4/28/2015

homenaje a keynes

Las paritarias y el mercado de trabajo

La década ganada con políticas basadas en Perón y Keynes, se contrapone a la década perdida con la convertibilidad.

Sebastián Carbonetto Kolln y Sergio Adrian Carbonetto Kolln

El neoliberalismo se instaló en América Latina en tiempos de profundos cambios políticos y económicos a nivel mundial. Entre los setenta y principio de los ochenta, una serie de golpes militares iniciaron en la región la desarticulación del Estado de bienestar con políticas de ajuste fiscal y endeudamiento externo. En lo global, la caída del régimen soviético dio lugar a la unipolaridad. En lo económico, el hecho tal vez más relevante es la recuperación de la visión Walrrasiana de equilibrio general y automático de los mercados. La actualización de esta teoría por la doctrina de las expectativas racionales permitió desarmar la visión keynesiana o neo keynesiana del estado de bienestar.

Se impuso entonces la nueva macroeconomía clásica (NMC) y se abandonó la visión sobre inversión-ahorro y oferta y demanda monetaria propia de la síntesis neoclásica de Keynes.

Las consecuencias en el mercado laboral son de relevancia. Los postulados básicos de este nuevo (o antiguo y retocado) paradigma pueden ser sintetizados en dos puntos: a) cualquier esfuerzo del Estado o de los sindicatos por mejorar el nivel del salario (nominal o real) solo puede conducir a niveles mayores de desempleo y por tanto existe una relación inversa entre el salario y el nivel de empleo, y b) el mercado de trabajo se autoequilibra en torno al pleno empleo sólo si se garantiza la no participación de actores colectivos en la formación de precios y salarios. El mercado en condiciones de información completa descuenta movimientos del salario nominal y ajusta el salario real al pleno empleo.

Tales postulados ya estaban presentes en la teorización walrasiana del equilibrio general de fines del siglo XIX. Pero fueron recusados por el auge keynesiano en base a la idea de información incompleta, la relevancia del salario nominal y la demanda efectiva junto con la idea de la determinación endógena de la oferta monetaria.

Esa estructura de análisis habilita la acción del Estado y los sindicatos en la determinación del nivel de producto y empleo. La nueva macroeco- nomía clásica con la tesis de expectativas racionales elimina de un solo golpe todas las críticas keynesianas a los principios walrasianos del mercado laboral.

La prosperidad académica de la nueva macroeconomía clásica a lo largo de los noventa se reflejó rápidamente en los diseños de política económica de los países de la región.

Los lineamientos básicos de los programas de gobierno de la época fueron plenamente coincidentes con los principios de esta teoría.
En la Argentina, particularmente, se suspendieron paritarias y se flexibilizó el mercado laboral. Menen y Cavallo adoptaron tales principios como única alternativa de política económica, argumentando que mediante la flexibilización laboral se lograría mejorar las condiciones en el mercado de empleo. Esa política se tradujo principalmente en la eliminación de las paritarias como elemento de negociación de la distribución del ingreso y en la pérdida de derechos laborales fundamentales.

La evidencia del periodo 1990- 2003 es claramente demoledora respecto de dicha hipótesis neoclásica.

El nivel de desempleo al comienzo de la década perdida de la "Convertibilidad" era del 6.9% de desempleo abierto (mayo de 1991). Luego de las políticas neoliberales el desempleo llegó a su máximo del 21.5 por ciento en mayo del 2002.

La idea de que la flexibilización laboral llevaría a corregir las tasas desempleo de 1991 no se demostró en la realidad, sino todo lo contrario. Pérdida de puestos de trabajo, incremento de la informalidad técnico-laboral, así como legal, fueron los resultados en el mercado laboral de la idea que el mercado se auto equilibra.

A partir del año 2003 se modifica esa situación no por fuerza del mercado –tal como lo auguraban los economistas del paradigma neoclásico– sino porque hubo por parte de Néstor y Cristina Kirchner la voluntad de aplicar un paradigma totalmente distinto en la construcción de un nuevo país.
Con ellos se retomaron de Keynes las ideas de un Estado presente y de Perón, la propuesta de un movimiento de trabajadores organizado y facultada para discutir la distribución del ingreso.

Así, se generaron cambios rotundos en el devenir del mercado de trabajo. La apertura de paritarias, la movilidad jubilatoria más la inclusión de nuevos jubilados, la inversión pública en infraestructura y en crecimiento social como la AUH, Procrear, Progresar, y otros Programas, hicieron que la demanda efectiva en todas sus dimensiones se incrementara y que el producto efectivo creciera, absorbiendo mano de obra en el mercado formal de trabajo.

Las políticas llevadas a cabo en esta última década, "la década ganada", muestran sus claras victorias en el mercado laboral respecto a sus precedentes. En el primer trimestre de 2003 el desempleo se ubicaba alrededor del 20% de la Población Económicamente Activa (PEA), mientras que, tras la década ganada, en el primer trimestre del 2014 se ubico en 7,1 por ciento.

Lo anterior es una clara muestra de que la visión de una economía de equilibrios generales que se autorregula, propia del pensamiento walrasiano –nueva macroeconomía clásica que el concierto del Consenso de Washington logró imponer en América Latina– trajo consecuencias nefastas en el mercado de empleo.

Por el contrario, las ideas del paradigma del Estado de bienestar propuesto por Keynes, o del modelo peronista de distribución de la renta (Perón entre 1945 y '55, y entre 1972 y74), aplicado desde el 2003 a la fecha, logró mejorar las condiciones de empleo de la población argentina.

Uno de los elementos centrales es haber devuelto a los trabajadores, mediante la realización de paritarias libres, la posibilidad de discutir la distribución del ingreso. Una economía que se piensa dinámica, no puede aceptar planteos estáticos. Si se hiciera caso a algunas ideas que rondan en el empresariado local acerca de suspender las paritarias se aceptaría que al dinamismo de la economía solo lo aprovechen las empresas para obtener mayor rentabilidad, pero eso no asegura mayor demanda efectiva ni, menos aun, reinversión de utilidades.

Es decir, se volvería regresiva la distribución del ingreso y con ello caerían la demanda y el producto efectivos y, consecuentemente, crecería el desempleo, tal como lo demuestra la experiencia de la década perdida.

La pregunta es quién tiene razón: ¿el señor Méndez, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) o John Maynard Keynes? Para nosotros la respuesta es a favor del gran economista porque sus resultados se pueden verificar empíricamente cotejando los números de las décadas perdida y ganada.

Director del departamento de Econometría del CESS.

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