La negociación que llevan adelante ambos países con los acreedores es un proceso complejo y arduo donde a veces ceder en todo no es suficiente para llegar a concertar el canje.
Argentina y Ecuador se diferencian en cuanto al proceso de negociación del acuerdo con los bonistas.Foto: NA
Por Julián Zícari
En este momento Ecuador y Argentina están llevando adelante procesos de renegociación de su deuda bajo legislación extranjera. Lo que llama la atención es que aquí se suele insistir, en que nuestro país debería ofrecer mejores condiciones para concertar el canje y cerrarlo de una buena vez, cuando en realidad se ve que Ecuador ya ha cedido en casi todo y mucho más que la Argentina y tampoco ha logrado cerrar el acuerdo. Por eso vale la pena hacer las comparaciones entre ambos países para entender lo que está en juego.
Por empezar digamos que el Valor Presente Neto (VPN) ofrecido por Ecuador es más alto que el de Argentina. Nuestro país hasta ahora ha ofrecido 53,5 dólares cada 100 de valor nominal de los bonos, cuando los acreedores pedían 56 y en el último fin de semana hicieron una nueva contrapropuesta, de 54,9. Es decir, una diferencia de menos de dos dólares. Sin embargo, el promedio de VPN de Ecuador es de 60 dólares. Lo que indica que, aún siendo prácticamente los mismos acreedores en los dos casos, la cuestión del monto total ofrecido no puede explicar por qué todavía no se haya llegado a un acuerdo en ninguno de los dos países.
En este mismo orden, la situación es todavía más llamativa cuando se analiza las tasas de interés promedio de los bonos ofertados: los de Ecuador rinden un 5,5% mientras que los argentinos un 3,1%. Aquí nuevamente podemos ver que las cuestiones de ceder y ofrecer más no garantizan un mejor resultado a la hora de acordar.
Por su parte, debemos recordar que Ecuador no está en default, ya que nunca dejó de pagar su deuda sino que durante su proceso de negociación, a diferencia de nuestro país, continuó pagando sus obligaciones. Este hecho debe ser remarcado, pues la Argentina al asumir una posición más dura hizo una estrategia bien distinta a la de nuestro vecino del norte.
Los montos de ambas operaciones de deuda también divergen bastante: Ecuador está negociando actualmente 17.400 millones de dólares cuando nuestro país casi cuadriplica esa cifra, al negociar 65 mil millones.
Además, en otra clara divergencia, Ecuador ha ofrecido darles un rol menor a las Clausulas de Acción Colectiva (CAC), tal cual le están reclamando insistentemente los acreedores a nuestro país, siendo esto algo que Argentina se ha negado hasta ahora a conceder. Quizás este punto sea el que explique por qué Black Rock ha decidido apoyar la renegociación ecuatoriana y no la nuestra. No obstante, por más que Black Rock haya acordado con Ecuador el resto de los Fondos no lo ha hecho.
Las explicaciones sobre por qué Ecuador ha asumido una posición tan benigna con los acreedores y sin embargo no cerró el acuerdo, se deben esencialmente a tres puntos. El primero es que dicho país es una economía totalmente dolarizada. Por lo cual, su déficit estatal no puede financiarse vía emisión ni con socorros del Banco Central. En consecuencia, está en una situación más desesperada que nuestro país a la hora de negociar. Sumemos a ello que su principal fuente de exportación es el petróleo, recurso que ha triturado su valor en los últimos meses tras la ruptura de la OPEP primero y luego de la caída de la demanda mundial, lo que ha repercutido duramente en su comercio exterior.
En segundo lugar debe señalarse que si bien Ecuador ha sido más compasivo que la Argentina con respecto a su oferta a los fondos en casi todos los puntos, en uno no lo fue. Nos referimos a los recortes del principal. Pues mientras Argentina hizo una quita mínima, en promedio del 1,9% del capital, siendo más duro con los intereses y los plazos, Ecuador está realizando un recorte promedio del 8,6%.
El último punto tiene que ver con el rol del FMI. Hoy en día uno de los elementos que dificulta el acuerdo de Ecuador con sus acreedores es que estos le exigen que primero firme un acuerdo bien duro y austero con el FMI, a fin de que se puedan garantizar recortes fiscales suficientes para el pago de su futura deuda. En el caso argentino, como sabemos, esto funciona al revés: nuestro gobierno está amenazando a los acreedores que si no acuerdan ahora se pasará a negociar con el FMI (acotando entonces los recursos disponibles en el futuro) para luego volver a negociar con ellos recién en varios meses pero en peores condiciones.
Como vemos, una negociación es un proceso complejo, arduo y en el cual se consideran muchas variables al mismo tiempo. Además, todo esto nos señala que a veces con ceder en todo no es suficiente para llegar a un acuerdo. Por ello, quienes le imploran al gobierno argentino para que conceda lo pedido por los grandes Fondos, el ejemplo de Ecuador es un caso importante y suficiente para mostrar que dichos Fondos son insaciables y que siempre exigirán más. En conclusión, que es mejor mostrarse firme y en calma tal cual lo está haciendo el gobierno ahora, ofreciendo un acuerdo sustentable y cumplible en el tiempo.
* Economista. Doctor en Ciencias Sociales (UBA/UNDAV/Conicet). Autor del libro Las crisis económicas argentinas. De Mitre a Macri.
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