EEUU: el asesinato racista de George Floyd y el estallido de la indignación. Dossier
George FloydArwa Mahdawi
Jeff Mackler
Las últimas palabras de George Floyd
Estas son las últimas palabras de George Floyd, el hombre de 46 años al que el pasado lunes, 25 de mayo, un agente de policía de Minneapolis (Minesota) sujetó en el suelo durante siete minutos con la rodilla contra el cuello hasta que se ahogó:
que es mi cara hombre
no he hecho nada grave hombre
por favor
por favor
por favor no puedo respirar
por favor hombre
por favor que alguien
por favor hombre
no puedo respirar
no puedo respirar
por favor
(inaudible)
hombre no puedo respirar mi cara
levántese solo
no puedo respirar
por favor (inaudible)
no puedo respirar mierda
quiero
no me puedo mover
mamá
mamá
no puedo
mi rodilla
mis huevos
estoy acabado
estoy acabado
tengo claustrofobia
me duele el estómago
me duele el cuello
me duele todo
un poco de agua o algo
por favor
por favor
no puedo respirar agente
no me mate
me van a matar hombre
vamos hombre
no puedo respirar
no puedo respirar
me van a matar
me van a matar
no puedo respirar
no puedo respirar
por favor señor
por favor
por favor
por favor no puedo respirar
Traducción para SP: Lucas Antón
Avaaz.org, 30 de mayo de 2020
La revuelta es el idioma de los ignorados
Arwa Mahdawi
Cuando estás oprimido, no hay forma aceptable alguna de luchar contra la opresión. Te motejan de “antipatriótico” por poner pacíficamente una rodilla en tierra para protestar contra la brutalidad policial. Te vilipendian por recurrir al boicot como instrumento no violento de resistencia. Os tachan de “MATONES” cuando, después del asesinato de otro hombre más, negro y desarmado, a manos de la policía, protestas en la calle.
El repugnante video en el que se ve cómo a George Floyd lo mata un agente de policía blanco de Minneapolis, tras los asesinatos de Ahmaud Arbery en Georgia y Breonna Taylor en Kentucky, ha provocado manifestaciones por toda Norteaméricas. En Minneapolis algunas de las protestas han acabado en violencia: hay edificios (entre ellos una comisaría de policía) a los que se ha prendido fuego y se ha saqueado una tienda de Target. Donald Trump reaccionó prometiendo sangrientas represalias, tuiteando: “Cuando empieza el saqueo, empiezan los tiros”. Otros han reaccionado retorciéndose las manos. Se han oído muchos gritos de que “¡la violencia nunca es la respuesta!” y “¡los disturbios son contraproducentes!”
Pero si la agitación violenta no es la respuesta, ¿cuál es entonces? ¿Cómo hacemos para acabar en Norteamérica con la brutalidad policía y el racismo del sistema? ¿Tendrían los manifestantes que irse a casa y escribir cartas en tono severo a su representante en el Congreso? Deberían emular a Madonna y colgar videos de sus niños bailando como forma de protesta? ¿Deberían hincar pacíficamente una rodilla en tierra? ¿Deberían los norteamericanos votar simplemente para sacar a Trump y meter en cambio a Joe Biden? Ya saben, ese tipo cuya ley de 1994 sobre delitos contribuyó de modo señalado al encarcelamiento masivo en Norteamérica? ¿Tendría la gente que esperar pacientemente un cambio gradual?
“La revuelta es el idioma de los ignorados”, afirmó Martin Luther King Jr. en una alocución de 1967 que hoy reverbera a través de las redes sociales por razones evidentes. “¿Y qué es lo que Norteamérica no consigue oír? No ha logrado oír que (…) no se han cumplido las promesas de libertad y de justicia. Y no ha logrado oír que amplios segmentos de la sociedad blanca están más preocupados por la tranquilidad y el estatus que por la justicia, la igualdad y la humanidad”.
