El secretario general de la Junta Nacional de Drogas del Gobierno Uruguayo , Julio Calzada,atribuyó el amesetamiento y descenso del consumo de PACO que se dio hace seis años en el país vecino a las políticas públicas implementadas por el Gobierno de Mujica que, entre otras cosas, eliminaron la callejización de los niños.
Alta tecnología, notable investigación policial. Igual que en Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires! Nosotros tenemos que cambiar esto che, como Néstor y Cristina nos lo indicaron en estos diez años.
Se nos van a morir miles y miles de pibes y pibas. Cambiemos, y no se hagan los estrategas electorales que no les sale bien . Se comen todos los amagues...Seamos serios.
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Desde el 2008 a la fecha, el consumo de pasta base se encuentra en una prolongada meseta descendiente, tras un crecimiento exponencial que comenzó por el año 1999. Así lo aseguró el secretario general de la Junta Nacional de Drogas, Julio Calzada, quien atribuyó este punto de inflexión que se dio hace seis años a las políticas públicas implementadas por el Gobierno que, entre otras cosas, eliminaron la callejización de niños y niñas.
Calzada realizó un exhaustivo análisis de las causas que provocaron el ingreso de la pasta base al mercado uruguayo pero también enfatizó que las políticas públicas implementadas en los últimos años han permitido alcanzar un punto de inflexión en el 2008 cuando comenzó un paulatino descenso del consumo de esta droga entre la población más vulnerable.
El jerarca explicó, no obstante, que la temática de drogas tiene un conjunto de elementos complejos que la constituyen por lo cual es necesario innovar permanentemente en las políticas de prevención, atención y tratamiento.
Cambian los patrones de consumo, los tipos de sustancias consumidas y los patrones culturales, advirtió.
“Hablamos de innovar pero no improvisar porque esta realidad en permanente cambio requiere que estemos necesitando propuestas innovadoras para ir dando respuestas acordes a este cambio”, manifestó.
Criticando a quienes anuncian soluciones finales a esta problemática, Calzada advirtió que estas realidades diferentes “llevan a sostener propuestas y soluciones mágicas, que no son más que improvisaciones”.
“Cualquier familiar que tiene un adicto a las drogas querría llevar a la persona a que le hicieran “chapa y pintura” y se lo devolvieran para seguir circulando. Esto no sucede con el fenómeno de las drogas que es mucho más complejo; está enraizado en una cantidad de dificultades que la persona tiene para funcionar socialmente, para relacionarse en el mundo y por eso es necesario hacer mucha investigación, saber de qué estamos hablando y es lo que hemos hecho durante todo este periodo”, aclaró.
En este punto, el jerarca hizo mención a las investigaciones que se han realizado desde la Junta Nacional de Drogas en coordinación con la Universidad de la República para tener mayores insumos a la hora de implementar las políticas en la materia.
Hizo referencia concretamente a dos encuestas de hogares, dos de estudiantes y una investigación en poblaciones ocultas en las que se trabajó estrechamente con el Instituto Clemente Estable y con la Cátedra de Medicina de la Universidad de la República.
Sobre la base de estas investigaciones, el jerarca admitió que la Junta Nacional de Drogas, encargada de diseñar las políticas, tiene hoy muchos más elementos para poder definir con precisión el fenómeno y encontrar salidas, aunque nunca soluciones finales que no existen.
“Hoy sabemos mucho más de los cortes que tiene esta sustancia, qué implican esos cortes para quienes consumen; la investigación ha derribado ciertos mitos porque inicialmente se pensaba que la pasta base era un fenómeno casi letal, que fallecerían rápidamente y hoy se sabe que no es así”, advirtió.
En este contexto, el sociólogo subrayó que actualmente, la media de edad de los usuarios consumidores de pasta base que están en tratamiento se ubica en el entorno de los 26 años. “Sabemos que hay muchas personas que tienen 15 o 16 años de consumo, es decir, que en el momento que ingresa la pasta base empezaron a consumir y han seguido consumiendo sistemáticamente”.
Haciendo referencia a este tipo de consumidores “crónicos”, el jerarca sostuvo que se trata de un “núcleo duro” que -antes de consumir pasta base- utilizaban pegamento como droga, entonces la sustancia de moda en los sectores más vulnerables de la población.
