7/24/2019

son necesarias nuevas conceptualizaciones sobre la democracias en este tiempo de incertidumbre

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XIV CONGRESO DE LA SAAP
Ponencia

La política argentina en incertidumbre.
Diagnóstico y proyecciones

Por Daniel García Delgado[1]

Introducción

La inquietud sobre la política argentina en la incertidumbre en estos momentos se halla incrementada porque estamos viviendo un momento especial e importante de nuestro país. Por el momento político electoral donde no es claro todavía los próximos ganadores, y porque está mucho en juego en las elecciones presidenciales de octubre de 2019. Asimismo, porque está enmarcada en un tiempo y contexto muy especial, no solo regional sino global. Precisamente de incertidumbre y perplejidad de necesidad de tener alguna claridad sobre las apuestas que deben realizarse, sobre que va a pasar. Y todo ello remite a la a cuestión del rumbo, ya sea ‘del único camino posible’ como afirma el oficialismo, o si hay otro camino posible como señala la oposición. Por todo ello, la ponencia se apoya en cuatro puntos y un cierre:


  • Una época de incertidumbre.
  • La política como la actividad para generar certidumbre y la cultura de la incertidumbre.
  • Incertidumbre sobre la misma democracia.
  • Diagnóstico, proyecciones y rol de la ciencia política.

Una época de incertidumbre global, una época de transición
La incertidumbre no es solo en la Argentina. El hecho es que está época puede llamarse una época de incertidumbre tanto en el terreno nacional regional como global. Se han quebrado tendencias y poderes que hacían al mundo más predecible que venían desde la posguerra, de Bretton Wood, de la hegemonía norteamericana, desde la caída del muro. Sin entrar en el intento de comprender la complejidad y conflictividad de lucha actual de las superpotencias, señalamos rápidamente puntos de cambio estructurales que acentúan la incertidumbre y al mismo tiempo la búsqueda de algunas certezas:

La crisis el modelo de globalización neoliberal, aperturista que inicio la globalización a fines de los ‘70. Trilateral Comisión y la gobernanza global. G-7. Pero todavía no hay claro un orden global estabilizado en medio de una conflictividad creciente entre los principales actores. Con un pasaje del multilateralismo al unilateralismo, de los conflictos ideológicos se pasa a los comerciales y tecnológicos. Lo cierto es que desde 2008 de la caída de Lehman Brothers, ascenso de emergentes ya no hay una potencia hegemónica:) en todo caso hay una potencia que intenta conservarlo EEUU mediante políticas unilaterales y agresivas y hay otra emergente China en los últimos años que acrecienta su poder en diversos planos. En todo caso casi asistimos a una nueva guerra fría tanto con Rusia como con China, sin dejar incluir Irán y medio oriente y las políticas que buscan involucrarnos con los mismos. Esto es importante para América Latina, de cómo se posiciona al respecto en ese choque de placas tectónicas, entre el unilateralismo conflictivo de los Estados Unidos y el multilateralismo cooperativo de China, y de la natural incertidumbre que genera este mundo tensionado.

La rebelión de las elites. Así como el siglo XX desde la revolución socialista y la emergencia del Estado de bienestar y de la clase trabajado se pudo llamar una época de ‘rebelión de las masas (Ortega) de mejora en las condiciones de distribución del ingreso y de igualdad. En este tiempo en general y particularmente desde fines de los 70, comienzan a alterase las relaciones de poder, junto con la globalización neoliberal. Las corporaciones se ponen por encima de la política, y estas no tienen Patria, se establecen donde obtienen la máxima rentabilidad. Se establece una fuerte asimetría entre el poder corporativo y la democracia. Un dominio de elites sobre el demos, en búsqueda de máximas rentabilidades y modificar la institucionalidad y derechos de los Estado de bienestar. De la captura de cargos por funcionarios con lógicas de negocios y tecnocráticas, que racionalizan políticas macroeconómicas y sociales en función del poder corporativo y promueven en la región el modelo económico la desindustrialización y una acumulación que drena hacia cuentas off-shore. Esto ayuda a reproducir el endeudamiento como modalidad normal de gestión, la financiarización de la economía (Basualdo) y de la fuga de capitales (Gaggero): en síntesis, un capitalismo no competitivo, sino extractivista, rentístico y fallido.

