran unión de la extrema derecha? El objetivo de Eric Zemmour
Por Jules de Almeida
El pasado 27 de marzo, Éric Zemmour realizó uno de sus mítines más grandes en la plaza de Trocadero en París. Miles de personas vinieron de toda Francia para escuchar al candidato de extrema derecha. Éste quiso hacer valer a los representantes políticos que se unieron a él. La historia de un mítin fuera de lo común.
Trocadero es como un gato negro, es un símbolo de mala suerte para la derecha política francesa. En 2012 y 2017, los candidatos Nicolás Sarkozy y François Fillon también realizaron mítines de esa magnitud en el mismo lugar. El final de la historia lo conocemos todos, es la derrota. Pero eso no frena la motivación de los simpatizantes de Zemmour. Muchos de los presentes vinieron de lejos e incluso bajo sus propios medios. Para asegurar el dispositivo de seguridad del mítin, cerraron la estación de metro de la zona. Esto podría haber sido un problema para las personas que no conocen bien el lugar. Pero no pasa nada, el equipo lo tenía todo pensado. Algunos activistas del partido guían a las personas perdidas. A pesar de que el camino ya estuviera indicado con unas flechas enormes y unas barreras que guiaban la travesía. Un grupo de adolescentes vestidos de “boy scouts” remodelaron a su manera un eslogan antifacista : “Todo el mundo adora a la policía”.
Los gendarmes que estaban ahí para reforzar la seguridad sonreían antes estas declaraciones de amor. Una familia que parecía que era la primera vez que venía a la capital, se quedó impresionada al ver los hermosos edificios parisinos.
Para los que no conocen París, hay que explicar qué es Trocadero. Evidentemente es un lugar turístico, pero a su vez es también el barrio del poder francés. A tan solo unos minutos caminando, se puede ir al Palacio del Elíseo (residencia del Presidente de la República), al Palacio Borbón (Asamblea Nacional), al hotel Matignon (residencia del Primer Ministro) y al Palacio de Luxemburgo (Senado). Hay que recalcar también que es uno de los lugares en el que cohabitan más personas de clase alta en el mundo. Excepto los turistas y los trabajadores del servicio de limpieza y de la hostelería, este lugar está repleto de grandes funcionarios, jefes de empresas, grandes abogados, responsables políticos… Además, esta zona de París contiene mucha historia en ella, en cada esquina de cada calle se puede encontrar una estatua. Justo enfrente de la Torre Eiffel, la plaza de Trocadero, es el lugar ideal para impresionar a las masas.
Gendarmes y hombres de negro
Hay mucho público. Cualquier rincón sirve para ver mejor la escena.Los hombres de negro garantizan la seguridad. Es imposible saber quienes son ni para quién trabajan. Vía Jules Almeida.
El dispositivo de seguridad está bien organizado y se puede dividir en diferentes etapas. Los activistas encargados de acoger a la gente, se encuentran en el primer peldaño de dicho dispositivo. Se encargan de revisar las invitaciones y los DNIs. Colaboran con dos organismos más. Muchos policías y gendarmes rodean el lugar y se nota su presencia. Las brigadas los esperan en furgones no muy lejos de donde están. Ellos son el segundo peldaño de este dispositivo. Otro organismo de seguridad está también presente dentro del mítin. Parece que tan solo se ocupan de los candidatos. Rodean y vigilan el camino por el cual, los oradores van a pasar para llegar al escenario y, obviamente, vigilan también el acceso a éste. Es imposible identificarlos, no responden a ninguna pregunta. Todos van vestidos con un suéter con capucha, el cual lleva inscrito lo siguiente : S.P.R Seguridad. Ellos son el tercer peldaño de este dispositivo de seguridad.
Como siempre, apartan a la prensa y la amontonan en una pequeña esquina. Todos los periodistas políticos están ahí : BFM, CNews, Public Sénat y muchos más. Al dispositivo de seguridad no le agradaba mucho la idea de dejar que los periodistas se mezclen con los simpatizantes, pero no lo impidieron. Había un lugar un poco elevado en la zona reservada a la prensa donde se puede ver todo, pero la entrada era limitada y ahí estaban los grandes medios de comunicación. Había que llevar unas buenas gafas y tener un poco de suerte para poder distinguir en el captador de la cámara a los oradores en medio de ese mar de banderas francesas, que los activistas ondeaban con orgullo.
