10/22/2018

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Macri, ¿se presenta?
Por: Sergio De Piero

La pregunta es cada vez más recurrente. La incredulidad y la incertidumbre (es decir, esa mezcla de pensar que no puede ocurrir, pero a la vez no saber si puede o no suceder) acompañan con honestidad al que la formula. En pocos días el almanaque dirá que falta exactamente un año para las elecciones generales, que pueden definir en esa primera vuelta quien ocupará el sillón presidencial por los siguientes cuatro años. O, más probablemente, nos definan quienes serán los/las que compitan en el balotaje final. Una digresión: como es muy probable que ello suceda, este segundo balotaje seguido comenzará a perfomar algunas prácticas de la cultura política de nuestro país, alterando también las estrategias partidarias. Pero este no es el tema ahora. Hoy está en cuestión si Maurcio Macri construye una trayectoria política de largo aliento o si ella es abandonada a mitad del río. Porque no presentarse a un segundo mandato implica sin dudas abandonar la construcción de una marca política que identifique en este caso al macrismo en la historia política de la Argentina. Ese sello se define centralmente por dos variables: las expectativas generadas y la capacidad de fijar agenda. ¿Cómo ha navegado el presidente Macri en esas aguas? Veamos algunas ideas al respecto.

Cambiemos llegó al poder con la promesa de hacer honor a su nombre. Aun en la imprecisión de la campaña política de 2015, la asunción de Macri pretendía emanar una sensación de transformación inminente para la política argentina. El mismo presidente insistió discursivamente en que nos encontrábamos en las puertas de un momento histórico en el que se producirían cambios que se remontaban incluso, a prácticas políticas y económicas arraigadas desde hace 70 años. (Esta cifra sufrió también cambios y en ocasiones trepó a 100 años y en otras se redujo a sólo 30 años. ¿Solo curiosidades a la hora de contar años). En algunas ocasiones funcionarios del gobierno señalaron que lo que debía cambiarse era el nivel de déficit del gasto público, para bajarlo; pero en otras oportunidades el mismo presidente se refirió a prácticas políticas diversas vinculadas a “obtener ventajas” “buscar atajos” “derrochar energía”. 

¿Eran esas las expectativas de cambio que el macrismo había generado en la campaña? Aquí es donde puede presentarse como hipótesis, que se produjo un hiato entre los que los votantes, en términos generales, portaban como ideas rectoras de un cambio y lo que el macrismo finalmente terminó ofreciendo. Desde luego, la victoria de Cambiemos era lo esperado por sus votantes quienes no deseaban que el peronismo continuara gobernando; pero ello no constituye una promesa de gobierno satisfecha, sino el mismo hecho del resultado electoral. Por lo que se había expresado en los cacerolazos contra el gobierno de Cristina Fernández, probablemente los votantes de Macri esperaban un mayor acceso al consumo, en particular a ciertos bienes importados pero el macrismo solo cumplió con el levantamiento de las restricciones legales a la compra de dólares. 

La fuerte devaluación del peso frente a la divisa norteamericana desde que asumió, alejó antes que acercar la distancia entre los consumidores y ciertos bienes. Los salarios se han deteriorado y el mercado interno vive hoy un momento crítico. En términos materiales el macrismo sólo ha mejorado la situación del sector financiero, del agrario y de los prestadores de servicios de energía. Un núcleo muy acotado de su base electoral. La inflación que sería liquidada con la sola presencia de los funcionarios macristas en los ministerios, alcanzó el mes de septiembre un nivel desconocido en los últimos 16 años. La lucha contra la corrupción y la inseguridad eran otras dos banderas levantadas por quienes acompañaron con su voto. Quizás muchos de sus votantes estén conformes con la detención de Milagro Sala y de algunos de los que se desempeñaron como funcionarios del gobierno anterior; sin embargo, junto a la llamada “causa de los cuadernos” ¿Combate el gobierno la corrupción? ¿Lo leen así sus votantes? ¿Les conforman los encarcelamientos? Creo que el mismo gobierno observa que estas políticas, ingresan en los rindes decrecientes en términos de apoyo. Y abre el interrogante si en el presente existe ese mismo énfasis por combatirla.

La seguridad es un tema complejo y difícil de resolver desde hace décadas. Si hay mejoras, los consultados en las encuestas no lo advierten. Como sucedió con la inflación, la simplificación del problema lo deja al gobierno desnudo frente a situaciones que, incluso, han empeorado en su gestión. ¿Qué queda entonces de las expectativas que el macrismo había generado? Que no gobierne el peronismo; a esa esperanza mínima parece reducirse la esencia de quienes apoyan hoy al gobierno, incluso reconociéndole al macrismo un cúmulo de incompetencias también en el ámbito económico. Esa galvanización del apoyo, casi inconmovible, debe ser comprendida correctamente por el peronismo a la hora de plantear su estrategia electoral.


