La provincia de Buenos Aires define la elección nacional pero poco y nada se debate en la campaña sobre sus problemas de fondo y su topografía política y económica. Aquí un especialista en la materia ofrece un diagrama del campo de batalla.
POR: FABIÁN RODRÍGUEZ
Con poco más de 17 millones de habitantes y un padrón que supera los 13 millones de votantes (1,3 millones pueden elegir si quieren votar), la provincia de Buenos Aires es el distrito con mayor peso electoral de la Argentina, y el que expresa de manera más intensa las contradicciones y desigualdades que tenemos como sociedad. Se trata de un territorio complejo e inconmensurable, que casi nunca es interpelado en forma minuciosa durante el poco tiempo que duran las campañas electorales. Si no se discuten los problemas de fondo que tiene la Argentina, los de la provincia de Buenos Aires directamente no conocemos cuáles son.
Dos tercios de los bonaerenses viven en los 24 municipios que conforman el Gran Buenos Aires, una construcción histórico-geográfica que recién en los años noventa empezó a comprenderse como tal. Del tercio que queda, la mitad habita en las 12 ciudades más importantes (Mar del Plata, La Plata, Bahía Blanca, San Nicolás, Tandil, Zárate, Olavarría, Pergamino, Campana, Berisso, Necochea, Junín), mientras que el resto se reparte entre un puñado de partidos “intermedios” (Azul, Chivilcoy, San Pedro, Tres Arroyos, Balcarce y Trenque Lauquen, entre otros) y unos 45 municipios que tienen menos de veinte mil habitantes.
Del conurbano nos llega casi todo (lo malo): horas de pantalla dedicadas a mostrar episodios de violencia, narrados desde una perspectiva prejuiciosa que aprovecha para hablar de aquel otro que duerme en ese mega suburbio kafkiano que rodea a “La Ciudad”. Por supuesto que nadie sabe muy bien qué hacer con él, pero al menos hablamos de su peso electoral, de su conflictividad latente (queda demasiado cerca de una Capital Federal que le teme) y de alguna que otra problemática que interesa ser debatida en los ámbitos académicos.
También se habla de Bahía Blanca, La Plata y Mar del Plata, porque quien aspire a gobernar la Provincia debe tener una buena performance electoral en esos tres distritos (General Pueyrredón es el segundo municipio en cantidad de electores después de La Matanza). Allí termina todo el debate público sobre Buenos Aires. Nadie le habla a la otra provincia, la que creció de manera horizontal, conformada por pueblos que Ezequiel Martínez Estrada definió como “aerolitos, pedazos de astros habitados caídos en el campo”, tan parecidos unos a otros que “al llegar se diría que entramos otra vez al pueblo que hemos dejado, y que el viaje fue una ilusión”.
en la legislatura provincial, el conurbano está fuertemente subrepresentado, frente a una provincia silenciosa que entre las secciones electorales segunda, cuarta, quinta, sexta, séptima y octava, cuenta con 59 representantes en la cámara baja y 29 en la alta.
el agujero interior
El Poder Legislativo de la provincia de Buenos Aires está dividido en dos cámaras, con diputados y senadores que representan a cada una de las ocho secciones electorales. Se votan cada cuatro años de manera cruzada: las secciones que en una elección votan senadores, votarán diputados en la siguiente y viceversa. La distribución proporcional para la elección de legisladores es motivo de arduas discusiones que nunca terminan de saldarse. Sin entrar en mucho detalle hay que decir que con 33 diputados y 17 senadores, el conurbano está fuertemente subrepresentado, frente a una provincia silenciosa que entre las secciones electorales segunda, cuarta, quinta, sexta, séptima y octava, cuenta con 59 representantes en la cámara baja y 29 en la alta.