Excepto las banderas francesas, las delegaciones de toda Francia enseñaban sus lugares de procedencia. Se veía ondear los colores del Franco Condado, de Gascuña, de Normandía, del Norte y de Bretaña. En ese mar azul, blanco y rojo, identificamos un “intruso”. Es la bandera tricolor, azul, blanca y roja. Hasta aquí, todo bien. Pero ésta lleva un escudo. Un águila dorada arropada de un abrigo rojo que sobrevuela la corona imperial. Es una bandera imperial napoleónica. Se puede reconocer la bandera de Napoleón III gracias a las abejas doradas que la invaden. En 1852, Napoleón III hace un golpe de estado que pone un punto final a la república e instala una dictadura que duró 20 años. Ciertamente hay símbolos más republicanos que este.
La unión de las derechas
Uno de los objetivos de este mitin era exponer al público los apoyos políticos que recibió Éric Zemmour. Como un cazador de elefantes, tiene que exhibir sus capturas a su electorado. Siendo honestos, no tienen mucho peso. Entre todos, el que más destaca es Nicolás Bay. El diputado europeo que fue elegido cuando estaba en Reagrupamiento Nacional y traicionó a su jefa. También nos encontramos con una antigua figura política francesa, Philippe de Villiers. Hoy en día, se hace viral vendiendo libros relatando teorías complotistas. Pero hay una estrella. Una bella rubia de 32 años. Cuando pasa al lado de los activistas, éstos se vuelven locos. Con sus gafas de sol y su blazer blanco inmaculado, parece una estrella de rock cristiana. Ella es Marion Maréchal-Le Pen, la sobrina de Marine Le Pen. El aura de esta mujer en los medios católicos integristas es inmensa. La ven como la nueva Juana de Arco que algún día tomará el poder en Francia para restablecer la moral católica en el país.
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El público está eufórico tras el discurso de Marion Maréchal acoge a su candidato con ovaciones. Enfrente de la Torre Eiffel, Éric Zemmour realiza un discurso muy similar a la de la oradora anterior. Como siempre, su discurso se enfoca en tan solo un tema. El islam y los musulmanes son un peligro mortal para Francia. Sus propuestas son claras. Hay que reunir a todas las familias políticas de la derecha y de la extrema derecha alrededor de un compromiso : echar el islam y los musulmanes de Francia. Si se analiza la forma, es un discurso clásico populista. Los responsables políticos son ilegítimos porque no cumplen sus promesas y dejaron entrar al país inmigrantes que tienen como objetivo islamizar Francia. Entonces hace falta un gran hombre, él mismo, para salvar el país.
Los activistas presentes estaban muy motivados. Las fotos son preciosas, no hay que resaltar ningún incidente como en el mitin de Villepinte. De todas formas, esta vez, el dispositivo de seguridad era digno de una manifestación de los Chalecos Amarillos. También había una novedad. Miles de personas vinieron con la cara destapada, con alegría y buen humor, a aclamar el discurso derechista y anti-republicano. Como es habitual, el candidato acaba su discurso diciendo “Viva la República, pero sobre todo, viva Francia”. La multitud vocifera “¡ Macron asesino !”. Este eslogan apareció durante el confinamiento viniendo de parte de los complotistas anti-vacuna. Como siempre en este campo político, hay que criminalizar al enemigo para justificar las medidas extremas que proponen.
Escuchando a los distintos participantes, se sabe qué corrientes políticas Éric Zemmour logró acoger. Para empezar, los que están decepcionados del Reagrupamiento Nacional, como Nicolás Bay. Después, los que asumen líneas políticas al límite del fascismo, mientras que la estrategia de “des-diabolización” del Frente Nacional, ahora Reagrupamiento Nacional, intenta hacer que esos discursos desaparezcan de sus discursos. Además, después del fracaso del discurso en 2017 frente a Emmanuel Macron, Marine Le Pen decepcionó a muchos. Algunos activistas se fueron a la primera ocasión. La otra gran corriente que recogió Éric Zemmour es la llamada “legitimista”, representada por Marion Maréchal y Philippe de Villiers. Marion Maréchal explica la “línea Buisson”, nombre de un filósofo que influyó mucho la extrema derecha. (Ferdinand Buisson)
Esta corriente política que muchos pensaban que había desaparecido, retomó fuerzas en 2013 durante la “manifestación para todos”. (Movilización en contra de los derechos de homosexuales como el matrimonio o la adopción). Para esta elección, propusieron una serie de medidas para proteger la familia. Una vez traducido, esto significa que quieren volver a adoptar los valores católicos tradicionales para las familias. Es decir, reducir el derecho al aborto, reducir los derechos de los homosexuales y combatir la libertad sexual y de género.
Es así que Éric Zemmour se dirige felizmente hacia su derrota (según las encuestas de opinión) junto a su pésimo equipo. Esto no es un problema para él. Si Marine Le Pen pasa a la segunda vuelta, todo el mundo le prestará más atención a él. Lo que construyó, el final definitivo del cordón sanitario entre la derecha y la extrema derecha, impactará durablemente la vida política francesa.
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