5/19/2018

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La formalización del acuerdo “preventivo” con el FMI diseña un escenario electoral muy estrecho para el oficialismo hacia el 2019, afirma Artemio López. Por el lado de la oposición desde una parte importante de la Patria Consultora, se insiste en plantear la existencia de un “terreno llano” y de dispersión de fuerzas como paisaje dominante desconociendo el claro liderazgo de CFK.


Por Artemio López
(para La Tecl@ Eñe)

Para el oficialismo la consecuencia de mayor impacto electoral que deriva del acuerdo “preventivo” con el FMI, además del rechazo actual al maridaje de más del 70% que señalan todas las encuestas, será sin duda que las posibilidades de relajar las políticas de ajuste – ya antes del acuerdo erosivas para con la popularidad del gobierno y sus principales figuras – se verán muy limitadas de cara a las elecciones del año 2019.

En efecto, a diferencia del año 2017 donde el gobierno bajó la intensidad de las restricciones para enfrentar el año electoral, nada de esto será posible en octubre de 2019, en el marco de las condicionalidades extremas que impondrá el FMI y dada además la notable desesperación del oficialismo al solicitar el rescate. 

Respecto al relajamiento del ajuste para enfrentar las elecciones de medio mandato, señala Axel Kicillof, temible ex ministro de economía más conocido popularmente como el Robespierre de Parque Chas:

“En 2017, para ganar las elecciones, Macri recurrió a algunos anabólicos transitorios. Como no llegaban ni la prometida lluvia de inversiones, ni los brotes verdes, ni el segundo semestre, ni la luz al final del túnel, el Gobierno decidió poner una pausa en el ajuste: repartió más de dos millones de créditos a jubilados y asignación universal por hijo, se aceleraron las obras superficiales, se pospuso el tarifazo y se indexaron los salarios con la cláusula gatillo” (1)


Este escenario de relajamiento de las restricciones a fin de optimizar el comportamiento electoral de Cambiemos ha sido abolido a partir de las condicionalidades extremas que impone el acuerdo “preventivo” – léase “desesperado” – con el FMI, situación que agravará negativamente la perspectiva electoral del oficialismo. 

Un oficialismo que – hay que señalarlo- aún sin la “dosis de relajamiento” dadas las estrecheces crecientes que impondrá la formalización del acuerdo con el FMI, realizó en su ciclo de ascenso una primera elección de medio mandato muy discreta, obteniendo el 41% de los votos nacionales. 

Peor elección que la primera renovación parlamentaria realizada por el alfonsinismo, peor que la primera lograda por el menemismo y menor que la primera observada en el inicio del ciclo Kirchnerista, sólo mejor, ¡ay!, que la realizada en octubre de 2001 por la Alianza FREPASO/UCR

Así las cosas, y sólo a modo de ejemplo, Alfredo Zaiat señala el tipo de restricciones severas que impondrá el nuevo acuerdo con el FMI.

Otra enseñanza de la historia de los acuerdos stand by es que, además de la obsesión por la cuestión fiscal con la consiguiente exigencia de reducción del gasto público, el FMI se involucra también en la cuestión del déficit de las cuentas externas. Para abordar ese desequilibrio siempre recomienda una fuerte devaluación. Para achicar la brecha del 5 por ciento del PIB de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos, la depreciación del peso es el primer paso que reclama. (2)


En efecto, para citar sólo dos ejemplos en línea con las restricciones que advierte Zaiat, la devaluación del peso que ya produjo Cambiemos desde fines de Abril en la previa del anuncio formal del acuerdo con el FMI supera el 25%, con un pase a precios del aumento del dólar muy fuerte que supone una inflación anual cuyo piso será similar a la del año 2017, que rozó el 25%

Por otra parte, las restricciones al gasto ya comenzaron a insinuarse con el recorte de obra pública anunciado el 3 de mayo por un monto inicial de 30.000 millones de pesos y se expanden mucho más como señalan Nicolás Hernán Zeolla (3) y Alex Kodric (4)

Pasado el vencimiento de LEBAC, y mientras todavía nos dabatimos sobre si la turbulencia cambiaria terminó o solo se tomó un respiro, el gobierno busca retomar la iniciativa económica. Y ahora todo parece pasar por instalar entre la población un nuevo consenso en el cual va a haber que acelerar aún más la reducción del gasto y profundizar el ajuste. Y esto fue el principal mensaje de la conferencia de prensa de ayer, el presidente afirmó que “la velocidad que nos comprometimos a reducir el deficit no alcanza, por lo que tenemos que acelerar” (aca). Por ende, si se viene una nueva oleada de ajuste fiscal lo que parece conveniente preguntarse es por donde va a pasar la tijera esta vez.

