12/10/2013

30 años de democracia


Noviembre 2013

Los siguientes textos forman parte de las exposiciones que realizaron los autores en el marco de la mesa de apertura de las jornadas “30 años de construcción democrática”


Artemio López

En el video de apertura se marca de manera notable las condiciones sociales y polítcas que desencadenan la caída del regimen dictatorial , señalando la centralidad del movimiento obrero argentino y sus dirigentes , en especial Saúl Eldover Ubaldini, en la lucha por la recuperación democrática. Centralidad invisibilizada por el discurso hegemónico que supone la recuperación patrimonio exclusivo de la erosión que provocó la guerra de Malvinas y/o la acción de líderes políticos- partidarios. 

En referencia a la recuperación democrática en Argentina ya superada la dictadura, tengo una visión un poco ambivalente: creo que desde el punto de vista institucional, el país ha logrado un avance importante; en términos generales a nivel regional difícilmente encontremos procesos de democratización más profundos que en Argentina visto desde todas las perspectivas. Incluso también de la recomposición de ciertos funcionamientos partidarios a partir de la crisis del 2001, porque creo que no debemos ser muy severos con el funcionamiento político partidario de representación tal cual como funciona hoy en Argentina.

Pero por otra parte, respecto a lo que la democracia hizo en términos sociales, mi perspectiva es que hasta la aparición del kirchnerismo en escena en el 2003, la recuperación democrática fue muy poco satisfactoria. Cualquier indicador que uno quiera analizar, con las diversas fuentes disponibles y serias que puedan tomarse, van a observar que es muy difícil sostener alguna valoración positiva de un proceso que en el inicio, es decir en 1983, toma el país con 9 puntos de pobreza; 3 puntos y medio de desempleo; un Gini de 0,4; la distribución del ingreso, una distribución entre ricos y pobres de 14 veces y la devuelve al fin de la crisis a fines del 2001 con 54 puntos de pobreza; 24 de desempleo; una diferencia entre ricos y pobres de 32 veces; una catástrofe en términos socioeconómicos que la literatura específica no encuentra antecedentes; es muy difícil organizar un discurso que pueda explicar que en 30 años un país desmoronó su estructura social y productiva de la manera en que lo hizo la Argentina. 

Al decir 30 años incluyo lo hecho durante la dictadura militar porque en términos de política económica, con la excepción del período inicial cuando Bernardo Grinspun estuvo al frente del Ministerio de Economía en la presidencia del Dr. Raúl Alfonsín, la verdad es que en Argentina hubo continuidades de políticas bastante claras a partir de la irrupción del neoliberalismo en 1976 y sólo se interrumpe en el 2003 con la aparición del kirchnerismo en escena. Quito del análisis lo que aconteció a posteriori de la crisis 2001 - 2002 porque es muy difícil escindir el proyecto que encarnó la figura del Senador Eduardo Duhalde de la promoción de la mega devaluación que terminó destruyendo ingresos, generando mayor desempleo. 

O sea, creo que fue parte del mismo proceso neoliberal; por lo tanto creo que la recuperación se inicia a partir del año 2003, por supuesto con dificultades. Esto lo quiero señalar porque me parece fundamental; no es que la Argentina haya vivido un proceso de deterioro en términos sociales y económicos “porque las cosas suceden”.

Sucedió porque efectivamente los gobiernos democráticos en Argentina no pudieron romper el patrón socioeconómico que implantó la dictadura a sangre y fuego en 1976, concretamente porque abrazaron las políticas neoliberales como propias, obviamente con la especificidad de cada etapa. No es lo mismo implantar un programa socioeconómico neoliberal a mediado de los años ’70 luego del proceso de expansión popular que implicó el peronismo, que continuarlas a partir de 1983 con lo que implicaba la recuperación democrática y profundizarlas en los ’90 luego de las experiencias híper inflacionarias en la salida del ciclo alfonsinista y al inicio de Menem. Obviamente eso tuvo especificidades; tuvo nombres distintos; pero más allá de eso lo que se puede observar la continuidad de un patrón diseñado para reordenar la estructura de poder y distribuir ingresos, organizar la economía argentina con una orientación neoliberal clara.

