9/18/2019

leonard ha aprendido a vivir en la metamorfosis馃挭



ALBERTO R. LAR脥A *

El senador y candidato a vicepresidente, Miguel 脕ngel Pichetto, calific贸 con mucha dureza a las personas que cortaron calles y avenidas de Buenos Aires y otras ciudades del pa铆s, pidiendo implementaci贸n de la emergencia alimentaria. Seg煤n el senador, “no laburan ni quieren trabajar”. Sostuvo que son parte del endeudamiento argentino. Acus贸 a los manifestantes de querer alterar la situaci贸n. De querer conmocionar al espacio p煤blico. Para justificar sus imprecaciones se apoy贸 en una fake news: que el 60 por ciento del Presupuesto total est谩 comprendido en “planes, piqueteros, cooperativas de la pobreza, multinacional del cart贸n”. Afirm贸 que atrasan al pa铆s. “Estos pibes -dijo- quieren subirse a Sierra Maestra. No somos Biafra. Estamos en un pa铆s enfermo”.
Pichetto se permite estas declaraciones provocativas en un momento muy grave y oscuro de la Argentina. Parece claro que el desasosiego y la angustia que padecen millones de hogares en el pa铆s son la consecuencia directa de un plan de saqueo sistem谩tico, implementado por el gobierno de Cambiemos. El hambre, no es sino la repetici贸n hist贸rica de un cruel sistema aplicado anteriormente con calculada perfecci贸n por la dictadura militar. Negarla, tramitarla con frivolidad o explicarla con el argumento de que quienes quieren disolver ese mal son los mismos que la provocan, es penetrar en un 谩mbito discursivo siniestro.

Es estremecedor advertir c贸mo un senador de la Naci贸n, converso de urgencia, puede negar una realidad tan tangible para cualquier ciudadano honrado y de buena fe, con restos de sensibilidad. La carencia alimentaria no es hija de una confabulaci贸n. Es una verdad flagelante y ofensiva. Reducirla al no quieren trabajar y no trabajar谩n jam谩s, es papilla r谩pida y adulterada para consumos masivos. Abordar el significado simb贸lico de esas afirmaciones es tarea del pensamiento. Hay que recurrir al estudio de las perversas estrategias de comunicaci贸n que son inaugurales con el gobierno macrista.


El soci贸logo Sa煤l Feldman ofrece el concepto de “cinicracia” que procura sintetizar lo que es el desarrollo metodol贸gico del cinismo, como estrategia discursiva privilegiada en la gesti贸n del poder. El fin 煤ltimo, es la configuraci贸n de un sistema de creencias que se presentan con car谩cter de verdad y que no hacen sino reforzar el sentido com煤n m谩s r煤stico.

Siguiendo a Pichetto: la deuda la crean los planes sociales. El hambre no existe. Kicillof es marxista. Los piqueteros son guerrilleros. Estas falacias habladas y divulgadas en el espacio p煤blico, quieren sustituir una realidad dolorosa y eludir la responsabilidad de sus mentores. El legislador de la Rep煤blica se ha puesto el traje de campa帽a y asume un liderazgo que tiene por misi贸n difundir, acusar, exacerbar la narrativa de crueles e intolerantes. Son argumentos que fueron utilizados, en otros momentos de oscuridad de la humanidad, por los macartistas de los Estados Unidos, el nazismo alem谩n y las escuadras aterradoras de los fascistas italianos o de los falangistas espa帽oles.

Las organizaciones sociales protestan, demandan, exigen. Pero no desbordan el espacio democr谩tico. No son los criminales, sino sus v铆ctimas. Y son, parad贸jicamente, las que est谩n conteniendo para que nuevamente la historia no sea un crimen. Da la sensaci贸n de que el macrismo va camino a reminiscencias de las tragedias del 2001 y gobierna tentado por el impulso tan谩tico de recrear un nuevo Fernando De la R煤a. Las elecciones de las PASO han abierto un cauce, una espera, que tender铆a a mitigar males mayores. Esas organizaciones y la oposici贸n est谩n juramentadas en no provocar y caer en la celada de la violencia que azuza el gobierno, como alternativa a sus inexorables d铆as de agon铆a y final.

Pichetto, que ha aprendido a vivir en la metamorfosis, celebrado por el macrismo como un dialoguista, moderno y republicano, ejerce el contumaz esfuerzo de recrear los peores climas en momentos delicados.

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Se muestra 谩vido en libar hasta la 煤ltima gota de un resentimiento indisimulable, para aguijonear los m谩s bajos instintos de cierta parte de la sociedad. Aquella que quiere ver en el pobre, el excluido, el extranjero latinoamericano, la cuna que mece a todas sus frustraciones. El republicanismo que luce, sin embargo, tiene sus licencias. Es indulgente con sus propias faltas. Lo eximen de renunciar a la banca y a su dieta, aunque su legitimidad pol铆tica est茅 largamente caducada, hecho que haya consumado la clara malversaci贸n de los votos que le dieron los rionegrinos.

Denigrar como p铆caros vividores del Estado a quienes aspiran a saciar su hambre de pan y dignidad es menoscabar la idea de honestidad pol铆tica y social. Al calificar a los pobres como vagos que son culpables de su propio destino, el senador parece olvidar que su propia mesa est谩 bien servida. As铆 demuestran los 40 empleados bajo su 贸rbita en el Senado y el Consejo de la Magistratura y, seg煤n un informe en Eldestapeweb.com, los tres millones de pesos mensuales que la misi贸n del senador costaba al erario p煤blico a junio del presente a帽o. Parecer铆a, entonces que son los planeros VIP que no est谩n al alcance de la cr铆tica del discurso pichettista. Son los que no tienen urgencias. La masa sobrante puede quedar en espera penitente, en agon铆a deteriorante, paulatina. En esa concepci贸n, 茅se es su estado de naturaleza y en ello deben consumir su alma y su vida.

* Licenciado en Psicolog铆a


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