Primero, el Presidente expresó repetidamente que el problema de la Argentina es que “no tenemos moneda”. Será una novedad para el Presidente, pero la Argentina tiene moneda, el “peso” (plural, pesos). Es más, es una moneda soberana ya que el Estado tiene el monopolio de su emisión. Y si bien el FMI y el equipo económico local no lo entienden, la moneda soberana, como creación del Estado, es un instrumento clave de política fiscal y monetaria, y no una mercancía que hay que tener primero para luego gastar.

Esto significa que el Estado NO recauda para gastar. El Estado gasta primero, para inyectar liquidez en la economía, y recauda como acto posterior para regular que la liquidez garantice el buen funcionamiento de la economía. Una consecuencia central de lo anterior es que el estado normal de las cuentas públicas debería ser el déficit, nunca el superávit o el equilibrio, como pretende el FMI y la conducción económica actual.

Ahora bien, el Presidente afirma que “no tenemos moneda porque tenemos inflación”. Esto también merece un breve análisis. En casi cuatro años de gobierno no sólo no han podido controlar la inflación, sino que ha alcanzado niveles alarmantes. ¿Por qué tenemos inflación? La respuesta es sencilla y está en las políticas promovidas por el propio Presidente.

Los factores que contribuyen a la inflación desde que asumió Macri son, primero, el sideral aumento de tarifas de servicios públicos por la eliminación de subsidios y dolarización de las mismas, y su repercusión en toda la cadena productiva. Segundo, la eliminación de retenciones a las exportaciones de productos primarios y consecuente dolarización de productos de la canasta básica de alimentos (trigo, carne, etc.). Tercero, la dolarización de los precios de combustibles y por último, la errática política cambiaria que resultó en fuertes devaluaciones que impactaron directamente sobre tarifas, combustibles y precios de alimentos y que sectores concentrados trasladaron rápida y directamente a los precios que no dependen del sector externo.

De lo anterior se derivan dos conclusiones fundamentales. Primero, son las políticas del Presidente y su equipo que generan inflación, debilitando el poder adquisitivo de nuestra moneda. Segundo, intentar bajar la inflación, que es esencialmente de costos, con políticas de contracción monetaria como las que están implementando, no va a tener ningún impacto sobre precios (como cualquiera, menos el FMI y la conducción económica, puede ver).

Macri dijo también que “tenemos una fragilidad en nuestro sistema económico que viene de décadas”. Si se refería a la restricción externa y faltante cíclico de divisa, tiene razón (aunque seguramente no se refería a eso). La restricción externa es un problema histórico de la Argentina y de la mayoría de los países periféricos. El problema es que las políticas de apertura financiera y comercial y flotación cambiaria que implementó el macrismo, no hicieron más que agravar el problema estructural de faltante de divisa. Faltante que cubrieron con una alarmante acumulación de deuda que según todos los analistas ya es impagable.

Por último, Macri criticó a los “dirigentes que dicen que las cosas se arreglan creciendo”. Soy economista, no dirigente, y debo decirle, Presidente, que es así nomás, las cosas se arreglan creciendo. No se arreglan con políticas de ajuste, de recesión, de pobreza y de hambre. Las cosas se arreglan creciendo y con un Estado que maneja activamente variables clave de la economía como el tipo de cambio y las reservas y que redistribuye recursos hacia los sectores más necesitados. Para esto es clave hacer un uso político del déficit fiscal y de la moneda soberana y no negar su existencia.

*Economista, investigador docente del Área de Economía Política, Universidad Nacional de General Sarmiento. Twitter: @EconomiaPolUngs