El proyecto fundamental fue deteriorar en términos de ingresos a los sectores medios y populares, objetivo que lograron. Veamos algunas cifras centrales de la última encuesta permanente de hogares de 1974, cuando el INDEC realizaba esta medición exclusivamente en la zona metropolitana del Gran Buenos Aires, pero era muy representativo de lo que sucedía a nivel nacional. Ese estudio mostraba que en el año 1974 había un nivel de informalidad laboral del 12%, una diferencia entre ricos y pobres que para octubre de aquel año era de 8 veces; después se estiró a 12; 8 veces en 1975 y niveles de pobreza de 6 puntos de los cuales, 2 eran indigentes. Esa estructura socioeconómica estalló por el aire y la orientación de la política económica, los actores que se pusieron en juego y la intervención drástica del partido militar para que la deconstrucción de la estructura social de mediados de los años 70 pudiera ser llevada adelante es lo que explica lo sucedido, nada pasó “porque tenía que suceder”; pasó porque hubo claramente una perspectiva política y un plan económico orientado a que sucediera y en 1980 a 4 años de iniciado el ciclo neoliberal en el apogeo del terrorismo de estado, ya la pobreza alcanzaba los 20 puntos de los cuales 6 eran de indigencia.

Recuperada la democracia, lamentablemente vuelvo a decir, más allá de los inicios que yo creo muy valorables, pues el gobierno de Alfonsín tuvo muchísimas cosas valorables, las tensiones en términos socioeconómicos que se desataron al tratar de revertir ese destino funesto iniciado por la dictadura militar quebraron la voluntad política de Raúl Alfonsín. No lo logró pero digamos en honor a la verdad histórica, que hubo un intento de torcer ese rumbo, pero por circunstancias internas a nivel país y del propio partido de gobierno entonces que no hubo posibilidad de desplegar una política de reversión del ciclo neoliberal iniciado con el golpe de 1976.

Y en esto sí quiero ser bastante claro; que a partir de la inauguración del proceso que lleva adelante Néstor Kirchner en mayo del 2003 es donde con tensiones, con crisis por momentos, con mayores o menores aciertos y con distintos niveles de consenso en las políticas específicas, creo que el país comienza a en encontrar un rumbo distinto al que signó su comportamiento socioeconómico a partir del año 1976.

Nuevo rumbo que inicia el kirchnerismo en mayo de 2003 y desanda en parte el camino de decadencia de casi tres décadas , aun reconociendo las diferencias de los estándares actuales con los que se midieron en el año 1974 donde , por citar un ejemplo , tan sólo se registraban 12 puntos de informalidad laboral mientras hoy tenemos aún 33% de informalidad en el empleo, pero, recordemos, tuvimos 55% en 2001.

En términos de desempleo hoy el nivel es del 7% pero debemos recordar que Néstor Kirchner tomó el país con más desempleo que votos, ya que el primero rondaba el 24%, mientras que en 2003 obtuvo el 22% de apoyo electoral, en una situación social extremadamente complicada. Esta situación se ha logrado revertir parcialmente porque se tomaron decisiones de política económica en un orden muy diverso al que se venía tomando desde el año 1983 y más atrás desde 1976.

Señalo este aspecto en particular para indicar que lo sucedido a partir de mayo de 2003 no fue solamente consecuencia de una coyuntura internacional favorable; el famoso “viento de cola” - lo mismo señalaban a Perón con la “coyuntura favorable de pos guerra”-, a partir de mayo de 2003 se crearon las condiciones para que efectivamente una coyuntura internacional favorable, sobre todo en el precio internacional de los commodities, impactara de manera positiva al interior de la formación social y en particular mejorara las condiciones de vida de los sectores populares generando más empleo consumo.

Porque podría haber habido, de hecho las hubo, coyunturas internacionales más o menos favorables y de crecimiento económico doméstico robusto; Menem tuvo crecimiento económico; creo promedio en la década de los noventa un crecimiento del PBI del 60% y sin embargo, en el mismo período hubo mayor inequidad distributiva, hubo mayor pobreza; creció el desempleo, el empleo informal se expandió de 18 puntos a 24 puntos a la salida del menemismo. O sea, el crecimiento económico por sí solo y la coyuntura internacional favorable no explican las mejoras domésticas logradas a partir de 2003 en las condiciones de vida de los sectores populares. Hubo entonces una decisión política de desplegar un modelo económico y social distinto al dominante hasta el 2003.

En esta perspectiva de ruptura con el modelo neoliberal dominante se inscribe la política de desendeudamiento, de sostenimiento del consumo interno como motor dl crecimiento, de duplicación de la base previsional, la política de intervención para captar renta extraordinaria para financiar políticas de inclusión social. Efectivamente la crisis en torno de la resolución 125 con lo que implicó en términos políticos, consolido uno de los mecanismos de transferencia de ingresos desde la cúpula por el cuales el kircherismo pudo torcer el rumbo de la política en términos socioeconómicos, que era hasta ese momento tan negativa para los sectores populares. Pudo financiarse por c aso la Asignación Universal por Hijo que es una excelente herramienta de inclusión, y obtuvo un apoyo generalizado, no conozco a nadie que se oponga.