Como se ve en el gráfico a continuación, el principal concepto que gasta el Estado Nacional es Servicios Sociales (Julbilaciones, pensiones, AUH, educación, salud, etc.), con un 66% de la totalidad del gasto. Los otros conceptos que componen el gasto son Servicios Económicos (tarifas) con un 10% del total, Defensa y seguridad (4%), Administración (sueldos empleados públicos) con un 4% y deuda pública (no incluye Lebac) con un 16%. Muchas de estas partidas ajustables ya vieron la tijera, en especial los Servicios Económicos (subsidios a las tarifas).

Aunque no los pagos de deuda. En la comparación de la distribución del gasto entre 2015 y 2018 se observan dos datos curiosos. El primero es la fuerte caída de los servicios económicos producto de la reducción del subsidio a las tarifas (del 22% al 10% del gasto total). El segundo es que esta caída fue compensada (casi en la misma proporción) por el pago de intereses de la deuda (del 6% al 16%). Entre 2016 y 2017 los subsidios económicos (energía, transporte, etc) cayeron en $ 65.467 millones, en tanto que los pagos por intereses de la deuda (sin contar Lebac) se incrementaron en $ 93.647 millones.



Grafico 1: Finalidad y Función del gasto del Estado Nacional. Como % del gasto total y comparación 2015 vs. 2018.


Fuente: ONP, Ministerio de Hacienda

De modo que lo que sigue es recortar donde sea. A grandes rasgos, hay dos formas de ejecutar un ajuste. Uno pensaría que lo inmediato es que recorten el destino de fondos para una partida. Esto sería un ajuste nominal, destinando menos fondos a cierto tipo de gasto. Sin embargo, en un contexto inflacionario, cuando yo no repongo fondos presupuestarios equivalentes a lo que aumento la inflación estoy haciendo un ajuste encubierto, porque en términos reales (o de capacidad de compra) esta partida está recibiendo menos fondos. En la etapa reciente aparecen dos ejemplos de esto. El primero es el de la eliminación de subsidios. Ahí el gobierno redujo nominalmente las partidas destinadas a complementar las tarifas de luz. Según consta en el presupuesto, desde 2015 el gobierno redujo más de $ 15.000 millones la partida de servicios económicos, un equivalente al 4% nominal, pero en términos reales esta partida se redujo más del 60%. Otro ejemplo es el de las jubilaciones. En diciembre-17, tras la sanción de la nueva ley de indexación los jubilados vieron modificada su fórmula hacia adelante cual se va a ajustar trimestralmente por el IPC y un coeficiente de salario. Sin embargo, no se les compensó por la pérdida de poder adquisitivo del año 2017. La jubilación aumento un 5,7% pero la inflación en el periodo fue del 11%, es decir perdieron poder adquisitivo o el estado hizo un ajuste real por casi 5%.

A pesar de la recuperación económica del año 2017, que trajo consigo una mejora en la recaudación fiscal respecto al año anterior, el incremento de ingresos no pudo compensar el déficit fiscal primario que fue de 3,9% del PBI. La razones del rojo en el ejercicio del Estado deben buscarse tanto en la merma de los ingresos producto de la reducción y eliminación de las alícuotas de retenciones a los bienes exportables como en el incremento exponencial de los intereses de la deuda externa que pasaron del 6,6% del PBI en 2016 a 10,5% en 2017.

De modo que en términos prácticos, no quedan muchas alternativas. Dejando de lado que la carga de intereses de la deuda no se va a modificar y el recorte ya paso por los subsidios y los sueldos de los empleados públicos tiene un bajo volumen sobre el total, no queda tanto margen donde achicar. 

Lo que sigue son los Servicios Sociales. Vale decir que, por su propia naturaleza, el mayor componente de los rubros anteriormente mencionados está asociado a gastos corrientes, es decir salarios (docentes mayormente), jubilaciones o asignaciones familiares. De manera que, es de esperar que el ajuste sea del segundo tipo mencionado, o sea ajustes reales en donde el nivel de actualización este por debajo del nivel de inflación.

Por eso el actual discurso del gobierno continúa predicando –ficticiamente- que la actual crisis financiera no modificará sustancialmente la meta de inflación originalmente planteada del 15% (cuando aún antes de la corrida la mayoría de las consultoras ya predecían una inflación no menor al 25% anual, y aún no es certero el efecto adicional de dicha crisis).