La fractura de la clase trabajadora. Si el capitalismo fordista estuvo signado por la articulación, organización creciente de la clase trabajadora y su articulación política a con partidos obreros, socialdemócratas, populares, reformistas. Desde el Consenso de Washington la clase trabajadora se empieza a fragmentar. Claramente con las políticas de privatización y desindustrialización, empieza a quedar un sector con empleos formales, reglamentados, estables con derechos, y surge otro, con una precarización creciente, en diversas modalidades (monotributistas, cooperativas, económica popular, asistidos, cuentapropistas, etcétera). Esto tiene correlación con que ya más de un 30 por ciento de la masa laboral no está agremiadas, ni formalizada y los sindicatos pierden poder de presión y representación. La incertidumbre sobre el trabajo avanza con los intentos flexibilizadores del neoliberalismo, promotores de una sociedad de individuos. Ya no solo hay solo incertitumbre sobre cómo será el trabajo del futuro por el impacto de las nuevas tecnologías, sino sobre el no trabajo del hoy, por la pérdida de trabajos industriales, formales, tanto del sector industrial y publico inducidos por las políticas de ajuste, apertura y primarización del gobierno.

Esta fractura de la clase trabajadora introduce un clivaje con la representación política. En el caso argentino, del crecimiento de la informalidad es también una modificación de anteriores clivajes políticos, el desenganche en las elecciones del 2015 de una parte importante de la clase trabajadora del peronismo en esa elección vital. Es que la situación de vida y derechos se ha vuelto distintas y a veces contrapuestas. Unos sectores piden subsidios para sobrevivir, otros piensan que estos son a costa de sus ingresos o ganancias. Unos piensan que lo han logrado por sus propio merito, y otros que han sido abandonados. La opción por lo privado termina fortaleciéndose mediante el deterioro de los servicios públicos universales, en salud, educación, continúa incesantemente. También se manifiesta en la movilidad social descendente de los sectores medios. No sólo la clase trabajadora se fractura, se fragmenta la sociedad con mayor diversidad, con el crecimiento del sector servicios, y los intentos de des colectivizar, individualizar y reducir el papel de la política ay el Estado, en favor de lo privado y del mercado. Se desestructurar el demos, el pueblo, como sujeto colectivo clásico de la democracia, como el pueblo, que tenía confianza en la anterior etapa en poder ganar elecciones de pedir o exigir gobiernos que respondan. La otra lógica que se va imponiendo es ahora, a la inversa que todo depende de uno mismo, de la meritocrático, el emprendedorismo y el individualismo. El ideal igualitario anterior es considerado como algo negativo para la posibilidad del crecimiento para el nuevo modelo neoliberal. Algo a desterrar.

La política como la actividad para generar certidumbre y la cultura de la incertidumbre
En realidad, en términos teóricos hay diversos enfoques para el tema de la incertidumbre en las sociedades posmodernas, pero el de la teoría de sistemas parece útil para trabajar el tema. Para N. Luhman, en efecto, la política tendría la función de generar previsibilidades. Si hay algo que la política debería servir es para ampliar las previsibilidades de lo que va pasar mañana, hacer predecible la vida de la sociedad es hacerla menos anómicas, generar espacios de confianza para los esfuerzos sostenidos y para la atracción de inversiones. En cierta forma lograr certidumbre por parte de la política, es un elemento central del bien común o el interés general a promover por el Estado.

Esta perspectiva de la política y democracia durante cierto tiempo funcionó bastante bien luego de la Segunda Guerra Mundial. Con el Estado de Bienestar. Los partidos sociales demócratas, en la Unión Europea, los demócratas en los Estados Unidos, los populares y desarrollistas en la región de América Latina, pero a mediados de los ‘70 se empieza a modificar el dominante capitalismo fordista industrial nacional territorial, dominante desde los 30, por otro capitalismo, de financiarización, desglobalización y globalización, el neoliberal. Y un sistema global de dominación que va hacer más énfasis, en “el exceso de demandas”, en la necesidad de menos democracia y Estado y de más mercados y desregulación, de gobernanza global. La Trilateral Comisión es la expresión programática de ‘La Tríada’ (G-7) y su primera expresión en nuestro país es la dictadura militar. Luego, la experiencia del Consenso de Washington junto la caída del muro, con un gobierno nacional-popular, y ahora esta tercera, de un partido de derecha que por primer vez gana elecciones y realiza un programa neoliberal ‘tardío’, en la medida que proclama la apertura económica comercial como virtuosa y llena de potencialidades cuanto todos los países se están cerrando y protegiendo sus industrias, empleo y tecnología.