Esa alocución se pronunció hace 53 años y Norteamérica sigue sin escuchar. La incómoda verdad es que, a veces, la violencia es la única respuesta que queda. Nos gusta fingir que es de otro modo, que es la razón por la cual a a menuda se higieniza convenientemente a los movimientos sociales. Al movimiento sufragista, por ejemplo, se le honra como “no violento”. No lo fue: pasó pasó por una fase muy militante. “Si los hombres usan explosivos y bombas para sus propios fines, lo llaman guerra”, esribió la sufragista británica Christabel Pankhurst en 1913, “y el lanzamiento de una bomba que destruye a otra gente se describe como una acción gloriosa y heroica. ¿Por qué tendría que renunciar una mujer al uso de las mismas armas que un hombre?”
No me malentiendan, no estoy glorificando la violencia…que es lo que está haciendo el presidente de los Estados Unidos. Y no estoy, desde luego, llamando a la violencia. Estoy sencillamente diciendo qué debemos interrogarnos sobre a qué llamamos “violencia” y a que llamamos “política”. Mucha de la gente que chilla “la violencia no es la respuesta” a propósito de los disturbios de Minneapolis es la misma gente que apoya de todo corazón las inacabables guerras de Norteamérica. Muchas de las personas que condenan a los saqueadores son los mismas que veneran a los multimillonarios. Saquea un televisor y eres un peligroso criminal; saquea un país y eres un capitalista emprendedor.
Norteamérica no tiene problema alguno con los disturbios o el saqueo mientras se a la gente “correcta” la que los lleva a cabo. Y todos estamos obligados a pagar por esta visión del mundo. El contribuyente norteamericano ha pagado una media 8.000 dólares per cápita y más de dos billones en total sólo por la guerra de Irak, de acuerdo con un informe del proyecto Costes de la Guerra de la Universidad de Brown, lo cual suscita la pregunta: si la violencia nunca es la respuesta, ¿por qué entonces gasta Norteamérica tanto dinero en ella?
Traducción para SP: Lucas Antón
the Guardian, 30 de mayo 2020
Plaga de asesinatos de policías racistas: Ahmaud Arbery, George Floyd y la pandemia del COVID-19
Jeff Mackler
Ahmaud Arbery, de 25 años, fue asesinado cuando corría a sangre fría por tres racistas blancos el 23 de febrero en Georgia. Los abogados de la familia de Arbery, encabezados por Benjamin Crump, creen que su asesinato fue premeditado.
La policía local, que llegó a la escena poco después del asesinato, aceptó el testimonio de los asesinos. Fueron considerados "testigos", no sospechosos. Uno, un ex policía e investigador policial, Gregory McMichael, que había trabajado bajo la jurisdicción de los primeros dos fiscales de distrito asignados al caso, fue puesto en libertad de inmediato junto con su hijo, Travis. Los fiscales concluyeron que el asesinato de Arbery estaba plenamente justificado según las leyes de Georgia. Bajo presión unos dos meses después, cuando surgieron pruebas de lo contrario, se retiraron de las deliberaciones adicionales sobre el caso.
Ahmaud Arbery: "corría a pesar de ser negro"
Arbery, un destacado jugador de fútbol americano en el instituto, según el New York Times, estaba corriendo en la pequeña ciudad predominantemente blanca de clase media de Satilla Shores en el sur de Georgia, a poca distancia de su casa al otro lado de la autopista, en una zona de mayoría negra pobre. En ese día fatal del 23 de febrero, se detuvo en una obra abierta y entró en una casa parcialmente construida. Según el propietario, que había instalado una cámara de vigilancia en el interior, probablemente entró para beber un poco de agua. No robo nada. El propietario había informado previamente a la policía que varias personas habían sido grabadas antes de manera similar dentro de la casa, incluidos varios blancos. En ningún caso cogieron o dañaron nada.