No es motivo de esta columna discurrir sobre esa cuestión, sino simplemente señalar una realidad que existe y que se traduce en la imposibilidad de construir mayorías legislativas necesarias para producir las reformas estructurales que saquen a Buenos Aires del atraso y la parálisis en la que se encuentra. La idea de ir a una elección pensando en juntar votos solamente en el conurbano sirve para ganar, pero complica las posibilidades de gobernabilidad: los legisladores provinciales que ingresen o renueven su banca este año deberán convivir dos años con quienes obtuvieron sus bancas en la elección de 2017, cuando en un marco de polarización similar al actual Cambiemos se quedó con 39 de los 69 escaños que se pusieron en juego, mientras que Unidad Ciudadana logró 24. A este paisaje político hay que sumarle los municipios que obtuvo Cambiemos en 2015, cuando empezó a dar muestras de la maquinaria electoral que había montado en el interior provincial y se quedó con la mayoría de las 111 intendentencias que no forman parte del conurbano (e incluso algunas de las 24 que conforman el GBA).
Para terminar de confirmar la idea de “las dos provincias” podemos echar un vistazo a las fuerzas productivas bonaerenses. Las exportaciones de la provincia de Buenos Aires durante el año 2018 alcanzaron 21.094 millones de dólares, es decir que de cada 100 dólares que ingresaron a la Argentina USD 34,26 se generaron en territorio bonaerense. Le siguen Santa Fe (22,1 dólares cada 100), Córdoba (USD 12,8 por cada cien ingresados) y mucho más atrás el pelotón de provincias que exportan lo que pueden (fundamentalmente cereales, a excepción de las petroleras Chubut y Santa Cruz). A diferencia de las demás, lo que más exporta Buenos Aires –un 25% del total– es material de transporte terrestre (autos, camionetas, motos y vehículos en general), y en segundo lugar aparecen los cereales, con un 13,5% de las exportaciones. La provincia se mueve en torno a estos dos grandes polos económicos.
De las seis terminales automotrices que funcionan en la provincia de Buenos Aires, cinco están en el conurbano: las de Ford y Volkswagen en General Pacheco; la que comparten Peugeot y Citroën en El Palomar; y la planta de Mercedes Benz en Virrey del Pino. Las dos restantes se encuentran ubicadas en Zárate (Toyota) y Campana (Honda). Este mes, todas ellas continuaron con la caída en la producción que vienen experimentando desde hace un año y operaron a menos del 20% de su capacidad instalada, dada la combineta de disminución de ventas locales y caída de las exportaciones. Una realidad que no muestra indicios de ser revertida en el corto plazo.
cualquier intento peronista serio por recuperar la provincia de buenos aires deberá incluir en su estrategia electoral una mirada profunda del interior bonaerense.
por la recuperación
Parece poco probable que Cambiemos pueda penetrar en un conurbano con la industria automotriz paralizada, las pymes del calzado y textiles quebradas, y la capacidad de consumo muy diezmada. Un territorio a priori blindado para el peronismo, donde esta vez no habrá timbreos que valgan.
Al otro polo económico bonaerense, el que se despliega silenciosamente por la provincia horizontal, no le va mejor. Si bien es cierto que se encuentra en plena venta de una cosecha que promete mejores rentabilidades que la anterior, lo que se está liquidando sirve para pagar deudas, insumos dolarizados, costos logísticos y de transporte, y gastos de producción en general. La falta de reglas del juego claras y la incertidumbre que genera un modelo plagado de imprevisiones le dan al peronismo la oportunidad de proponer un modelo productivo que sume a estos sectores medios del interior, defraudados por Cambiemos.
Cualquier intento peronista serio por recuperar la provincia de Buenos Aires deberá incluir en su estrategia electoral una mirada profunda del interior bonaerense. En primer lugar para revertir o achicar la abrumadora diferencia de votos que se produjo en muchos municipios durante 2017 (citando sólo los distritos más importantes: 28 puntos en Pergamino; 24 en Bahía Blanca; 23 en Tandil; 20 en Junín; 17 en General Pueyrredón); y en segundo término, como consecuencia de lo anterior, para recuperar los gobiernos municipales que se perdieron en 2015 y equilibrar fuerzas en la Legislatura provincial. Solo así será posible encarar las reformas que se necesitan de manera imperiosa, si queremos una provincia que recupere el rol de motor económico para una Argentina mejor de la que tenemos.
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