Ahora bien, el tercer gobierno neoliberal promueve la incertidumbre explícitamente, la institucionaliza, una cultura de incertidumbre para la mayoría, y una certidumbre para las elites. “Debemos educar en la incertidumbre” dijo el anterior ministro de Educación, E. Bullrich como parte de la batalla cultural emprendida contra el igualitarismo. La incertidumbre es vista como una virtud por el gobierno, para pasar a la sociedad de individuos vs la sociedad populista o de colectivos, en donde todo depende de uno, el empresario de sí mismo, la meritocracia, sociedad jerárquica, ruptura de lo colectivo, y representaciones amplias como los gremios (“las mafias”). El “gobierno abierto” se reclama y se sintetiza en marketing y acceso a páginas sin información relevante. La ponderación de la sociedad transparencia, a una ética pública que utiliza la judicialización sobre la corrupción clásica sobre obra pública para hacer del adversario político un delincuente y, a la vez naturalizare la corrupción estructural.

En este tiempo se repotencia una identidad de derecha y anatematiza toda representación social de pensamiento crítico, derechos humanos, equidad como volver al pasado, y toda idea de regulación intervención del Estado de derechos sociales como negativa. Pero en realidad es una incertidumbre para los de abajo, para los trabajadores para los que viven sin saber si llegan a fin de mes, jubilados, Pymes, etc. Si se pueden comprar comida o gastar en tarifas públicas, como pasa en la Provincia de Buenos Aires, o si conviene o no endeudarme para pagar gastos corrientes. Si se tendrá trabajo o si lo echaran sin mayores miramientos. Si la ciencia y tecnología si tendrá futuro, o será como anteriores versiones neoliberales el destino del exilio. Como señala Carlos Heller, El neoliberalismo es un sistema que convierte derechos de las mayorías en aumento de la rentabilidad de las minorías. Un Estado capturado por las elites realiza una gestión que genera las condiciones locales para que la rentabilidad global de las corporaciones se optimice y domine la especulación financiera sobre la economía real.

Asimismo, la comunicación tiende a colocar al adversario en el pasado, en la modernidad industrial en los ´70, años ‘de fracaso’, sin contar el hecho de que la mayoría de ese período estuvo ocupado por experiencias dictatoriales y neoliberales, y situarse como promesa de futuro, de posmodernidad light. Si en la actual situación, los servicios públicos tienen tasas de ganancias exorbitantes, aumentan la pobreza, la desigualdad y el hambre, la precarización y la pérdida de derechos, la desorganización de la vida cotidiana se asocia así a una mayor incertidumbre de la sociedad. Frente a ello, las corporaciones de ganancias ilimitadas disminuyen los salarios aumenta la precarización y el desempleo.

Ahora bien, ¿cuándo se observa que mayorías pueden apoyar a gobiernos de ricos para ricos? ¿Qué ha pasado? Y sobre todo ¿qué es posible que vuelvan a ganar nuevamente a pesar de haber hecho una gigantesca transferencia de ingresos de las mayorías a las minorías? En todo caso, porque la gente vota contra sus propios intereses? Entonces ¿Que es la democracia o en que se está transformando este régimen de gobierno o forma de vida? ¿En un régimen del gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, o en un sistema de legitimación de las elites del capitalismo salvaje en favor de la concentración, y de ricos para ricos?

