brasilexit

El final de una alianza estratégica?
Brasil y Argentina ante la colisión ideológica

Esteban Actis

Las relaciones entre Argentina y Brasil atravesarán una etapa inédita desde la redemocratización de ambos países. La tensión entre Alberto Fernández y Jair Bolsonaro podría afectar lo que hasta ahora fue una alianza estratégica.

¿El final de una alianza estratégica? Brasil y Argentina ante la colisión ideológica

A partir del 10 de diciembre próximo, las relaciones entre Argentina y Brasil atravesarán una etapa inédita desde la redemocratización. Con la elección de Alberto Fernández como próximo presidente de Argentina, por primera vez entre la Casa Rosada y el Palacio del Planalto habrá visiones antagónicas (simultaneas) en relación a cuatro aspectos claves: cómo se ve la política, la economía, la región y el mundo. Es dable señalar que más allá de los momentos de menor o mayor intensidad que atravesó el vínculo en los últimos 35 años y de importantes divergencias estructurales, el relacionamiento mutuo se ancló sobre las visiones y percepciones en uno o varios pilares indicados supra. Un breve repaso de la interacción bilateral desde 1985 así lo demuestra.

Raúl Alfonsín y José Sarney discreparon en torno a la concepción de democracia pero comulgaron con el enfoque heterodoxo en materia económica, y principalmente, en torno a la importancia de la integración regional. El radical y el pemebedista sentaron las bases de lo que hoy es el Mercosur. Carlos Menem y Fernando Collor de Mello coincidieron en la necesidad de liberalizar la economía y de acoplarse a Estados Unidos como eje de la política exterior. Con la llegada de Fernando Henrique Cardoso (FHC) en 1995, los desacuerdos con el menemismo en torno a la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU y de la conformación del ALCA se matizaron en torno a una visión favorable de la globalización financiera y del orden internacional liberal. A pesar de las fricciones comerciales por los efectos de la devaluación del real de enero de 1999, el presidente argentino Fernando De la Rua intentó equilibrar la dependencia con Estados Unidos mirando a Brasil. La primera Cumbre de Presidentes de América del Sur impulsada por FHC en el año 2000 fue acompañada por la Casa Rosada. Por su parte, las visiones socialdemócratas compartidas con FHC ayudaron a transitar una coyuntura muy delicada para el relacionamiento mutuo.

El breve hiato de Eduardo Duhalde coincidió con el año electoral brasileño. El gobierno de FHC fue un aliado externo clave desde un principio para el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires. La estabilidad regional fue un activo central a preservar por ambas administraciones. La crisis argentina generó mucha preocupación en Brasilia (respaldar el gobierno interino) y muchas expectativas en San Pablo (oportunidades de inversión tras el fin de la convertibilidad). Con el arribo de Lula en enero de 2013 comulgaron rápidamente las visiones regionales y económicas. Los planteos neodesarrollistas en Brasil tuvieron eco en el Ministro Lavagna, como así también la propuesta de relanzar un Mercosur que venía a la deriva desde 1998. El viaje de Duhalde a la asunción de Lula fue simbólico, más si se tiene que en cuenta que fue el último presidente argentino en asistir a dicha ceremonia.

El triunfo del kirchenrismo en la Argentina abrió una extensa etapa (2003-1015) deentendimientos mutuos (no exento de tensiones y discrepancias) producto de una sintonía, aunque con muchos grises, en las cuatro dimensiones planteadas con el PT: progresismo político, neodesarrollista económico,fortalecimiento regional como plataforma de inserción internacional y reformismo en relación al orden internacional para evitar la cristalización de poder en las relaciones internacionales. Dos aspectos deben resaltarse. Más allá de las percepciones gubernamentales, distintos poderes facticos en Brasil no se sentían cómodos con la dinámica adquirida. El concepto de «paciencia estratégica» acuñado por Lula era un intento de blindar la relación de sus externalidades negativas. Por su parte,la sintonía bilateral fue perdiendo intensidad con el paso del tiempo hasta llegar aun enfriamiento del vínculo con Cristina Kirchner y Rousseff.

La asunción de Mauricio Macri coincidió con la crisis brasileña y el proceso de impeachment a Dilma, el cual se materializó a poco de asumido la administración de Cambiemos. Con el gobierno interino Temer primó una visión compartida en torno a los males del «populismo» y de la necesidad de una mayor apertura económica conjunta y de reinsertarse en el orden internacional liberal (OCDE, por ejemplo). En el último año, con el arribo de Jair Bolsonaro, a la profundización de la agenda heredada (materializado en la firma del acuerdo Mercosur-Unión Europea) en Buenos Aires y Brasilia primó además una importante sintonía regional en relación al tema Venezuela. Sin embargo, la decisión del ex militar de visitar Chile como primer destino internacional mostró el lugar secundario de Argentina en su política exterior. El conservadurismo recalcitrante de Bolsonaro y la visión «antiglobalista» fueron puntos disonantes y funcionales a Macri para mostrarse como un referente de la derecha moderna y liberal en la región.

El triunfo de Alberto Fernández en las elecciones presidenciales del 27 de Octubre pasado fue un baldazo de agua fría para el gobierno de Bolsonaro, quien había jugado abiertamente a favor de la continuidad de Mauricio Macri. El regreso del Peronismo introduce muchas dudas en torno a cómo se desarrollará el vínculo bilateral en los próximos 3 años ante la anomalía histórica de visiones y percepciones divergentes en cómo se ve la política, la economía, la región y el mundo. De manera resumida: progresismo versus conservadurismo popular;hetorodoxia económica versus ultraliberalismo, Grupo de Puebla versus Grupo de Lima, acoplamiento versus oposición limitada con el hegemón.

Asimismo, a las discrepancias señaladas se suma la profundización de la menor interdependencia económica entre Argentina y Brasil, factor que opera como fuerza centrífuga. En términos interanuales, el comercio bilateral cayó un 40% en el primer semestre de 2019. Las compras de Argentina a Brasil pasaron de representar de un 26% del total importador a un 21%. Por su parte, las compras de Brasil de bienes y servicios argentinos representaron apenas el 4,7% del total importador, siendo 7,7% en el mismo período del 2018.

El inicio de la tercera década del siglo XXI pone como nunca en cuestionamiento la idea de la «alianza estratégica» entre Argentina y Brasil forjada, con sus ideas y venidas, desde la redemocratización. A la pérdida de intensidad material, se le suma un contexto bilateral inédito de profundas divergencias entre la Casa Rosada y el Palacio Planalto. Los contrapuntos y desacuerdos han sido importantes en las últimas tres décadas pero siempre en el marco de importantes puentes entre ambos países, los cuales parecen estar todos rotos de cara al próximo 10 de Diciembre. Por las asimetrías estructurales (los costos de una desconexión bilateral son mayores para Argentina) el presidente argentino y sus hacedores de política tendrán el arduo desafió de construir canales y salvoconductos con Brasilia que eviten el «Brasilexit» para la política exterior argentina.