Precisamente, hablando del ingreso de la pasta base al Uruguay, recordó que hasta el año 1998 la sustancia más consumida era el pegamento entre estos sectores más vulnerables que progresivamente desplazaron su consumo hacia la pasta base pocos años después.
Para el experto, este fenómeno se puede explicar por múltiples motivos, entre ellos, los fenómenos geopolíticos y la crisis económica de 2002.
“Por un lado tenemos la presencia de esta droga en la región que antes no existía y el gran impacto de la crisis económica de los años 2000 a 2002 que generó bolsones de pobreza muy importantes; esta sustancia se metió en estos sectores y generó una cultura propia de consumo”, reflexionó.
Calzada se refirió a las diferentes “culturas” que encierra todo consumo de drogas; la cocaína es considerada una droga de rendimiento y es consumida por sectores sociales medio altos y altos que tienen una visión muy fuerte del éxito.
La realidad es bien diferente en los consumidores de marihuana y de pasta base.
“Estos fenómenos culturales también han hecho que en determinado momento, por el año 2008, con los cambios económicos y el mayor poder adquisitivo, se produjera un desplazamiento progresivo de la pasta base de cocaína por otras sustancias”, comentó
Pero Calzada fue más lejos: aseguró que toda la investigación recopilada muestra que desde el 2008 al presente el uso de pasta base se encuentra en una prolongada meseta descendiente. “Si bien hubo un crecimiento exponencial y sistemático desde el 1999 y 2000 hasta el 2008, en esa fecha hay un punto de inflexión y comienza a descender paulatinamente”, aseguró.
Para el funcionario, confluyen para ello una serie de factores.
“Tenemos en el país uno de los cuerpos de investigación y acción en materia de narcotráfico más exitosos de la región”, sostuvo refiriéndose al personal de la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas del ministerio del Interior.
En este periodo, dicho cuerpo ha constituido brigadas departamentales a nivel de todo el país lo que ha permitido realizar un seguimiento mucho más preciso y ha redundado en exitosos operativos que terminaron con incautaciones sistemáticas. “Se ha dado una estrategia global no solamente para atacar al pequeño consumidor sino también a quienes están involucrados en maniobras de lavado de dinero y en las que estaban involucrados abogados de reconocidos bufetes que terminaron procesadas por la Justicia”.
Según los registros de la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas, en lo que va de este año se incautaron 1.250.823 gramos de marihuana; 205.149 gramos de pasta base de cocaína; 145.301 gramos de cocaína; 500 gramos de crack; 430 plantas de cannabis; 575 semillas de cannabis; 109 dosis de LSD; 140 unidades de éxtasis y 54.220 gramos de cafeína.
Dicha dependencia del ministerio del Interior realizó entre enero e inicio de octubre de 2014, un total de 447 procedimientos; 297 en Montevideo y 150 en el interior.
Todos estos factores, aseguró, ha permitido contener en gran medida la expansión del tráfico.
No obstante, Calzada advirtió que dicho tráfico está asociado a la necesidad de una demanda que también se ha controlado a partir del 2007, fundamentalmente a través del impacto que han tenido las políticas públicas universales y las sectoriales que ha implementado el Gobierno en el ámbito social, educativo, de la salud y en las que ha cumplido un rol esencial el ministerio de Desarrollo Social (MIDES).
“Esto ha permitido que aquella progresiva situación de callejización de niñas y niños haya desaparecido en nuestro país y ya no los vemos en los ómnibus con estrategias de supervivencia en los ómnibus”, advirtió.
A juicio del sociólogo, evitar los procesos de callejización desde temprana edad tiene un impacto muy importante en lo que le sucederá a ese individuo a lo largo de la vida.
“Y en este punto encontramos que año a año la edad media de las personas que consumen pasta base se desplaza hacia arriba; por el año 2001 los registros marcaban que se ubicaba entre los 21 o 22 años; hoy lo tenemos en 26 años. Quiere decir que el núcleo duro de usuarios de esta sustancia está estable y si no se acrecienta es porque no ingresan nuevos consumidores a este núcleo”, enfatizó.
