A 200 años de la BATALLA DE CEPEDA
Horacio Rovelli 💥
Tucumano con sangre Boliviana
El ruiseñor del Tango y la Economía
La batalla de Cepeda, del 1 de febrero de 1820, fue la primera de las dos llevadas a cabo en la cañada bonaerense del arroyo Cepeda (afluente del Arroyo del Medio que divide las provincias de Buenos Aires y Santa Fe), a unos 5 km al este del pueblo de Mariano Benítez (norte de la provincia de Buenos Aires).
Las fuerzas porteñas se movilizaron con rapidez e invadieron la provincia de Santa Fe antes de que los federales de la Liga de los Pueblos Libres llegaran a Buenos Aires. Rondeau ocupó el borde sur del bañado conocido como Cañada de Cepeda, y esperó allí a sus enemigos. Su infantería incluía el batallón de Aguerridos y el 3º de los Tercios Cívicos, este último formado principalmente por negros. En total 900 infantes. Su caballería eran originalmente los Dragones de la Patria, blandengues y voluntarios de la frontera a los que se sumaron durante la marcha milicias de la provincia en Arroyo del Medio, traídas por el general Rodríguez y el coronel Perdriel que serían unos 500 en total. Incluía una batería de artillería.
Rondeau formó su ejército en una disposición clásica, con la caballería a los lados y la infantería y la artillería al medio; protegiendo sus espaldas quedaba la larga formación de carretas. Una posición muy difícil de vencer, si el enemigo atacaba de frente. Pero en medio de la llanura, los federales no estaban obligados a hacerlo, justamente porque sus tropas eran puramente de caballería.
López era el gobernador de la provincia en que se combatía, pero dejó el mando de las operaciones de la batalla a Ramírez. Es que López era experto en acciones de guerrilla, que había demostrado ser muy capaz en las batallas. Junto a los santafesinos y entrerrianos, formaban en el ejército federal 600 abipones y guaicurúes del Chaco y un escuadrón de correntinos y guaraníes, al mando del capitán irlandés Pedro Campbell. Básicamente bien montados. Total 1.300 hombres
A las 8:30 horas los jefes federales cruzaron al galope la Cañada de Cepeda, rodearon el dispositivo y se pusieron a sus espaldas. De inmediato atacaron a la caballería, mientras la infantería trataba de asomarse entre los carros y los cañones aún apuntaban para el otro lado. La batalla duró aproximadamente diez minutos, y la huida de la caballería directorial arrastró a Rondeau. Los infantes formaron dos cuadros defensivos y rechazaron varias cargas por tres horas. El resto del ejército (casi mil hombres) debió retirarse hacia San Nicolás de los Arroyos (a orillas de río Paraná, a 60 km de distancia) y embarcarse de regreso a Buenos Aires, dirigido por el general Juan Ramón Balcarce.
Todo el norte del territorio de Buenos Aires fue invadido por federales de la Liga de los Pueblos Libres, que llegaron en pocos días a los alrededores de la ciudad de Buenos Aires. El director supremo Rondeau renunció el 11 de febrero de 1820.
La sucesión del poder en Buenos Aires se vio enmarcada por gobiernos provisorios. El primer gobernador autónomo, Manuel de Sarratea, ascendido al poder con la protección de los federales, firmó con ellos el Tratado del Pilar. Por el mismo, la provincia de Buenos Aires reconocía a las demás el derecho de darse su propio gobierno y daba por extinguido el Congreso de Tucumán.
Allí se enfrentaron los dos proyectos de país. Por un lado, el proyecto centralista basado en el puerto y en la biblia del libre mercado, de la exportación y de la producción primaria agroganadera, que beneficiaba y sigue beneficiando a una minoría oligárquica, que se apropió de la tierra y de nuestros recursos naturales.
Contra ese proyecto se plantaba el proyecto artiguista, nacional, popular, federal, republicano y democrático.
-¿Cómo se manifestaban esos dos proyectos de país?
El proyecto centralista y oligárquico se había adueñado de la Revolución de Mayo y detentaba el poder en las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1819 habían sancionado una constitución unitaria y seguían desesperados buscando un príncipe europeo que reinase sobre nuestra Patria. Del otro lado, la Liga de los Pueblos Libres, que abarcaba la Banda Oriental, Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. Era gobernada por José Gervasio Artigas pero con mucha autonomía de las provincias integrantes y participación plena de la vida ciudadana de los pueblos originarios y de los afrodescendientes.
La existencia de esos dos Estados en la misma nación era insostenible. Cada uno con gobierno, territorio, población, bandera y moneda distinta. Rondeau, Director Supremo, mandó a llamar a José de San Martín con su Ejército de Los Andes. Y San Martín no fue, porque estaba preparando su expedición libertadora al Perú. Su prescindencia fue una toma de partido a favor de los artiguistas.
Entonces el Directorio porteño mandó a llamar a Manuel Belgrano y su Ejército del Norte. Belgrano estaba enfermo (moriría cinco meses después) y se quedó en Tucumán. Pero sí fue Francisco Fernández de la Cruz, que había suplantado a Belgrano. Sin embargo, ese ejército el 8 de enero en Arequito se amotinó, encabezado por Juan Bautista Bustos, ellos estaban para pelear contra el colonialismo realista y no contra hermanos.
José Rondeau y Gonzalo Balcarce fueron totalmente derrotados por las montoneras artiguistas encabezadas por el entrerriano Pancho Ramírez, el santafesino Estanislao López y el chileno José Miguel Carreras.
Pero más allá de los jefes militares, fueron las mayorías populares del interior las que lograron aquella hazaña: gauchos, indios, negros, paisanos... y paisanas también. Esos representantes de la gauchería (paisanos, indios y negros) llegaron hasta la mismísima Plaza de Mayo y ataron sus caballadas en la pirámide. Ante el horror de los señores y las señoras de la alta sociedad porteña. Fue un antecedente lejano de las patas en la fuente.
Y se disolvió el Directorio.
Pero lo más importante es que se abortó el proyecto monárquico y centralista del Directorio Porteño.
Los historiadores del puerto siguen nombrando al año 1820 como “el año de la anarquía”. Y entonces, se desprende que esta gesta de Cepeda fue algo malo porque generó la anarquía. Cuando en realidad salvó a la Patria, al menos temporalmente.
Pero hay muchas formas que tienen las clases dominantes de combatirnos. Una es con las armas, otra es con el simbolismo. Y el silencio absoluto del Bicentenario de Cepeda es simbólicamente muy elocuente.
Hoy debería ser feriado.
Hoy debería discutirse este tema
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Deberíamos pedirle al gobierno de turno que no se ignore la historia, porque si no, nunca entenderemos el momento presente ni podremos forjar un futuro mejor, para TODOS y TODAS.
Viva la Patria.
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