En este caso, sin embargo, inmediatamente después de que Aubrey saliera y continuara corriendo, después de unos minutos dentro, le salieron al paso el hijo de Gregory McMichael, Travis, armado con una escopeta y acompañado por su padre con su pistola Magnum .357. Se pusieron a perseguir a Arbery en su camioneta, seguidos de un tercer hombre blanco, William "Roddie" Bryan, quien grabó en video la "persecución" y el posterior asesinato en su teléfono celular. Bryan siguió a los McMichaels en su propio auto. Arbery, que huía, recibió tres disparos mientras intentaba sortear a Travis McMichael, cuyo automóvil le había bloqueado el camino. Los asesinos declararon a la policía que reclamaban el derecho de "arresto ciudadano" y de "autodefensa".
El video que grabó el asesinato de Arbery no fue hecho público por la policía y el fiscal de distrito hasta unos dos meses después. La primera fiscal, Jackie Johnson, se retiró del caso porque el ex policía e inspector Gregory McMichael había trabajado en su oficina. El segundo fiscal, George E. Barnhill, finalmente hizo lo mismo después de que la madre de Arbery, Wanda Cooper, se enterase de que el hijo de Barnhill trabajaba en la oficina del Fiscal de Distrito de Brunswick, que anteriormente había empleado a Gregory McMichael.
Funcionarios de Georgia preparan su encubrimiento
Pero tanto Johnson como Barnhill habían aceptado la historia de los asesinos antes de apartarse del caso. Ambos habían visto el video y lo mantuvieron oculto. Antes de retirarse del caso, Barnhill le escribió a la policía que no creía que hubiera evidencias de un crimen, afirmando que los McMichaels portaban legalmente sus armas según las leyes de Georgia. También afirmó que debido a que Arbery era "sospechoso de robo", los perseguidores, que tenían una "causa de primera mano probablemente sólida", estaban en su derecho de perseguirlo según la ley de arresto ciudadano del estado. Barnhill declaró que existía un video del Sr. Arbery "robando una casa inmediatamente antes de la persecución y la confrontación". La declaración de Barnhill fue cuestionada por el dueño de la casa, quien había informado a la policía que no hubo robo, que "no cogió nada". En la carta a la policía, Barnhill citó un segundo video del tiroteo filmado por un tercer perseguidor, identificado más tarde como William Bryan. Barnhill dijo que este video, que no se ha hecho público, muestra al Sr. Arbery atacando a Travis McMichael después de que él y su padre lo alcanzaran en su camioneta.
La familia Arbery se defiende
Entrevistado en el programa "Democracy Now!" De Amy Goodman, el relato del abogado de la familia de Arbery, Benjamin Crump, es sorprendente. Crump insistió:
"Bueno, como la familia de Ahmaud Arbery y mis colegas han mantenido desde el principio, creemos que William" Roddie "Bryan era parte de esta pandilla organizada que intentaba, basándose en un plan premeditado, confrontar y capturar a Ahmaud Arbery mientras hacia deporte por esa comunidad ese día. Y el mensaje de texto que fue enviado por el oficial de policía Robert Rash al dueño de la casa, diciendo: 'Si lo ve de nuevo, no llame a la policía. Llame a Gregory McMichael. Es un ex policía ', por lo que creemos que se trataba de una mafia organizada que planeaba enfrentarse con Ahmaud. Por lo tanto, es totalmente justificado que Bryan fuera arrestado y acusado”.
Los comentarios de Crump tuvieron lugar solo después de que el video del teléfono celular de Bryan fuera filtrado a los medios por los abogados de McMichael, quienes creían que justificaba a sus clientes. El mencionado mensaje de texto enviado al propietario de la casa en construcción por el oficial de policía Robert Rash, con instrucciones de no contactar a la policía sino a Gregory McMichael, fue esencial en la acusación del abogado Crump de que el asesinato de Arbery fue premeditado. He ahí a los McMichaels, armados, preparados y lanzados a una persecución inmediata, mientras Arbery desarmado corría, como acostumbraba, desde el lugar abierto de la obra, mientras el obediente Gregory McMichael llamaba a la policía desde la parte trasera de su camioneta para informar de su persecución. La policía llegó en menos de un minuto.
