Por: Eduardo Di Cola*
Un abismo en la diferencia de sentido para una misma acción. Una inconmensurable distancia entre el significado de dos actitudes iguales. Un simple acto, tan sencillo como es el de descolgar un cuadro puede poner en evidencia la filosofía de una gestión de gobierno, con más contundencia que una decisión de fuerte contenido económico. Los dos en su tiempo, Kirchner y Macri, uno descolgando el cuadro del genocida Videla y el otro removiendo del despacho presidencial los de San Martín y Belgrano, resultan más que suficiente para entender las diferencias y lo que nos está pasando. No es una casualidad y mucho menos se trata de actitudes divorciadas de lo que sustancialmente cada uno piensa.
La historia se repite. Ayer con los cuadros, hoy con el pedido de disculpas. De ahí que no deba extrañarnos la actitud del Ministro Prat Gay en España disculpándose en nuestro nombre ante quienes nos saquearon, los mismos que están presos en su propio país por haber cometido delitos similares.
De nuevo, una misma y simple actitud que surge como gesto de buena educación y en principio inocua, marca una sustancial diferencia en lo esencial. Cuando Néstor Kirchner pidió disculpas lo hizo en nombre del Estado por las atrocidades cometidas en contra de sus propios ciudadanos. Los dos apelaron a las disculpas, pero ¡Que distancia en su significación!.
Si estuviéramos frente al desafío de definir a la actual gestión en unas pocas palabras, nos bastaría con simplemente comentar que es el gobierno que se disculpó ante España y cuyo Presidente retiró de su despacho los cuadros de San Martín y Belgrano. Todo lo demás, lo económico, cultural, político y social, es su lógica consecuencia.
Cuando Hipólito Yrigoyen ganó las elecciones, fue entrevistado por el Embajador inglés para recordarle la costumbre de los presidentes argentinos de consultarlo para las designaciones en su gabinete. Yrigoyen le respondió notificándole que esa costumbre con él había terminado. Cuando asume, el embajador insiste pidiéndole una entrevista, y para que no quedaran dudas de cual era la decisión, Yrigoyen acondicionó la sala de espera de tal forma, que el embajador tuvo que aguardar ser atendido sentado de frente a un cuadro que mostraba al comandante ingles William Beresford derrotado en la primera de las invasiones inglesas. También en este caso la mera anécdota de un cuadro es suficiente para comprender y definir la orientación de un gobierno como fue el de Don Hipólito.
* Ex Diputado Nacional
1 comentario:
Muy interesante, lo llevo para difundirlo. Un abrazo.
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