¿Qué democracia es la actual?
Hasta hace poco teníamos dos visiones firmes dos certezas, podríamos decir de lo que era la democracia a las que adheríamos. Dos certezas. Una la perspectiva de Guillermo O´Donnell donde la democracia como instituciones, reglas de juega que permite, el gobierno de la mayoría, sistema de partidos marco de imperio de la ley. El pluralismo, el marco de derechos Constitucionales era un sistema de reglas instituciones y culturas políticas que permitan una competencia libre abierta que las mejores elecciones en un marco ciudad ciudadanos libres. En síntesis: la Poliarquía de Robert Dahl. Esta conceptualización empezó a estar problematizada por nuevas realidades de los ‘90 de gobiernos neoliberales, de más mercado y privatizaciones, y precarización, comienza la nueva cuestión social (la exclusión) y la fragmentación de la clase trabajadora, en una era de propiciado consumismo, por lo que se incorporó conceptualizaciones como democracias ‘delegativa’ ante una fuerte despolitización, o ‘de baja intensidad’ ante una baja accountability.

La otra perspectiva de la democracia es la Ernesto Laclau, la democracia como el escenario de los conflictos antagónicos por la hegemonía más afín a gobiernos populares, a una problemática del poder y a una visión gramsciana pos-marxista, pos-fundacional. No es una simple selección de candidatos a liderazgo mejores, sino un conflicto de dominación, de proyectos de poder de hegemonía de clases, de antagonismo, por tanto. Esto fue corregido luego por Ch. Mouffe, por agonismo, es decir, este conflicto intra-hegemónico, pero con reglas de juego, y con articulación de movimientos sociales con el sistema político, y no el éxodo institucional como predicaba Hardt y Negri.

En realidad, la teoría política de los dos teóricos más importantes sobre la democracia contemporánea de Argentina, Guillermo O´Donnell, y sus conceptos de democracias liberal, de ‘baja intensidad’, o ‘delegativa’ de los ‘90, no se aplican ya a las características que asume en este momento. O en todo caso, O´Donnell, no podría estar de acuerdo por el actual funcionamiento sesgado por la falta de independencia de la justicia, de equidad social, por la falta de accountability de la gestión pública y por un poder concentrado que tiende a empobrecer al resto de la población. La declinación del Estado de derecho, la destrucción del adversario político más que la competencia. Por las causas armadas políticamente, el marketing sucio, todo ello no constituirá la conceptualización de la democracia. Tampoco el no funcionamiento de la accountability horizontal y vertical, sino todo lo contrario, la opacidad de este proyecto, y la ausencia de un ‘Estado amigo’ sino de otro donde ahora el Estado se corre de lugar y deja a los ciudadanos sin derechos o protección, alguna. O en todo caso una contención mínima en función de la gobernabilidad.

La de Laclau por su parte, del antagonismo y ‘el significante vacío’ no terminan de dar cuenta de la necesidad para explicar las nuevas situaciones sobre frente a poderes estructurales que se posicionan en reproducir democracias de otro formato, Laclau tampoco alcanzó a integrar la nueva situación de global, el nuevo plan regional del Law fare que afectaba en forma importante ahora los líderes populares podían estar judicializados, presos. Los que llenaban “el significante vacío” amenazado. Ni la teoría comunicacional utilizada en su enfoque pos fundacional tiene el peso que finalmente logró tener el impacto de construcción de subjetividades, el marketing, el big data, la hegemonía de los medios, que van al margen de las tensiones económicas capital-trabajo o intereses objetivos interpelando otras lógicas y conflictos. En todo caso el campo donde se discute la hegemonía no es el propios sino el de los indecisos, confusos decepcionados, donde una clase social la media que quería identificarse con las clases medias altas, ahora están en declinación y son estas las que las van ajustar en nombre del ‘juntos podemos”.