Crump resumió de manera concisa las demandas de la familia Arbery de la siguiente manera: “Queremos que el Departamento de Justicia no solo abra una investigación como crímenes de odio, sino que también analicen posibles violaciones de la ley en virtud de la 14a Enmienda que involucre a todos los que participaron en esta investigación, desde los primeros policías en la escena hasta el primer fiscal de distrito, Jackie Johnson, quien, según se alega, le dijo a la policía que no presentara cargos en el caso; al segundo fiscal de distrito, Barnhill, quien también dijo, como Jackie Johnson, que tenía un conflicto de intereses, pero que escribió un memorándum diciendo que no creía que hubiera causa probable para arrestar a este dúo asesino de padre e hijo y, en esencia, desequilibró con su dedo la balanza de la justicia a favor de los McMichaels; y al tercer fiscal, que dijo cuando miró el video, todas estas pruebas y las declaraciones que no creía que pudiera arrestarlos, que tenía que llevarlo a un gran jurado; y el Departamento del Sheriff del Condado de Glynn, quien filtró el video de Ahmaud Arbery de hacía tres años, en un intento de calumniarlo, así como Robert Rash, el oficial de policía que envió el mensaje de texto al propietario que alentó y apoyó a esta banda de vigilantes a capturar y enfrentarse con Ahmaud Arbery".
Hasta que se hizo público el video de Bryan, el caso de Arbery se consideraba básicamente cerrado. Se respetó la ley, en todo su omnipotencia racista, así lo proclamaron las autoridades, que lograron filtrar en secreto un informe que indicaba que Arbery había sido condenado previamente por un delito de robo en una tienda. Era negro, en un vecindario blanco, traspasando una casa en construcción, etiquetado como un ladrón que huía de un crimen y perseguido por dos y luego tres transeúntes inocentes, legalmente armados, legalmente persiguiendo a un criminal y legalmente autorizados para disparar en "defensa propia". Todo esto fue considerado “dentro de la ley” por tres fiscales. Pero la verdad es que Arbery fue linchado de acuerdo con los "principios de la justicia del sur", que aplican hoy policías asesinos en todo el país.
La difusión del video por los medios nacionales
Pero nuevamente, los medios nacionales solo se dieron cuenta tras la difusión del video, en el contexto de la actual pandemia de Covid-19. El New York Times pidió a Michael J. Moore, un abogado de Atlanta que fue fiscal en Georgia, que revisara la carta de Barnhill al Departamento de Policía del Condado de Glynn, así como el informe policial inicial. Mientras tanto, The Times compiló un relato detallado minuto a minuto de los sucesos, usando múltiples videos, llamadas de teléfono y mensajes de texto. Moore envió un correo electrónico al Times indicando que la opinión de Barnhill estaba "equivocada" y que los McMichaels parecían ser los agresores y no había justificación para el uso de la fuerza según las leyes de autodefensa de Georgia. "La ley no permite que un grupo de personas forme una banda armada y persiga a una persona desarmada porque creen que posiblemente haya sido el autor de un crimen en el pasado", escribió Moore. La compilación del TheTimes, junto con la difusión de la grabación del teléfono celular de Bryan, revirtió instantáneamente la tendencia a encubrir el linchamiento. La Oficina de Investigación de Georgia (GBI), a pesar de su historial racista, se hizo cargo de la investigación y arrestó a los McMichaels con cargos de asesinato, junto con Bryan, el auto proclamado testigo presencial, que hoy está encarcelado y acusado del mismo asesinato.
La primera fiscal negra del condado de Cobb, Joyette Holmes, ha sido nombrada fiscal principal. Al igual que con los sucesos en Ferguson, Missouri, donde la policía asesinó a un hombre negro inocente, Michael Brown, se espera que el caso discurra de manera más abierta y sosegada a través de una serie de canales legales, de los que se puede esperar que el sistema de "injusticia" criminal racista temporalmente intimidado produzca nuevos argumentos "refinados" e "interpretaciones legales" dirigidos a la liberación o quizás una reivindicación parcial de los tres racistas de la banda linchadora de Georgia.
¡La policía asesina a una persona negra desarmada cada día!
