12/10/2018

esperando el impacto



¿Cuándo podría ocurrir la próxima corrida?


Julian Zícari






La economía argentina está atravesando una situación delicada. De eso no hay dudas. Los signos “optimistas” son sumamente perturbadores: el Gobierno festeja porque las tasas de interés por primera vez en meses están por debajo del 60%, que la inflación proyectada hacia adelante se ubicaría entre el 2 y el 3% mensual, que el riesgo país no volvió a superar los 800 puntos y que el FMI le dio al país la mayor ayuda financiera de la historia. En cualquier parte del mundo esta situación sería preocupante y cercana a la desesperación total, pero aquí parece todo un triunfo de la política del “doble cero”. E incluso hay voces que la elogian.

Lo que es aún peor, de los casi 21 mil millones de dólares otorgados por el FMI este año, el país ya se gastó más de 18 MM de ellos, pero aún así el dólar pasó de 25 pesos –cuando se firmó el primer acuerdo con el Fondo- a estar en torno a los 40, sin que el derrumbe económico parara de acentuarse.

Este recorrido del precio del dólar durante el año se hizo en cuatro corridas cambiarias. Una primera que duró 2 semanas, que comenzó a fin de abril, donde el dólar pasó de 20 a 25 pesos. Una segunda al comenzar junio, en la cual el dólar trepó, de una semana a otra, hasta cotizar en 28 pesos. La tercera corrida fue durante los primeros días de agosto, que pasó desde esos 28 a 30, para sufrir la cuarta a fin de ese mes y superar los 40 pesos.

Muchos analistas pronostican que 2019 tampoco será un buen año económico, sino que los mercados estarán sujetos otra vez a vaivenes y tensiones, incluso todavía mayores a los de 2018 puesto que el año entrante se elige Presidente. Además, obviamente, de que no parece factible que se quiebre el arrastre recesivo actual, haciendo entonces que las expectativas sean muy volátiles. Por todo ello, es interesante indagar cuándo podría irrumpir –si es que irrumpe- la próxima crisis cambiaria.

La respuesta parece fácil: en marzo de 2019. ¿Por qué? Son por lo menos seis los elementos que le adjudican a dicha fecha una buena probabilidad de que ello ocurra (si es que hay nuevas crisis).

El primero tiene que ver con los vencimientos acumulados para los primeros meses del año próximo son realmente muy altos: en enero vencen 6.080 mil millones de dólares (2.244 en bonos y 3.836 en letras), en febrero 6.223 MM (3.636 y 2.587 respectivamente) y en marzo otros 10.610 MM (8.071 y 2.539). Es decir, vencen casi 23 mil millones de dólares, cuando recién a fin de marzo el FMI desembolsaría 12.700 MM. Lo que obligaría al gobierno a tener una tasa de renovación en torno al 50% para no continuar perdiendo reservas ni sufrir fuertes presiones cambiarias.

En segundo lugar, el bimestre enero-febrero es el más “seco” del año en términos de liquidaciones de exportaciones. Por lo cual, no habría allí entrada genuina de dólares, sino que incluso la demanda de la divisa suele subir por los consumos relacionados a los viajes en el exterior por turismo.

En tercer lugar, aún con un diagnóstico económico muy optimista como el que esgrime el gobierno, la economía continuará cayendo hasta marzo, teniendo la crisis su piso allí, puesto que las liquidaciones de la cosecha se dan con fuerza recién en abril/mayo.

En cuarto lugar, en marzo comienza el ciclo electoral en el país en dos sentidos. Por un lado, porque comienzan a sucederse las elecciones en las distintas provincias, donde 17 de los 24 distritos del país (hasta ahora) desdoblarán sus comicios. Siendo esos distritos lugares en las cuales el peronismo tiene más chances de imponerse. Y por lo tanto, haciendo que también el ciclo electoral presidencial comience en marzo, temiendo los mercados que el kirchnerismo siga fuerte o con altas chances de ganar las elecciones como hasta ahora muestran las encuestas.

En relación a esto último, y en quinto lugar, la historia misma ha señalado a marzo como uno de los meses más calientes para la economía, tanto como lo suele ser diciembre para la política. Las últimas dos crisis tuvieron sus epicentros allí: en 1989 la corrida que comenzó en febrero, explotó en marzo; en 2001 fue el mes más álgido en términos de fuga de capitales con tres ministros de Economía ese mes: Machinea, López Murphy y Cavallo.

Finalmente, por todo lo anterior, en sexto lugar, en marzo las expectativas económicas pueden volverse excesivamente negativas, incubando así la tormenta perfecta. Los altos vencimientos, la sequía de dólares, el ciclo electoral, el derrumbe económico y la historia pueden generar una dinámica económica difícil de revertir. La cual termine por generar una dolarización masiva de carteras que provoque un salto cambiario importante y así la tan temida corrida cambiaria que señalamos.

La pregunta final entonces es qué hará el Gobierno para recibir el otoño y evitar que los últimos calores del verano no levanten la suficiente la temperatura para que el dólar no se vuelva a disparar. Sólo el tiempo nos lo dirá.

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