Si se escuchan críticas al tipo de financiamiento que impulsa el gobierno nacional para estas políticas, criticas que sin embargo, no vienen acompañadas de políticas de financiamiento alternativas, porque sabemos que el sostenimiento de una política pública inclusiva, de cualquier tipo pero sobre todo las de gran escala como la AUH que impacta directa o indirectamente sobre 7,2 millones de personas, , implica financiarla y supone entonces supone niveles de confrontación con sectores de poder económico cuyos intereses ineludiblemente deben ser afectados para hacer posible el financiamiento y desarrollo de una política social masiva.

Debe asumirse que las políticas distributivas confrontarán con sectores que van a poner todo lo posible de su lado para impedir que esa política se realice; me parece que lo que explica una parte del comportamiento confrontativo de ciertos sectores corporativos frente al kirchnerismo es que es por primera vez desde la recuperación democrática un gobierno pone en cuestión la distribución del poder en general y la distribución del ingreso en Argentina.

Con toda la connotación controversial que esa cuestión implica, por ejemplo respecto de la resolución 125; allí el nivel de confrontación que se observó tuvo en la base la reticencia de los sectores de poder a que el estado tome parte de su renta extraordinaria para redistribuirla. Algunos pueden juzgarlo más o menos adecuado el mecanismo de retenciones adoptado, porque desde luego la utilización del recurso obtenido por captación de renta extraordinaria es una discusión política; pero lo que sin dudas ha generado el kirchnerismo es abrir esa discusión respecto a la distribución del ingreso a partir del año 2003.

Y ese debate implica hoy ir por más, porque no se trata de revisitar lo que ya hizo el kirchenrismo, sino qué en esta etapa la sociedad dejó atrás esas políticas las da por existentes y discute qué debe hacerse hacia adelante. Pero en este punto antes de seguir insisto, ese camino de inclusión, pudo ser recorrido, me parece, porque en mayo de 2003 por primera vez desde la recuperación democrática un gobierno tomó la decisión de apartarse del paradigma socioeconómico neoliberal que implantó la última dictadura y reprodujeron los gobiernos democráticos a partir de 1983; y eso no es un mérito menor.

En lo que refiere a la dimensión institucional, Argentina ha demostrado un muy buen funcionamiento; ha sido capaz de resolver de manera notable una crisis socioeconómica descomunal. De allí que las críticas que le podamos hacer al sistema de representación deben ser morigeradas por los datos históricos que tenemos: es el mismo sistema que pudo resolver niveles de crisis social como los que enfrentamos hace muy pocos años. Obviamente la solución no fue lineal, hubo diferentes contramarchas, e incluso desprolijidades. Desde luego hay dimensiones para mejorar y fortalecer en el conjunto del sistema de representación. Pero no debemos olvidar que la sociedad argentina dio muestras de poder en términos de sostenimiento y de creación de realidades institucionales. No dejemos pasar estos puntos porque aún no sabemos, por ejemplo, como procesará Europa su propia crisis; con esto quiero decir que la dimensión de la crisis que tuvimos fue lo suficientemente profunda como para desbarrancar a la sociedad, y ello en términos institucionales no sucedió.

La pregunta es, entonces ¿Qué queda hacia delante? El desafío es profundizar el camino que nos llevó a tener hoy niveles de justicia, de equidad, de inclusión social, incluso de representación política, mejores que hace diez años. Los niveles de participación de la gente en las decisiones electorales son importantes; más aún si se toma en cuenta que Argentina ha innovado institucionalmente a través de la creación de las PASO; tenemos en ese sentido un sistema político muy dinámico. Por eso en lo que hace a la representación político- electoral mi impresión es que el problema está más vinculado hoy al funcionamiento de la oposición que al oficialismo. La oposición tiene un problema estructural de híper fragmentación que no logra resolver y me parece que todavía no se observa un camino de solución. Porque quisiera resaltar que este gobierno en 10 años ganó 8 elecciones. Y esto significa que construyó el ciclo electoral más exitoso de nuestra historia protagonizado por un mismo espacio político; triunfó en 3 elecciones para cargos ejecutivos, 3 de medio término y 2 PASO.

