Profesor Titular de Análisis Espacial.
Departamento de Geografía UBA
Ex Decano de la Facultad de Filosofía y Letras UBA
El mundo de la economía se dirige cada día a eliminar supuestas escuelas de pensamiento, las cuales dejan de tener sentido y validez fuera del marco estrictamente académico.
Liberales, neoliberales, estructuralistas, fisiócratas, marxistas, libertarios, desarrollistas, clásicos, neoclásicos, keynesianos y muchas otras adscripciones teóricas se desvanecen en el aire frente a la incontrastable presencia de la realidad.
Los economistas “modernos”, tratan de monopolizar el discurso mediático más propensos a pontificar frente a un micrófono o un reflector, mucho más que tratar en un pizarrón de demostrar algunas de sus supuestas verdades.
Estos nos han llenado la cabeza de porquerías falsas y mal intencionadas, o mejor dicho planteada con la sola intención de darle un marco teórico a las ideas que convienen únicamente a aquellos para los que trabajan.
Así los hemos soportado tratar de convencernos de los principios de la ley de la oferta y la demanda.
Pero resulta que cuando voy a la farmacia, al almacén a la ferretería o a cualquier comercio esencial cuando la demanda sube esta es acompañada por una suba de los precios y cuando, como en nuestro país la demanda cae los precios también aumentan.
La emisión monetaria es la causante de la inflación.
La economía argentina de los últimos meses, los U$ 45.000 millones emitidos diariamente por EE.UU., los 750.000millones de Euros emitidos por el Banco Central Europeo, desmienten aquellas ideas.
El problema es el gasto público dicen, e inmediatamente sacan a relucir sus recetas para despedir empleados públicos y/o reducirles sus salarios.
Argentina con 18% de empleos públicos se ubica para la OECD en el promedio mundial de países con población que trabaja en el Estado y representando, esos empleados un 12% del gasto público replican la misma posición.
Creo personalmente que es necesario y se puede reducir sensiblemente el gasto público, pero los “liberales” no quieren discutir, ni siquiera que se les hables de incalificables subsidios que la Nación otorga a las más increíbles e impresentables instituciones: Culto, Escuelas privada, Universidades Privada, Empresas de Servicios Privatizadas, ONG S, Instituciones Públicas y Privadas diversas muchas de las cuales son grandes propagadoras del ideario liberal y la supuesta eficiencia privada.
En Argentina los subsidios que entrega el Estado son según un estudio preliminar son superiores al 4,5 % del PBI.
Otra tradicional de los economistas del poder es la inflación.
Son tan deshonestos intelectualmente que tratan de esconder las diferencias históricas entre Inflación e Incremento de Precios.
Esta división existe en los manuales de Economía desde hace varios siglos.
Sin embargo, la ocultan para tratar de disimular sus verdaderos intereses.
No han hecho el menor esfuerzo académico por tratar de investigar las dos categorías de análisis, Inflación e Incremento de Precios. Siempre se oponen enfáticamente a cualquier intento de congelamiento de precios.
Qué ocultan afirmando que esta medida generará desabastecimiento, esta afirmación tan popular entre economistas y que ha logrado penetrar las cabezas de muchísima gente.
Probablemente sea cierta durante un tiempo desde la sanción de la medida, pero no puede durar más de dos o tres meses.
Ningún empresario es tan estúpido como para meterse lo que produce en algún esfínter.
En realidad, lo que estos sofistas de la economía hacen es tratar de preservar el más importante valor de aquellos a quienes representan: mantener la posibilidad de actualizar arbitrariamente precios con el único y miserable objetivo de mantener y si es posible incrementar su TASA DE GANANCIAS.
Obviamente los economistas no están solos en su apostolado, cuentan con la invalorable complicidad de la “patria periodística”, no por lo que pregunta sino por lo que no pregunta.
Personalmente no vivo en un termo, vivo en un barrio y hago parte de las compras de mi casa.
Sorprendentemente no sólo aumentan descontroladamente los precios como si no existiera ninguna instancia de Estado que pueda actuar sobre estos abusos sino lo que más impresiona es la varianza de precios alrededor de un mismo producto y entre comercios distintos.
Son los mismos productos, que responden a procesos productivos iguales, producidos con los mismos insumos y muchas veces de la misma marca y aparecen diferencias en su precio de hasta % 100.
Esto en realidad se produce por la doble articulación de aumentos de precios absolutamente arbitrarios y sin justificación alguna y funcionarios que en vez de cumplir con la función para la cual fueron designados, pasan demasiado tiempo mirándose al espejo y repitiéndose “Soy Ministro”.
Hay que prohibir los espejos en los despachos de los funcionarios.
Si pudieran, los economistas definir claramente el concepto y el comportamiento de la Inflación con las supra variables que las constituyen, los incrementos de precios serían una consecuencia lógica de aquella y no una maniobra miserable de productores, intermediaros, mayoristas y comerciantes.
Basta de discursos que no pueden refrendarse en un pizarrón, basta de retórica pseudo económica, basta de llenar los cerebros de los desprevenidos con ideas falsas, indemostrables y esclavizantes.
No existen medio centenar de escuelas económicas existen sólo dos.
Los que defienden a ultranza el capitalismo y aquello que seguimos pensando que es posible construir una sociedad con una economía más igualitaria en la distribución de los recursos, sin explotadores, más fraterna y más justa.
No soy economista, pero provengo de un campo de la ciencia en el cual cuando se publica o se hace una afirmación de efectos cuantitativos es obligatorio que el trabajo y sus conclusiones esté acompañados de la base de ´cálculo de la investigación y una presentación de fórmulas transparentes, entendibles, precisas y bien descriptas.
Es hora de que los economistas “liberales” se vean obligados a seguir con los mismos protocolos académicos. Hay que estudiar mucho.
Hay que prepararse intelectual, académica, cultural y científicamente para dar la batalla en cada lugar que nos otorguen una oportunidad.
Militemos la economía que es también una forma de militar la lucha.
1 comentario:
La política económica.. y por ende, la economía política, es la guerra toda.
No hay batalla cultural sin batalla en el discurso económico.
De hecho, no hay ninguna otra cosa más que la economía política.
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