Nada más inexacto que el concepto sofístico de audiencias redundantes. Ese faro de la libertad, esa muralla de la democracia que es el grupo de medios para el cual reporto, posee una programación heterogénea y variopinta, donde son aceptados todos los matices y coloraturas. Qué pueden tener en común un Jorge Lanata con un Alfredo Leuco, un Daniel Santoro con un Fernández Díaz? O sin ir más lejos, un servidor con su hijo Nico? Tan sólo lo básico, desde ya la defensa de las instituciones, la libre circulación del capital, la lucha perenne contra el nazifascismo K y el populismo, la defensa incansable del estado de derecha...derecho.
En fin, los valores básicos de los republicanos convencidos. Pero todos tenemos nuestros estilos propios para interpelar a los distintos tipos de público que consumen nuestros programas. A saber: el macrista puro, el larretista, el conservador, el radical macrista, el carrioista, el antiperonista, el liberal, el vidalista, el videlista, etc. Todos targets y cosmovisiones disímiles entre sí, aunque todos del mismo lado civilizado de la grieta, como no puede ser de otra manera.
Se nos observará que los temas a tratar en nuestros programas son acotados y repetitivos durante la jornada. Esto es así pues están rigurosamente seleccionados por la gerencia del grupo, a fin de evitar la dispersión de la información en temas superfluos (como puede ser, una inverosimil red de espionaje a políticos y periodistas dispuesta por los intachables Arribas y Majdalani). Y en ese orden de ideas, para coadyuvar a que nuestros oyentes y lectores internalicen en su memoria la correcta interpretación de los hechos que desea la gerencia. Un ejemplo de candente actualidad es la muerte de Luis Espinoza.
Se nos observará que los temas a tratar en nuestros programas son acotados y repetitivos durante la jornada. Esto es así pues están rigurosamente seleccionados por la gerencia del grupo, a fin de evitar la dispersión de la información en temas superfluos (como puede ser, una inverosimil red de espionaje a políticos y periodistas dispuesta por los intachables Arribas y Majdalani). Y en ese orden de ideas, para coadyuvar a que nuestros oyentes y lectores internalicen en su memoria la correcta interpretación de los hechos que desea la gerencia. Un ejemplo de candente actualidad es la muerte de Luis Espinoza.
Nuestras audiencias ya han sido entrenadas e instruidas por nuestros editoriales, en sostener que los 11 policias tucumanos apresados son el hilo más delgado, los chivos expiatorios. Y que los verdaderos responsables del crimen son el Secretario Pietragalla, la antropóloga Frederic, y por supuesto su jefa Lady Elisabet Macbet Fernández, quienes deberían estar procesados y con prisión preventiva por este atroz hecho. Y como se extraña al probo juez Bonaďio en estas oper....oportunidades.
Estas verdades de a puño son perfectamente comprendidas por nuestro público, con el que compartimos cuatro inolvidables años de admiración acrítica por las fuerzas de seguridad y su brillante ministra, Patricia Bullrich. En los cuales nos hemos emocionado con el reconocimiento al heroico Chocobar, o con la defensa del valeroso suboficial que abatió por retaguardia al peligroso terrorista mapuche Nahuel, quien en cualquier momento podía dejar de correr, darse vuelta y arrojarle una peligrosa rama de cohihue a modo de lanza.
Nos hemos indignado con los avistamientos de Maldonado en Gualeguaychú, Ushuaia, Misiones o en una estancia de Benneton, que fuimos publicando sucesivamente, confiando en nuestras fuentes de aquel entonces, de calle 25 de Mayo 11. Para luego sorprendernos gratamente y hasta mofarnos (para qué negarlo?) de las nulas habilidades natatorias de ese piquetero corrido por las fuerzas del orden. Y hemos guardado un respetuoso silencio cuando sucedió el accidente de San Miguel del Monte, en el que un celoso guardián de la ley confundió a cinco jóvenes en un Fiat 147 con capos del narcotráfico, y les disparó.
En suma, exigimos el cese del escarnio a los medios independientes que hacemos periodismo de buena fake..fe, y somos perseguidos por opiniones difamantes, como la del satánico doctor K, Zaffaroni. O que debemos tolerar extravagantes análisis como el del histriónico consultor, Sr. López Artemio, que pretende confundir las convicciones inalterables de nuestras audiencias con la redundancia, la tautología o el pleonasmo.
No somos redundantes. Repito, no somos redundantes.
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