Por todo ello son necesarias nuevas conceptualizaciones sobre la democracias en este tiempo de incertidumbre, tanto en el centro como en la posmodernidad periférica. Veamos un ejemplo de una y de otra.

i) La de Posdemocracia, de Crounch, Rancière, Mouffe. En la globalización neoliberal los ciudadanos se desafectan de los partidos tradicionales y de la democracia en general, es la crisis de la social democracia, de poder hacer algo distinto a los partidos liberales o conservadores en políticas de austeridad, o de paridad de derechos porque quedaban absorbidos por la tecnocracia de los bancos, la deuda y la lógica de Maastricht. Los ciudadanos se involucran en movimientos sociales, se encuentran en sistemas con aumento de la desigualdad, de declinación de clases medias y perdidas de derechos. Se desafectan de la política y la democracia y no creen que lo sistémico o lo política pueda arreglar y se produce, por un lado, la rebelión de ‘los chalecos amarillos’ contra la desigualdad y, por otro lado, tendencias al neofascismo por la identidad y por el nacionalismo económico. Las tecnocráticas se colocan en la mediación, gobierna en nombre de las corporaciones. Las derrotas de la izquierda y de socialdemocracia en la UE está procesándose ahora, lo mismo que la indefinición demócrata en EEUU, y la derrota de la izquierda o de los partidos populares en América Latina de estos últimos años son síntomas parecidos.

En esta descripción no hay demasiada salida, es un diagnóstico contextual, de época. Es una descripción, del nuevo mundo de las desigualdades. Tal vez Piquety realiza un replanteo coherente en el capitalismo del siglo XXI sobre la necesidad de replantear un sistema impositivo global para evitar la fuga de las fortunas a paraísos fiscales. Creo que tenemos más de crítica que de propuestas. Chantal Mouffe plantea la necesidad de una redefinición de la confrontación e identificaciones entre populismos de izquierda y de derecha para lograr una radicalización de la democracia.

ii) Las democracias controladas. En América Latina las elites en el poder han dado lugar a nuevas modalidades de posdemocracia, porque el poder sistémico apunta a distorsionar o impedir la libre expresión de la voluntad popular. Si bien existe el procedimiento electoral, el sistema de partidos, las elecciones, el poder estructural asume que no es posible admitir o que no debe ganar la oposición real o ‘populista’ y arbitra instituciones y medidas sistémicas para impedirlo. ¿De qué forma?

i) Mediante el low fare se erosiona el Estado de derecho y busca que los principales candidatos populares y de la oposición estén presos, procesados, exilados o anatematizados;

ii) Mediante Las fake news se utilizan para desprestigiar, generar sentido común despolitizado, fragmentar la oposición y promover un sistema de partidos de ‘oposición simulada’. Y generar operaciones mediáticas, armar causas en vinculación mediático judicial, y conflictos para problematizar el escenario y engañar, y generar una realidad paralela. Un sentido común conflictivo con el pasado, simplificado, donde todo negativo y uniformado, los 70 años.

iii) Mediante la era digital y la manipulación de las conductas electorales, una era hipermediatizada, que se utiliza en las campañas políticas, pero manipulando datos privados de los ciudadanos para incidir en sus conductas políticas, tanto mediante el uso del Big Data, algoritmos, trolls, WhatsApp, e incluso estar tentados por el fraude electrónico.

iv) Mediante operaciones de inteligencia y espionaje, de una estructura de sectores de inteligencia que operan de modo paralelo, clandestino, con una idea de doble Estado oculto, que busca un Poder Judicial cómplice para las escuchas ilegales, para armar causas y con ayuda de los medios para armar causas, lo que constituye un ataque a las libertades civiles y a la democracia misma.

La incertidumbre puede llevar al pesimismo En realidad en estas condiciones la sociedad tiende a ser presa de la tristeza y la agresión. Pero ¿es inevitable la democracia capturada por las minorías corporativas en poder del Estado? En principio es una posibilidad, pero también surgen oportunidades de superar este modelo regresivo e involutivo. En parte por la profundidad de la crisis generada en estos cuatro años, económica, social e institucional, donde no hay un solo registro económico que no sea negativo; por la gran desafección de la mayoría de los intereses de los ciudadanos, trabajadores, pymes, jubilados, economía social, y hasta por clases medidas decepcionados y en disponibilidad. Donde la crisis no distingue ya entre pymes y grandes empresas ni entre marcas centenarias y otras de menor trayectoria. Y políticamente esa oportunidad se acrecienta por el surgimiento de una nueva construcciones política más flexibles ideológicamente de la oposición, en búsqueda de superar anteriores errores, de volver articular lo nacional-popular junto con otras fuerzas sociales aumentando el pluralismo y generando nuevas alianzas. Reafirmando la necesidad de una unidad del pueblo –ahora el significante vacío- de un poder popular unido y, a la vez, diverso, para poder triunfar democráticamente sobre una estructura de poder muy asimétrico.