Esto implica que la representación política en Argentina por lo menos para un sector de la ciudadanía está bien expresada; hay un gran acompañamiento electoral. Pero no es la misma situación para la oposición. Allí sí creo que tiene que haber algún nivel de acuerdo o forma de resolver este formato de archipiélago que constituye a la oposición, del que tampoco tenemos antecedentes. Por ejemplo, no creo que haya habido una segunda minoría en la historia electoral argentina con sólo 17% de votos como obtuvieron en 2011 el FAP y en 2013 el FR. Y ese espacio fragmentado además es disputado por diferentes líderes opositores que compiten entre si por el mismo capital político; no logran establecer un liderazgo prevalente que los unifique al menos en parte ; esto plantea a mí entender un problema a resolver en particular en términos de representación político-electoral de los sectores opositores al Frente para la Victoria.

Esta cuestión, se torna más relevante si nos referimos a otra dimensión que se plantea a futuro, y que parte de las políticas que se han encarado hasta aquí, en cuanto a continuar avanzando en la expansión de derechos frente a la resistencia de las corporaciones, los sectores dominantes, que se expresan a través de grupos de presión y desde los medios de comunicación concentrados. Uno esperaría que estos sectores opositores se expresen más a través de partidos políticos, que logren superar ese inestable 17%, para consolidar un partido opositor que conduzca ese discurso, que sea realmente alternativa de gobierno.

Eso permitiría a estos sectores políticos expresarse dominantemente a través de canales institucionalizados, políticos y electorales, y no de manera a veces grotesca en los medios de comunicación opositores y se constituyan como una alternativa de gobierno; diseñando no editorialistas de medios de comunicación, sino una dirigencia que partidaria que encarne un formato de representación política que represente a un sector de ciudadanía muy amplio seguramente, dispuesto a acompañar esas propuestas. Durante décadas eso fue canalizado por el partido militar. Hoy son los medios opositores el canal de expresión más dinámico, se hace necesaria una alternativa electoral partidaria y estable para esos representar esos intereses.

Finalmente quisiera señalar los temas más relevantes de la agenda pendiente. Señalo dos, que me parecen centrales. En primer lugar Argentina tiene un problema de creación de empleo formal muy importante; la tasa de informalidad laboral es inelástica a la baja desde 2008; no hay ninguna señal de que eso esté cambiando. La generación de empleo formal privado y sobre todo en el sector industrial está detenida desde el año 2008; crecía a 3,5 desde 2003 hasta 2007; en el año 2008 se detuvo y crece ahora vegetativamente, a menos de un punto por año; aquí tenemos un problema de respuesta específico sobre un tema social muy sensible como es el empleo formal.

La segunda apunta a la íntima vinculación, señalada por Aldo Ferrer entre la carencia sistemática de divisas, y las restricciones externas de la Argentina y la ausencia de un patrón de desarrollo industrial , porque hay que decirlo, Argentina ha avanzado pero aún de manera muy insuficiente con respecto al nivel de industrialización perdido a partir de los años ’70. Lo que nos distingue del resto del continente en particular de economías regionales con las que normalmente nos comparamos como la de Brasil, es que en medio de un proceso regional global de desindustrialización notable, Argentina en particular padeció un proceso de desindustrializador feroz a partir del año 1976. Encadenamientos productivos enteros se perdieron; lo que implicó la reprimarización de la economía argentina.

En esta materia de reindustrialización, sustitución de importaciones, se avanzó aún de manera insuficiente en relación a lo que existía antes del 2003. Un ejemplo es la industria automotriz: allí hoy, por caso, los componentes importados superan el 75% de cada unidad producida, siguen siendo los mismos niveles de integración de componentes nacionales desde hace años, desde el punto de vista del empleo, cada unidad producida incorpora de manera mayoritaria autopartes construidas en otros países. Nos da una muestra de lo que aún resta por cambiar.

Estos dos temas entonces, la generación empleo formal y un patrón de desarrollo industrial expansivo, me parece que son de una enorme centralidad en la próxima etapa. Incluso buena parte del comportamiento electoral de sectores muy paradigmáticos en las últimas elecciones legislativas, se vinculan a la insatisfacción social que generan estos problemas.

Por ejemplo cuando uno observa cuáles son los niveles de insatisfacción en segmentos que tradicionalmente acompañaban al oficialismo y por diversos motivos en las elecciones del 27 de octubre de 2003 no lo hicieron, observa que los niveles de ingreso de estos sectores sociales son insuficientes; que a pesar de estar ocupados , los niveles familiares de ingreso son insatisfactorios y que efectivamente el fenómeno del empleo informal es masivo en las barriadas más postergadas, por ejemplo los que residen en la tercera sección electoral del conurbano bonaerense, el epicentro de la pérdida de votos oficialista en 2013.

