Frente a la polémica que desató el pedido de mega endeudamiento del gobierno del PRO bonaerense, rechazado por el FPV , es un buen momento para analizar la estructura tributaria bonaerense signada por la regresividad creciente y por eso mismo, ineficiente al momento de recaudar. Leemos al respecto:
Pese a que el gobierno provincial aumentó el año 2014 un 30 por ciento las partidas del impuesto inmobiliario, el sistema impositivo bonaerense continúa siendo profundamente regresivo, y la brecha entre los tributos patrimoniales y aquellos que gravan la producción y el consumo se triplicó en los últimos 15 años.
Si se compara la recaudación bonaerense de los últimos 15 años y se toman las proyecciones de la Provincia para el presente ejercicio, la incidencia de los denominados “impuestos patrimoniales” -aquellos que gravan la propiedad de bienes inmuebles y automotores y su transmisión por herencia- se redujo más de la mitad, mientras que los tributos sobre la producción y el consumo, fuertemente vinculados al ritmo de la actividad económica, aumentaron más de 20 puntos porcentuales y representarán este año –siempre según los cálculos oficiales incluidos en el Presupuesto- el 83,7 por ciento de la recaudación.
Según los economistas, un sistema impositivo es progresivo cuando a mayor ganancia o renta, mayor es el porcentaje de impuestos sobre la base. Por el contrario, en un sistema regresivo esta relación se invierte, y quienes más bienes o ganancias tienen pagan, en relación a sus ingresos, un menor porcentaje de impuestos. En ese caso el mayor peso recae sobre las imposiciones vinculadas al consumo y a la actividad económica, en donde la relación se aplana, ya que todos pagan lo mismo, sin importar sus ingresos.
La situación bonaerense
Siguiendo esa premisa, el sistema impositivo de la Provincia de Buenos Aires es regresivo, y la situación empeora año a año: la incidencia de los impuestos patrimoniales sobre el total recaudado cayó más de la mitad en 15 años, pasando de una relativa paridad en el 2000 (con una participación del 38,6 por ciento) a representar tan solo 16 de cada 100 pesos que ingresan a las arcas provinciales en concepto de recaudación impositiva.
Según lo expresado por el Gobierno provincial en los cálculos presupuestarios, se consideran impuestos sobre el patrimonio al Inmobiliario (en sus variantes edificado urbano, rural y baldío), Automotor, Transmisión Gratuita de Bienes y los fondos provinciales de Vivienda y Educación, con afectaciones específicas. También se cuentan aquí los planes de regularización de deudas, en su mayoría destinada a morosos de los impuestos inmobiliario y automotor.
En tanto, se consideran impuestos sobre la producción, el consumo y transacciones a Ingresos Brutos, Sellos y los impuestos al consumo de electricidad y gas (también con afectaciones específicas), al igual que el Fondo Provincial de Energía.
Pese al relativo equilibrio que estos rubros mantuvieron durante los primeros años del siglo XXI (en 2002 la brecha fue de apenas 17 puntos, con 41 de cada 100 pesos correspondientes a impuestos patrimoniales), la diferencia entre ambos comenzó a ampliarse alcanzando en 2007, en la finalización del mandato de Felipe Solá, una relación del 75 por ciento de tributos al consumo y la producción contra un 25 por ciento de patrimoniales.
En el inicio del Gobierno de Scioli, en 2008, la participación de los patrimoniales perforó el piso de los 20 puntos cayendo al 19,5 por ciento, llegando a representar en 2014 solo el 17,1 por ciento del total recaudado, contra el 82,9 por ciento de los impuestos al consumo.
En tanto, las proyecciones para este año trazadas en el Presupuesto bonaerense no hacen más que profundizar la problemática: según las estimaciones del propio gobierno, este año solo 16,2 de cada 100 pesos corresponderán a los impuestos patrimoniales, mientras que el mayor esfuerzo recaudatorio nuevamente estará dado por los tributos a la producción y el consumo, que explicó el 83,8 por ciento de la recaudación total para el año 2014.
Escenario difícil de revertir
La brecha, cada vez más amplia, se explica casi exclusivamente por dos factores principales: el incremento de la actividad económica (amenguado el último año respecto a otros períodos) y los altos niveles de inflación, que impactan fuertemente en los tributos que gravan a la producción y el consumo. Donde más se nota esta relación es en el impuesto a los Ingresos Brutos, el gravamen en el que más se sostiene el sistema impositivo bonaerense, que representa poco más del 75 por ciento del total recaudado y año tras año incrementa su peso relativo. Si bien este tributo aparece segmentado según el tipo de actividad que grave (va del 0,1 al 12 por ciento) en todas sus variantes está atado a la actividad económica y a la facturación de los contribuyentes que, como se dijo, se incrementa por dos vías casi paralelas: la inflación y el aumento de la producción.
De esta forma, mientras el sistema impositivo continúe sostenido principalmente en este gravamen, será muy difícil que pueda comenzarse a revertir la ecuación. De todos modos, deben reconocerse los esfuerzos realizados por el Gobierno bonaerense para intentar revertir el cuadro de situación, aunque sus resultados no hayan sido óptimos. En los últimos años, la administración de Daniel Scioli incorporó nuevos impuestos a la propiedad, como el que grava la tenencia de terrenos baldíos que comenzó a percibirse en 2007; o a la Transmisión Gratuita de Bienes (Herencia), incorporado al sistema impositivo desde 2011. También se creó un “sobreimpuesto” para los automotores con una valuación superior a los 110 mil pesos y las propiedades inmuebles valuadas en más de 350 mil pesos, que se percibió solo en los ejercicios 2013 y 2014 merced a la Ley Impositiva aprobada ya para el año 2013.
El mismo consistió en el cobro de una cuota extra equivalente a la última abonada en el año 2012. Algo similar ocurrió con el impuesto “multipropietario”, que gravaba con un adicional a aquellos contribuyentes que tengan más de una propiedad urbana, más de un campo, o más de un terreno considerado baldío. Otras iniciativas, en tanto, fueron bloqueadas a partir de las resistencias combinadas de la oposición y el sector rural, como el incremento del 18 por ciento al Inmobiliario en 2014, que iba a ser destinado a partidas de seguridad; o el reciente bloqueo de las intenciones oficiales de modificar la base imponible de las partidas del campo.
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