4. Diagnóstico, perspectivas y rol de las ciencia polítia
Ahora bien, en este contexto de incertidumbre y, a la vez, de oportunidad, de kairós y amenaza, quisiera dar certezas de lo que está en juego en las próximas elecciones, más que pronósticos o diagnósticos demoscópicos de qué alternativa triunfará y por cuánto. Y lo demoscópico suele ser una radiográfica que nos remite en algunos casos a no salir del coyunturalismo, a esperar la próxima medición, pero lo cierto es que esa radiografía hay que interpretarla.

En ese sentido, un rol de la Ciencia Política puede ser dar alguna certidumbre sobre lo que está en juego en las próximas elecciones. En principio, que ya no es el ciclo stop and go, sino algo más profundo: la posibilidad sobre el triunfo de Cambiemos de establecer una hegemonía de las elites con ruptura total con el contrato social del Estado de bienestar y sus derechos laborales y previsionales, pero finalmente optar por el escepticismo o el pesimismo posmoderno sobre la posibilidad de alguna modificación, de refugiarse en la torre de marfil. También es susceptible otro rol, y que es que la ciencia política incursione en los laberintos de la nueva gobernanza pública, se transforme en gestión, en técnica, en todo caso, en una corriente de pensamiento neo institucional que ve los problemas de gestión en juego en los gobiernos abiertos como una ciencia normal que intenta resolver los enigmas del paradigma –como señala Khun-, y tratar de vincular el New Public Management con la modernización tecnocrática que plantea el nuevo modelo neoliberal, pero no da cuenta de las anomalías que presenta. Así lo plantea (L. Aguilar, 2019): “La mejor contribución pública del trabajo de funcionarios y académicos es asegurar sostenidamente la integración de las dimensiones de la AP en estos momentos de cambio, turbulencias e incertidumbre.” En este caso vemos una ciencia política vinculada a la idea de modernización donde desaparece la problemática del desarrollo, que racionaliza la dominación corporativa y trasnacional y que no cuestiona la creciente tensión entre libertad y desigualdad, entre pérdida de soberanía popular y la nacional; entre individualismo desigualdad e inseguridad, y entre el funcionamiento de un capitalismo rentístisco y especulativo y sociedad inclusiva.

Tercero, también es posible para la ciencia política como rol en estos momentos, iluminar otro rumbo, no solo tener una visión crítica sino propositiva, mostrar que otro rumbo es posible con más Estado mayor ciencia y conocimiento; que permita mostrar que hay futuro para todos o un país normal o viable. De realizar una apuesta de conectividad entre democracia y nuevo modelo de desarrollo con mayor valor agregado y más trabajo, de independizar la justicia del Ejecutivo; de generar otra concepción de los servicios públicos y considerar otra inserción en el mundo menos subordinada. Pero este rol requiere de otro paradigma, y una perspectiva ética no solo basada en una racionalidad procedimental. En ese sentido, los principales teóricos de la democracia contemporánea en Argentina tanto Guillermo O´Donnell como Ernesto Laclau tenían una actitud ética sobre la democracia, y nosotros también deberíamos tenerla o no perderla. Y finalmente reducir la incertidumbre siempre tiene que ver con un pensamiento y una acción (teoría y praxis) en este caso en favor de construir un país con futuro.

Bibliografía

Kuhn, T. S. (2019). La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de cultura económica.
Laclau, E., & Mouffe, C. (2014). Hegemony and socialist strategy: Towards a radical democratic politics. Verso Trade.
Luhmann, N. (1998). Sistemas sociales: lineamientos para una teoría general(Vol. 15). Anthropos editorial.
Mouffe, C. (2009). Democracy in a multipolar world. Millennium, 37(3), 549-561.
O’Donnell, G. (1997). Contrapuntos: ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización. Paidós[1] Director del Área de Estado y Políticas Publicas en FLACSO Argentina.

1] Director del Área de Estado y Políticas Publicas en FLACSO Argentina.

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