En los Estados Unidos, el racismo hace que los asesinatos de negros desarmados relacionados con la policía sean trágicamente rutinarios. ¡Un estudio parcial de tales asesinatos lanzado hace varios años en el apogeo del movimiento “Black Lives Matters” demuestra que los asesinatos de policías de personas negras desarmadas tienen lugar en promedio uno por día! Digo parcial porque muchos distritos tienen a gala no informar de tales asesinatos. ¿Y cuántos de estos asesinatos terminan en la condena de los policías asesinos? ¡Menos de un puñado! Muy pocos de los miles de asesinos racistas son condenados. Enumeramos solo un puñado de víctimas negras de asesinatos policiales para mantener vivo su recuerdo mientras continuamos cuestionando el racismo inherente en la América capitalista.
Dontre Hamilton, disparado 14 veces por un oficial de policía en un parque de Milwaukee. El agente estaba respondiendo a una llamada de unos empleados de un Starbucks cercano alegando que Hamilton, diagnosticado de esquizofrenia paranoide, estaba perturbando la paz. Los agentes que llegaron primero a la escena determinaron que Hamilton no había cometido ningún delito.
Eric Garner, sometido a una llave de estrangulamiento ilegal por agentes de la policía de Nueva York durante 15 segundos por supuestamente vender cigarrillos sueltos. Garner dijo "No puedo respirar" 11 veces cuando varios agentes lo detuvieron en una acera.
Michael Brown, asesinado a tiros en Ferguson, oficial de policía de Missouri Darren Wilson.
John Crawford , asesinado a tiros por un oficial de policía en un Walmart en Beavercreek, Ohio. Estaba comprando y sosteniendo una pistola BB de juguete.
Ezell Ford, enfermo mental de 25 años, recibió tres disparos, incluido uno en la espalda, por un policía blanco.
Dante Parker, padre de cinco hijos, murió bajo custodia policial después de ser aturdido repetidamente con un Taser en el condado de San Bernardino
Tanisha Anderson, murió después de que policías en Cleveland golpearon su cabeza contra el pavimento mientras la detenían.
Tamir Rice, de 12 años, fue asesinado a tiros por la policía de Cleveland después de que los oficiales confundieron su arma de juguete con un arma real.
Rumain Brisbon, fue asesinado a tiros por un oficial de policía de Phoenix que confundió un frasco de pastillas con un arma.
Akai Gurley, asesinado a tiros por un oficial de policía sentado con su novia en una escalera de emergencia de una vivienda pública de la ciudad de Nueva York con poca luz. El comisionado del Departamento de Policía de Nueva York, Bill Bratton, calificó el tiroteo como un "disparo accidental".
Jerame Reid, asesinado a tiros por agentes de policía en Bridgeton, Nueva Jersey, cuando viajaba como pasajero en un automóvil conducido por su amigo, quien fue detenido por la policía.
Tony Robinson, asesinado por un oficial de policía de Madison, Wisconsin, que respondía a la alerta deque alguien interrumpía el tráfico.
Y el 13 de marzo: Breonna Taylor, trabajadora de autobuses en Louisville, Kentucky, fue asesinada a tiros en su propio apartamento a la una de la mañana. Utilizando una orden de registro para un sospechoso que ya había sido detenido, la policía derribó su puerta y disparó 20 tiros, ocho a Taylor.
Y justo la semana pasada: George Floyd, inmovilizado en el suelo por la rodilla de un policía de Minneapolis en el cuello, Floyd exclamó repetidamente: "No puedo respirar". Murió en un hospital poco después. La policía lleva varias noches arrojando botes de gas lacrimógeno y disparando balas de goma contra miles de manifestantes indignados desde el lugar de su asesinato hasta la tercera comisaría de policía del distrito. Dos días después, miles de manifestantes indignados incendiaron la comisaría tras ser desalojada por la policía. En la vecina St. Paul se incendiaron edificios en toda la ciudad. Y hoy, el gobernador ha desplegado 500 soldados de la Guardia Nacional.
