DEPREFLACIÓN EN EL AÑO ELECTORAL
La macroeconomía tradicional plantea una disyuntiva entre empleo e inflación. De acuerdo a las teorías económicas habituales, la política económica puede estimular la creación de empleo, pero a costa de una mayor presión alcista en los precios. La alternativa sería priorizar la estabilización de los precios, pero a costa de una menor actividad económica y empleo. Sin embargo, a más de tres años de aplicación del programa económico liberal y a cuatro meses de implementarse el experimento ultramonetarista de cero crecimiento de la base monetaria, la economía argentina se hunde en la peor combinación posible: una brutal caída de la actividad económica y el empleo, acompañada de una inflación fuera de control.
La combinación de depresión en la actividad económica con una inflación en ascenso se denomina técnicamente como “depreflación”, un término de escasa difusión entre los economistas que, como máximo, aceptaban hasta ahora la estanflación (estancamiento productivo con inflación). La depreflación argentina es el resultado directo de la aplicación del programa económico impuesto por el FMI a cambio de dólares frescos que eviten la cesación de pagos de las deudas antes de las elecciones de octubre.
La imposición de una política de dólar flexible, eufemismo con el que se promovió la última megadevaluación, acelera la suba de los precios. Esa inflación es el instrumento deliberadamente promovido para contraer los ingresos reales de la población y, de esa manera, reducir la demanda de dólares por la vía de la recesión económica. La menor producción reduce las importaciones de insumos y, al desalentar la inversión, contrae la compra de medios de producción importados; la merma de los ingresos de la población reduce las importaciones de bienes de consumo y el turismo en el exterior; y la menor capacidad de ahorro pincha la demanda minorista de dólares. En paralelo, el ajuste de los gastos públicos por debajo de la evolución de los precios (y de la recaudación nominal) promueve la reducción del déficit fiscal primario, mientras profundiza la caída de la actividad económica.
La consecuencia es un derrumbe de la actividad productiva acompañada por una exacerbación del proceso inflacionario. Algo habitual en la triste historia económica argentina de crisis externas pero que la mayor parte de los economistas del gobierno (incluyendo allí a los del FMI) desconocen por su débil formación, muy dependiente intelectualmente de corrientes teóricas de los países centrales y con una grave ignorancia del pensamiento económico nacional y latinoamericano. Tal vez, el fracaso del experimento ultramonetarista lleve a muchos economistas a arrojar a la basura los libros de Milton Friedman mitigando la crisis social provocada por los mismos, al alimentar los carros de quienes, al perder el empleo, deben procurarse un sustento juntando papel y cartón. [...]
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