Fijar agenda.
Un gobierno implica una dirección, un “allá vamos”; el cual se establece mediante la implementación de políticas públicas que guardan cierta consistencia interna y que globalmente responden al modelo que quienes conducen el Estado, intentan transmitir a la sociedad. En la construcción de ese modelo, se transmite también el lugar que los diversos actores sociales, deben ocupar en el esquema de poder que sostiene al proyecto. No pasó demasiado tiempo para que el gobierno comenzara a insistir que los argentinos deberían cambiar muchas pautas de consumo porque “estaban viviendo por encima de sus posibilidades”. Esas “posibilidades” incluían comprarse un plasma, cambiar el celular o viajar al exterior. Y en estos días lo ha dicho el presidente: el nivel de los salarios debería ser aun menor. También, en el fondo, tener aire acondicionado en los hogares. Así propuso, directamente, un cambio cultural. Redefinir diversas dimensiones de la vida económica y social, que no eran acordes, según su visión, con las posibilidades que la Argentina puede otorgar a las mayorías. Mientras se mostró errático en el modelo de gestión estatal (creo y disolvió Ministerios en cuestión de meses) con una política exterior carente de protagonismo, una política social mínima que sostiene solo parte de lo que recibió, recortando inversión en Salud, Educación y política previsional, el gobierno solo ha mostrado convicción en quiénes serán los beneficiarios del modelo y en la necesidad de disminuir el gasto público. 

Ninguna de las dos cuestiones despertarán el entusiasmo del conjunto de la sociedad. Porque contrariamente a una hegemonía, que asigna roles al conjunto de los actores sociales, el macrismo está convencido que fuera de los socios seleccionados el resto de la sociedad deben aguardar pacientemente mejores vientos que provendrán de variables sobre las que no está dispuesto a incidir y que por tanto solo dependerán de la dinámica del mercado. En definitiva: no hay un proyecto liderado por Mauricio Macri. Si cada presidencia previa dejó una huella porque pudo interpretar y encontrar una respuesta a una demanda social emergente (Alfonsín con los juicios a las Juntas, Menem venciendo la hiperinflación, Kirchner con el desempleo, Cristian Fernández ampliando las respuestas a diversas demandas) la de Macri no puede exhibir hasta hoy, una carta que manifieste que algunas de las demandas existentes con intensidad en la sociedad civil, han sido procesadas por el gobierno generando alguna respuesta, cercana al menos, a la satisfacción. El presidente no puede ser identificado sino solo con los fantasmas que dijo destruir: la inflación, el estancamiento económico, el endeudamiento. Un liderazgo político implica el acompañamiento de su entorno; pero necesariamente incluye el desarrollo de un proyecto que sume actores políticos y no que los expulse.

Macri ¿se presenta? 
Rechazo la ciencia política como horóscopo; no construimos esta ciencia para vanagloriarnos de acertar resultados electorales, sino para comprender relaciones de poder. Vista la política gubernamental desplegada en estos casi tres años, Mauricio Macri solo podrá decirle a la sociedad: “nosotros somos la garantía para que no vuelva a gobernar el peronismo”. No se desprende de sus políticas ningún otro resultado que pueda impactar en la conciencia de los votantes, y parece difícil la construcción de promesas exitosas que auguren un segundo mandato pleno de realización y eso sea creído por los votantes. Sin logros contundentes, sin una promesa creíble de un futuro mejor, solo como muralla exitosa de contención al peronismo, el presidente Macri camina hacia 2019. Parece poco. Pero no creamos que, quizás, sea suficiente.

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2 comentarios:

claudio maxl dijo...

Es obvio q se presentara: NECESITA FUEROS, y tambien es obvio q si debe presentarse sera como candidato a presi, cualkier otro cargo electivo inferior teniendo habilitada constitucionalmente la reeleccion sera interpretado como su admision implicita d la buskeda d fueros.

Anónimo dijo...

No vamos a emitir. Ja, Ja, Ja ¡

https://www.elintransigente.com/economia/2018/10/22/el-stock-de-leliq-se-acerca-ya-los-900-mil-millones-518813.html

El texto plantea cuatro escenarios distintos, e indica que si la tasa nominal se mantiene constante hasta fines de junio de 2019, el stock de Leliq alcanzará $ 1,275 billones, casi lo mismo que la base monetaria.
“Esto quiere decir que existirá otra base monetaria ‘en las sombras’ como una deuda por la cual el Banco Central paga elevados intereses, y que esta estará en poder de los bancos comerciales”, indicó el Iaraf.

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