Y no es que el FMI le va a pedir a Macri algo que este no estaba dispuesto a hacer de antemano. Por eso es que ya sea por voluntad propia del gobierno, por una gustosa diligencia de cumplir con el mandato FMI para que lleguen los fondos, el gobierno está preparando la cocina para ir por lo que no pudo en diciembre-17 y es achicar jubilaciones. Quizá en este sentido deberíamos leer lógica detrás de arribar al recientemente anunciado “gran acuerdo nacional” en donde se convoca por igual a la oposición responsable y al acompañamiento de los gobernadores en esta cruzada por la “disciplina fiscal”.

Así las cosa aunque lo niegue en su discurso público mediante la fábula del FMI "bueno" para el oficialismo, la formalización del acuerdo promueve fuertes restricciones, en especial en "servicios sociales", restricción que  diseña un escenario electoral muy estricto para el año 2019, mucho más estrecho que el del año 2017 y el imaginado antes de la crisis económica y financiera de mayo de 2018.

Por el lado de la oposición desde una parte importante de la Patria Consultora, se insiste en plantear la existencia de un “terreno llano” y de dispersión de fuerzas como paisaje dominante.


No parece ser ése más que un deseo de muchos analistas y encuestadores, ya que hasta un niño observa la existencia de un liderazgo opositor nítido, recortado y sólido, el de Cristina Kirchner


Liderazgo notable que sólo dos meses antes de las elecciones de medio término y desde la puerta de Comodoro Py, lanzó un nuevo espacio de representación electoral al que denominó Unidad Ciudadana, que en medio del ciclo de ascenso electoral de Cambiemos y sometida a la más salvaje persecución mediática y judicial observada en democracia, obtuvo el 38% de los votos en el principal distrito electoral del país, que constituyó siempre un proxy muy consistente de la media electoral nacional

Nada más alejado al “terreno llano” opositor, figura que insisten en instalar analistas y encuestadores empeñados en opacar el nítido liderazgo de Cristina Kirchner y que en el colmo del delirio y páramo conceptual, imaginan un espacio opositor diseñado mediante la suma de dirigentes autodenominados “peronistas”, con liderazgos misteriosamente equivalentes como condición necesaria de supuesta “eficacia electoral”: Cristina + Massa + Randazzo + etc., 

Desconoce este diseño mitológico de la “unidad”, que reduce la dinámica electoral a una simple sumatoria aritmética, que los así “unidos”, en rigor no son liderazgos equivalentes.

A nivel cuantitativo Cristina Kirchner más que duplica en votos a todo el resto del “mundo pan peronista”, sumado.

Mucho menos hay equivalencias cualitativas, en los proyectos de país que encarnan los dirigentes mitológicamente “unidos”.

En efecto, mientras CFK se opuso sistemáticamente y desde el minuto uno al despliegue de la tercera oleada neoliberal que encabeza Mauricio Macri, el resto de los dirigentes que los analistas suponen de liderazgos equivalentes, le obsequiaron parte sustancial del plexo legislativo que requirió Cambiemos para realizar el impiadoso ajuste, incluida la renovación de la Corte Suprema, que con su nueva conformación pasó a ser una correa de transmisión de las demandas del Poder Ejecutivo y los sectores de poder corporativos que representa ya sin mediaciones

El primer equívoco conceptual de este planteo de "Unidad" es desconocer que al interior del populismo peronista conviven proyectos no diferentes sino antagónicos y cuya unidad resulta programática y doctrinariamente una impostura y desde el punto de vista político- electoral una grave pifia. La problemática de la "Unidad por otra parte no es nueva.

Ya Cooke en Carta a Hernández Arregui señalaba los límites de la sumatoria matemática de la "Unidad" sin homegeneidad en la dimensión de proyecto que opaca la dimensión programática y abandona a la base social y electoral propia al espontaneísmo que siempre surge de la pura abstracción programática.

" Los “dirigentes” que nos vienen tocando en suerte, o están congelados a 1945, o ven al Movimiento como Cruzado contra el Cristianismo, o son puras y simplemente cabezas huecas que, alternativamente, llenan de tres o cuatro ideas trasnochadas los consejeros de turno. Existe, también, el mito de la mayoría, que consiste en creer que la indeterminación ideológica y el vacío programático sirven para mantener una “unidad” basada en la suma de elementos heterogéneos.

