12/31/2016

2017 llega un museo de grandes novedades - y el odio no para -




El deterioro en las condiciones de vida de los segmentos medios y bajos es tan contundente que finalmente terminaron erosionando la base de popularidad de la gestión macrista, aunque aún con niveles de aceptación en torno al 40%, muy por sobre lo esperable en función del daño social que el ajuste neoliberal ha impreso sobre los sectores populares en un solo año. 

Inédito nivel de deterioro desde que tenemos memoria en democracia que, por señalar un solo indicador relevante, el economista Andrés Asiain señaló que en 2016 los trabajadores que ganan un salario vital y móvil perdieron un salario mensual. “La evolución de los salarios y los precios fue muy diferente, mientras que toda la primera mitad del año los precios pegaron un salto muy fuerte y después aumentaron pero más leve; el salario toda la primera mitad del año se movió muy poquito”, estimó quien encabeza el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO). 

Esta erosión increíble del salario, unida a los ochenta despidos por hora que se producen desde que asumió Mauricio Macri, nos releva de mayores comentarios respecto del salvajismo del ajuste que queda muy bien contrastado en sus aspectos socioeconómicos en esta nota de Scaletta y la evolución de los indicadores que reportan desde la Fundación Germán Abdala y el CEPA, entre otros centros de estudios no oficialistas.

La pregunta entonces no es si hay deterioro en la popularidad de la gestión y la imagen del presidente, sino cómo es que no hay más deterioro que el actual. 

La respuesta no surge de ninguna encuesta, como casi nada surge de encuestas. Sucede que el nivel de polarización de la opinión pública se mantiene inalterable respecto del año 2015, cuando a la hora de votar los argentinos se partieron en dos. 

Esta circunstancia produce dos efectos en apariencia paradojales pero que explican la actual dinámica de opinión pública.

Por el lado de la oposición, da volumen creciente a la figura de Cristina Kirchner, que se ubica de manera nítida como única oposición real al ajuste neoliberal que encarna el Gobierno, apoyada en su firme liderazgo sobre un amplio segmento ciudadano que toma fuerte preferencia por la ex presidenta, en especial menores de 40 años que representan el 50% del electorado, y sostenida por el respaldo de 12 años de gestión kirchnerista de crecimiento con inclusión social, su popularidad notable hasta el último día y la persecución mediática y judicial a la que es sometida desde el primer día del gobierno neoliberal.

En segunda instancia, el efecto combinado que promueve la polarización sostenida de la sociedad es el mantenimiento de la figura del Presidente como única alternativa a Cristina Kirchner, recostado en el discurso de la pesada herencia propalado con sagrada furia por todo el sistema de medios oficialista, esto es la mayoría que esco de los medios privados y adicionalmente los públicos.

La notable teoría del "periodismo de guerra" que esbozara Julio Blanck en un reportaje reciente- rápidamente desmentida por el establisment de medios oficilistas- , muestra bastante bien los fines del aparato de medios dominantes: Sostener al kirchnerismo como enemigo a suprimir 

El estado de guerra permanente , mantiene los niveles de enfrentamiento ocurridos durante la etapa anterior en especial a partir del año 2007 al asumir Cristina Kirchner su primer mandato que fue escalando hasta los actuales niveles de enfrentamiento que llegan a la persecución mediática y su modalidad judicial lisa y llana, al punto de mantener presos políticos contra todos los reclamos de organismos internacionales a los que el gobierno neoliberal dice ser muy receptivo. 

Este nivel de polarización sostenida configura entonces un dispositivo de amortiguación de la caída de popularidad de la gestión e imagen del presidente Macri pese al muy pobre rendimiento socio económico del año 2016 , configurando un mecanismo del que el gobierno hace uso y abuso y cuya eficacia a mediano plazo será puesta a prueba en el curso de este año 2017, año electoral.

No hay anticipación posible a las elecciones venideras, salvo que sí sabemos que el panorama socio económico no será muy distinto al actual, nadie salvo Dujovne "el optimista del gol" , espera una recuperación económica perceptible para la ciudadanía, al tiempo que la dinámica electoral seguirá dominada por la polarización que acompaña el estado actual de opinión pública a nivel nacional y que, en este contexto binario, las alternativas irreconciliables que se referencien en el presidente Mauricio Macri o en la ex presidenta Cristina Kirchner, serán las que compitan con más chances de éxito en cada distrito.

La perspectiva de cara a las elecciones del año entrante señalan que habrá poco espacio para las terceras alternativas, en sintonía por otra parte con la dinámica electoral regional y que está presente en la mayoría de las democracias occidentales impactadas por la crisis de la globalización post Lehman Brothers, cuya característica distintiva es la polarización creciente del electorado y el colapso de las terceras vías, dispositivos electorales muy eficaces desde finales de los años 80 hasta mediados de la pasada década.


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