El informe policial original decía que Floyd "parecía estar bajo influencia", había "resistido físicamente a los policias" y estaba "sufriendo angustia mental". El alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, después de ver un video de un espectador, dijo: "Todo lo que vi estuvo mal. Fue lamentable. Y fue inaceptable. No hay excusas”. Los cuatro policías involucrados fueron despedidos. No se han formulado cargos de asesinato. ¡No hay arrestos! Solo se puede esperar que la futura investigación anunciada por el FBI encuentre áreas "grises" para quizás, una vez más, exonerar a los policías asesinos.
Un artículo del 28 de mayo del New York Times , titulado "Furia en Minneapolis tras el última muerte policial", comienza señalando que el nombramiento de un jefe de policía negro que una vez se unió a una demanda acusando al departamento de ser "un caldero de comportamientos racistas", no ha podido cambiar la naturaleza racista de la policía. "Las quejas por fuerza excesiva ... se han convertido en algo común, especialmente entre los residentes afroamericanos". El artículo señala que de las muchas quejas de residentes de violencia policial racista y excesiva desde 2012, “solo alrededor del 1 por ciento ... han dado lugar a medidas disciplinarias, según los registros de la ciudad".
Además, el artículo señala los repetidos fracasos para "reformar" la policía, incluida la elección de un alcalde blanco que "cuestiona abiertamente el racismo sistémico" y el nombramiento de un jefe de policía negro "con un enfoque orientado a la comunidad" y que había demandado al departamento por ser "un caldero de comportamientos racistas".
El artículo continúa: "Ha habido algunas reformas policiales conseguidas tras mucho esfuerzo, incluido un cambio en el manual de uso de la fuerza que requiere que los oficiales intervengan cuando ven a sus colegas usando fuerza excesiva". Pero cuando George Floyd yacía en el suelo diciendo una y otra vez "No puedo respirar", mientras que el policía Derek Chauvin le clavaba la rodilla en el cuello, incluso después perder la conciencia, los tres policías que le acompañaban no hicieron nada más que alejar a los espectadores angustiados que lo vieron todo.
No es posible reformar la naturaleza racista de la policía en esta sociedad capitalista. Su trabajo es aterrorizar, dividir y someter a la clase trabajadora, para facilitar la explotación de los trabajadores con los mayores niveles de ganancias posibles. El racismo, el sexismo, la homofobia, la transfobia y el odio a los inmigrantes son ls principales herramientas de esa explotación, junto con muchas otras formas de represión institucionalizadas que la clase dominante promueve y hace cumplir para mantener a los trabajadores divididos.
En todos estos casos citados brevemente antes, las las víctimas de asesinato eran personas negras y desarmadas. Ningún oficial de policía fue acusado o condenado por asesinato.
Y entre ellos Malcolm y Martin, Trayvon y Oscar. Y ahora Mumia y Leonard y muchas otras víctimas de asesinatos y tramas racistas de la policía.
COVID-19 y Ahmaud Arbery
La difusión nacional del asesinato de Ahmaud Arbery, un asesinato racista que de otro modo habría pasado prácticamente desapercibido, ha llegado en un momento especial en la historia de los Estados Unidos. Llenó a los titulares en un momento en que la pandemia del Covid-19, como la epidemia racista que afecta diariamente a la sociedad capitalista de los Estados Unidos, ha tenido su mayor impacto en la América negra. Según todos los estudios, la tasa de mortalidad de la población negra por COVID-19 es cualitativamente mayor en todo el país que la de la población blanca. Los negros han sido sometidos sistemáticamente a políticas discriminatorias racistas que los relegan al sector servicios con los salarios más bajos y a otros trabajos similares sin salida, a las condiciones de vivienda más pobres y a la menor cobertura sanitaria, si tienen alguna.
Alimentado por las afirmaciones incesantemente exageradas de la estabilidad del capitalismo, las bajas tasas de desempleo y la prospera economía, este velo de mentiras se ha levantado repentina e inesperadamente para revelar una sociedad repleta de desigualdades: una sociedad con tasas de desempleo reales en cerca del cincuenta por ciento. Como siempre, los negros sufren una parte desproporcionada de este horror general. Muchos economistas predicen que alrededor del 42 por ciento de los empleos perdidos en los últimos dos meses nunca volverán. Y si los nuevos desempleados, 40 millones solo en las últimas siete semanas, encuentran trabajo, será con mucho peores salarios y beneficios.