Lo triste es que nuestra masa está madura para cualquier cosa, y que, agudizarse la política entreguista y antipopular, se crean condiciones para pegar un gran salto adelante en el esclarecimiento de las raíces de los males argentinos y de las formas de terminar con ellos. el Peronismo, en tanto cumple una función importantísima al mantener la unidad de esa masa y evitar que se desvíe hacia reformismo democrático-burgueses, simultáneamente puede transformarse en un freno para el avance ideológico, sin el cual ningún planteo será correcto y ninguna fructífera. que los hechos superan las abstracciones es algo que todos sabemos; pero también sabemos que las masas necesitan direcciones esclarecidas, que desarrollen sus impulsos y les den coherencia."



Más contemporáneamente fue Néstor Kirchner el que demarcó los límites de la "Unidad" que debe ser obviamente lo más amplia posible pero con restricciones programáticas : "Todos juntos si, para bajar banderas, no" , advertía el ex Presidente ya en el año 2008, merodeando el conflicto con el complejo agro mediático, organizado en torno su rechazo a la captación de renta extraordinaria que proponía la  Resolución 125.



Hay además un segundo error conceptual de base en el diseño mítico del dispositivo de “unidad” en base a liderazgos equivalentes.

El planteo de “unidad” que de este diseño surge, supone que, por citar el caso más reciente de Provincia de Buenos Aires, los votos que deben “recuperarse” son los que obtuvieron en el año 2017 el frente 1 País y el sello PJ.

Nada más lejos de la realidad electoral. Todos los estudios cualitativos y las leyes de formación y funcionamiento cuantitativas del FPVa nivel Nacional, señalan que la mayoría de esos electores “peronistas no o francamente anti kirchneristas”, son extremadamente refractarios a dar el voto a opciones organizadas en torno al liderazgo de CFK, en tanto el análisis de la mayoría electoral nacional constituida por el kirchnerismo en el lapso 2003-2011 muestra que éste tuvo un fuerte componente de voto cruzado con opciones distritales diversas, muchas vinculadas al PRO, la formación core de la coalición Cambiemos – voto cruzado materializado en Buenos Aires, Córdoba, CABA, Santa Fe – y que en el año 2015 y persistentemente aún en el año 2017, por motivos diversos, muchos de estos electores optaron distrital y nacionalmente por el actual oficialismo.

Así las cosas , los votos que necesita la oposición expresada en Unidad Ciudadana y organizada en torno al liderazgo de Cristina Kirchner para competir con chances en 2019, están entre quienes en 2015 y 2017 optaron por Cambiemos en mucha mayor proporción que entre aquellos electores que acompañaron entonces opciones pan peronistas no kirchneristas cuando no francamente anti kirchneristas.

Es por otra parte muy obvio que para constituir su 51% de votos nacionales en el año 2015 y el 41% del año 2017, Cambiemos tomó parte de los electores que construyeron el 45% y el 54% con que el entonces FPV triunfó en los años 2007 y 2011.

Recomponer los puentes quebrados con esos electores – que son millones – es la tarea estratégica que deberá intentar Unidad Ciudadana para competir con éxito en el año 2019 y lo debe hacer organizando su espacio de representación en torno a un liderazgo como el de CFK cuyo notable piso de 35% de votos a nivel nacional, a poco de caminar colocará a la opción opositora en franca condición de ballotage

En esta perspectiva de análisis, la verdadera unidad a construir es con los ciudadanos que por motivos genuinos no acompañaron la oferta electoral del FPV en el año 2015 y de UC en 2017, y no la mítica unidad con los dirigentes que por motivos mezquinos dieron apoyo explícito al despliegue del modelo que lleva adelante Cambiemos, el más autoritario y anti popular desde la recuperación democrática.

Referencias:
1- Axel Kicillof , Infobae , 13-5-2017

2- Afredo Zaiat, Página 12 , 13-5-2017

3- Nicolás Hernán Zeolla, Economista. C. C. Cooperacion/Dto Economia Política y CESO.

4- Alex Kodric, Economista. C. C. Cooperacion/Dto Economia Política y IADE


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2 comentarios:

leo dijo...

y dale con Pernía.... Artemio vos queres que perdamos en 2019?

Anónimo dijo...

paremos con el "liderazgo opositor solido" , es la lider peronista que condujo mas derrotas en la historia peruca. Si no nos convencemos que se cometieron errores gravisimos y seguimos insistiendo en la misma volveremos a perder. hay una consigna unificadora: CONTRA MACRI Y SU MAFIA.-cyalquier candidato peronista es mejor que Cristina. No le hagamos el juegonuevamente a la pólarizacion.