Frente de Todos: ¿Unidad para bajar banderas?
Así como la coalición opositora Juntos por el Cambio,
se encuentra en medio de un debate interno grave, debate que supone incluso la
discusión sobre la continuidad del liderazgo de Mauricio Macri, el tipo de
unidad que administra el Frente de Todos ha comenzado también a revelar
diferencias profundas, distintas concepciones hasta hoy puestas en sordina pero
que emergen mostrando sus límites.
Recientemente
y para nada casualmente en los albores del inicio de las negociaciones con el
FMI en cuyas demandas o “condicionalidades” siempre está el cambio de la legislación
protectora del trabajo bajo la demanda de normas flexibles, Roberto Lavagna
eventual aliado del Frente de Todos, ha vuelto a la carga con su ya tradicional
proyecto de reforma laboral, travestida esta vez como solemne “Programa
económico” (lo sabemos, Roberto Lavagna normalmente es ampuloso)
En el
proyecto del ex ministro de economía se insiste en reemplazar a las
indemnizaciones por despido solventadas por la patronal, por un fondo integrado
por el trabajador con parte de su salario, el que rige para la UOCRA y es el
mismo que estaba en el corazón de la reforma laboral planteada por el macrismo
en el año 2017 junto con la reforma previsional, proyecto que ni siquiera “los
gordos” de la CGT avalaron por su indisimulable regresividad.
Al mismo
tiempo El Pálido (brillante apelativo que empleaba Néstor Kirchner para
referirse al economista) y como es habitual, apunta que el "nuevo
empleo" debe ser flexible y precarizado, para así poder generar “empleo
genuino”, para que “el
otro 50%, el de los trabajadores que actualmente están desempleados,
subempleados, y monotributistas, puedan trabajar dignamente”.
Se trata de
una propuesta tan parecida a las ideas de Domingo Felipe Cavallo y Caro
Figueroa en los años 90', que es prácticamente igual, y que, para colmo del
absurdo, cuando se aplicó la norma flexible durante la década menemista no
generó más empleo, sino menos. Recordemos que Menem duplico el desempleo
heredado del 7% hasta llevarlo al 14% en el año 1999.
Fue el intransigente
abogado laboralista Héctor Recalde quién salió inmediatamente al cruce de esta nueva
propuesta flexibilizadora cuando advirtió:
Si se
deja sin efecto el sistema indemnizatorio al empleador le dará igual despedir o
no, es decir el trabajador pierde la protección contra el despido arbitrario.
Al mismo
tiempo el Ministro de Trabajo, Claudio Moroni, figura proveniente del círculo
de mayor confianza de Alberto Fernández, advertía que, lejos de hacerlas
desaparecer, el encarecimiento de las indemnizaciones a cargo del empleador era
un mecanismo adecuado para evitar despidos arbitrarios.
Como se
verá, la falacia hecha proyecto de Roberto Lavagna no resiste el más mínimo
contraste con la historia reciente.
Recordemos
que la informalidad laboral en el año 1975 era del 12%y el desempleo del 3%.
Tras el
desembarco neoliberal con la dictadura, y en casi tres décadas de régimen
neoliberal, el trabajo informal trepó al 50% en el lapso comprendido entre los
años 1976-2003 y el desempleo pasó de aquel 3% al 24% en igual lapso.
Durante el
kirchnerismo descendió la informalidad al 34% y el desempleo al 5,9% en el
lapso comprendido entre los años 2003 y 2015 y trepó nuevamente al 10,4% el
desempleo y al 36% la informalidad durante el gobierno neoliberal – saqueador
de Mauricio Macri, entre los años 2016 y 2019.
Como se ve
muy claramente, la informalidad laboral y el desempleo son una consecuencia del
régimen de acumulación, del modelo socioeconómico, independientemente de la
legislación laboral existente.
Esta
evidencia empírica es la que que oculta el planteo “legalista” de Roberto
Lavagna, que insiste en flexibilizar y profundizar la pérdida de derechos de
los trabajadores como extravagante modalidad de generar “formalidad y empleo
genuino” planteo que se da de bruces con toda la experiencia histórica reciente
en nuestro país.
La pregunta
surge evidente. ¿Son estas miradas contradictorias (las que propician la
flexibilidad y a contrario sensu la de sus adversarios históricos), posibles de
ser administradas bajo y por un mismo espacio político?
¿Puede el Frente de Todos gobernar con
este nivel de tensiones internas ya no en torno a matices de gestión – lo que
es habitual- sino en atención al plexo, a la médula de la política
socioeconómica y el modelo de país?
Sobre el tipo de unidad requerida por
un espacio popular- democrático para poder gobernar, fue Néstor Carlos Kirchner
en el Congreso Ordinario de la CGT en el año 2008, el que sostuvo de manera
taxativa: "Todos
juntos para hacer un acuerdo a espaldas de la gente NO. Todos juntos para
transformar la Argentina SI. Todos juntos para decir que hay que renunciar a
principios fundamentales, todos juntos para bajar banderas, NO …".
Artemio López
Director Consultora Equis
4 comentarios:
Me parece que estás exagerando un poquitín.
O abrís el paraguas antes de que llueva.
coronavirus, do your stuff with that old economist
Artemio coincido contigo en la defensa del actual sistema político laboral argentino. Discrepo en incluir a Lavagna en el FdT. Nunca tuvo nada que ver con nosotros.
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