Sobre este “núcleo crónico” en situación de calle, cruzando datos del MIDES y las investigaciones de la JND, los técnicos pudieron cuantificar este fenómeno: los usuarios de pasta base que han usado pasta base en los últimos 30 días, se ubican en el entorno de las 9 mil personas.
No obstante, son entre 1300 y 1400 las personas en situación de calle que son consumidores de drogas; 700 de ellos de pasta base y otras 700 de alcohol.”Hablar de 30 mil adictos, como he escuchado, es un número vacío que no dice nada. Sí existe un número muy menor y altamente problemático de usuarios de drogas para los cuales las estrategias de abordaje convencionales desde el sistema de salud no son adecuadas”, apuntó Calzada.
Innovaciones metodológicas
Precisamente, refiriéndose a este tema, Calzada explicó que estas poblaciones que están en esta situación no soportan las intervenciones de alta exigencia, que les demanda abstinencia y adhesión al tratamiento.
Otras estrategias de baja exigencia -ampliamente utilizadas en Europa- apuntan a un acompañamiento de estos usuarios hasta lograr relacionarlos con el sistema sanitario que les permita romper esta situación de vida vulnerable.
“Nosotros hemos hecho una apuesta muy fuerte por estos dispositivos; desarrollamos conjuntamente con la Junta Departamental de Drogas de Montevideo en el año 2012 un programa que está situado al Este y Oeste de Montevideo que trabaja directamente con estas personas en situación de calle tratando de vincularlos con la red de servicios sociales y sanitarios que prestan el Mides y ASSE”, enfatizó el jerarca haciendo alusión al programa Aleros.
A partir de ese programa que fue innovador en su momento y ha dado buenos resultados se desarrollaron los “puntos de encuentro” donde los usuarios se nuclean de manera periódica para recibir asistencia.
“De los logros más importantes del trabajo con estas poblaciones es que muchos de ellos, aún sin dejar de consumir, han logrado insertarse en programas laborales como el de Uruguay Trabaja, lo cual es una innovación muy importante porque no es condición excluyente que la persona deje de consumir para poder insertarse en un programa laboral”.
Con esta óptica, y apuntando a la innovación metodológica a fin de ayudar a estas personas a salir de la situación de cronicidad y a que logren niveles de integración y autonomía, se puso en marcha este mes la Unidad Móvil de Atención (UMA), una unidad estrictamente sanitaria y destinada a todas aquellas persona que tienen problema de consumo de alto riesgo y que eventualmente necesiten un apoyo y una asistencia de manera más directa.
Tanto los programas comunitarios como los de proximidad dan cobertura a los usuarios más problemáticos y en particular en el área metropolitana donde se encuentra el 70% de los usuarios de pasta base.
Paralelamente, se trabaja con la Facultad de Medicina y con ASSE en la instrumentación del programa ERICA, un dispositivo de atención hospitalaria para casos de urgencia, equipo de respuesta inmediata en crisis de adicciones que funcionará en el Hospital de Clínicas.
“Como este es un problema de salud hay una respuesta sanitaria que se inscribe dentro de las prestaciones que el ministerio de Salud Pública establece en el marco del Sistema Nacional Integrado de Salud”, indicó mencionando el derecho de los usuarios con problemas crónicos de este tipo de contar con 52 sesiones de psicoterapia al año y hasta 30 días de internación.
En ese sentido, se refirió a la respuesta integral que ha desarrollado el Estado para atender a aquellas personas que están en situación más compleja, con la creación de tres centros regionales: uno en Artigas, otro en Maldonado y el tercero en Montevideo; y dos dispositivos de referencia nacional; uno en Las Brujas, Canelones y otro en San José.
“Hasta el año 2004 había solo 10 plazas en el Hospital Maciel y una unidad de policlínica que daba prestaciones a los usuarios de drogas que se acercaban. Hoy tenemos disponibles 19 dispositivos de atención, orientación, diagnóstico y derivación en cada uno de los departamentos del país lo que me parece que es un cambio significativo para dar respuesta a esta problemática tan compleja”, concluyó Calzada.
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