Decenas de millones de trabajadores se han dado cuenta de la naturaleza de la bestia capitalista que hoy busca obligar a volver a trabajar a millones de personas a pesar del peligro solo para mantener las ganancias capitalistas.
Este es el contexto en el que el caso de Ahmaud Arbery ha atraído la atención nacional, hasta el punto de que el presentador de CNN, Chris Cuomo, hermano del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, que presenta habitualmente los informes sobre la pandemia de COVID-19, ha tenido que abordar el racismo policial en Georgia en relación con el caso de Arbery y ahora de George Floyd. De hecho, los líderes del “establishment" del Partido Demócrata entienden perfectamente que este no es el momento para ignorar los males de la sociedad. Han presionado a su presunto candidato, el racista Joseph Biden, para que asuma una postura más razonable frente a cuestiones sociales vitales, alentando a que al menos rinda homenaje a algunas de las tímidas reformas de Bernie Sanders, y coquetean con la idea de que la “liberal" Elizabeth Warren sea la candidata a vicepresidenta. O incluso una negra, como la liberal Stacey Abrams de Georgia, que ha propuesto su candidatura como vicepresidenta, para ayudar al racista Biden a ganar los votos de las comunidades negras en el repugnante espectáculo en el que se ha convertido la política electoral capitalista.
La disparidad racista de COVID-19, cuando los oprimidos sufren las consecuencias cualitativamente más que la población en general, no es más que otra cara del racismo institucional que permite a la policía racista blanca asesinar impunemente a mujeres, hombres y niños negros desarmados, mientras llena cárceles con millones más para trabajar para las corporaciones del Fortune 500 en el complejo industrial carcelario a cincuenta centavos la hora, cada vez más privatizado y con fines de lucro. Las explosiones de descontento masivo actuales en Minneapolis, St. Paul y, mientras escribo, en Louisville, Kentucky, no son más que las chispas iniciales que pueden provocar un contraataque de la clase trabajadora y abrir un nuevo escenario para este siglo. Las grandes masas de la clase trabajadora que tienen el potencial de poner fin a este sistema degenerado tendrán la última palabra. Nunca nos hemos jugado tanto.
el hombre de 46 años al que el pasado lunes, 25 de mayo, un agente de policía de Minneapolis (Minesota) asesinó.
escritora y publicitaria radicada en Nueva York, es columnista del diario británico The Guardian.
1 comentario:
Lamentablemente, es puro caos reactivo a la crisis de desintegración sistémica detonada por el coronavirus pero que existía desde mucho antes, sin ninguna propuesta de salida que alguien pueda liderar.
Si viviera Martin Luther King de ninguna manera avalaría lo que están haciendo algunos grupos de protesta.
Las combinaciones oligárquicas que tienen el poder verdadero, relacionadas al complejo militar industrial y al sistema monetario y financiero occidental van a explotar en su beneficio el caos y la protesta sin propuesta.
Ellas quieren un mundo dividido (Occidente vs. China y Rusia) y una geopolítica de tensión permanente que coquetea con la guerra nuclear (en USA algunos ideólogos están abandonando la doctrina de la destrucción mutua asegurada, a favor de una nueva doctrina que contemple la posibilidad de ganar una guerra nuclear), lo cual es peligrosísimo.
Por lo que indica el discurso del Presidente Trump el 29/5 en el que sobresale un marcado sesgo contra China, su gobierno (posiblemente en aras de la reelección) está abandonando los principios por los cuales fue votado oportunamente: fin a las guerras perpetuas, acuerdos con Rusia y China, reindustrialización de USA, proteccionismo.
Probablemente, claudicar sus intenciones originales en medio de este caos llevará no solo a USA al desastre sino al mundo entero.
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