Adicionalmente, podemos hacer un corte por edad y por preferencia electoral; les doy este caso para que observen la magnitud del problema que se expresa hoy para la sociedad argentina en su totalidad pero en especial para los jóvenes de sectores populares.

El electorado general es un electorado joven, la mitad del padrón tiene 39 años o menos, y el 60%, menos de 44; el 30% menos de 29 años. Cuando uno revisa las curvas de informalidad laboral, a medida que baja la edad aumenta la informalidad y cuando bajan los ingresos, la informalidad crece aún más. No sorprende entonces que en el sector de 30 años o menos, que insisto, representa el 30 % del padrón electoral promedio, y el 40 % de los electores del oficialismo, la tasa de informalidad ascienda al 55 %, más de la mitad de esa gente cuando toman decisiones electorales lo hacen en situación de informalidad y el salario de un trabajador informal promedio, si es jefe de hogar, y muchos lo son en particular mujeres, no le permite a la familia superar la línea de vulnerabilidad; y sobrepasa apenas la línea de Pobreza

O sea, hay allí con la informalidad laboral un tema que se debe resolver en esta etapa porque afecta claramente a los sectores populares, muy especialmente a los más jóvenes y más drásticamente a las mujeres. Es en esta perspectiva que Argentina tiene que profundizar el modelo de reindustrialización obviamente con otros parámetros que los del siglo XX. Pero tiene que profundizar ese proceso; porque necesita logar que mejore el nivel de industrialización de la estructura productiva para formalizar el mercado de trabajo y mejorar el ingreso de las familias. Yo creo que ese es el desafío, el cual me parece más importante que la inflación y otros temas que están normalmente en la agenda, que sin duda son importantes pero estos están en la base de las condiciones materiales de existencia de los sectores populares y son claves y es necesario plantearlo en términos de estrategia para apuntar a un desarrollo más igualitario y más equitativo.

En síntesis, la recuperación democrática en Argentina merece una muy alta valoración, más allá de las circunstancias que uno pueda observar como críticas, no puede dejar de reconocerse la importancia de haber superado el estigma que implicó la última dictadura militar; resolver los procesos de impunidad como se los resolvió; enfrentar y superar la crisis socioeconómica que se vivió en el 2001 y mantener un sistema de representación vital con capacidad de interpelar a muchísimos ciudadanos, me parece interesante.

Y en términos sociales y económicos, profundizar las políticas que nos permitieron abandonar el modelo neoliberal que impuso la dictadura y que a mi entender ese proceso recién se revirtió a partir del año 2003. Una profundización que nos permita imaginar que es posible volver a los parámetros que la Argentina supo lograr en la integración social que se logró en un momento de su historia: El 80 % de los habitantes del Gran Buenos Aires en 1974 tenían ingresos correspondientes a las franjas medias; los trabajadores que se incorporaran al mercado de trabajo, automáticamente tenían ingresos por arriba del nivel de pobreza. Hoy aún vemos a grandes franjas de la población que está ocupada plenamente y es pobre; o sea, los ingresos no les permiten abandonar la situación de pobreza.

A pesar de lo logrado, hoy todavía vivimos otra realidad que difícilmente la resolvamos en lo inmediato; pero ese debe ser el objetivo principal, a los dos objetivos que señalé: la reducción de la informalidad y una política de profundización el patrón de reindustrialización. Y eso debe fortalecerse con un sistema de representación donde existan partidos políticos con capacidad de competencia electoral que recojan las demandas de los ciudadanos que se opongan a este modelo, que las contengan y representen, para evitar que la insatisfacción de la ciudadanía opositora aliente un juego corporativo y anti político que no es provechoso para la sociedad en su conjunto.

Me parece que estas son las principales claves de la democracia que queremos seguir construyendo, del camino recorrido en los últimos diez años, de las transformaciones realizadas desde 2003 y de las demandas que hoy se nos presentan como desafíos. 


 (*) Cortometraje realizado por la comisión de profesionales de APL y la Biblioteca del Congreso de la Nación. Dirección y Producción: Luciano Bidal , Producción Ejecutiva: Analia Becherini, Guión: Esteban Nannis, Asistente de Dirección: María Laura Martin, Sonido: Fernando Pascual, Cámara: Mauricio Arrascoyta, Coordinación de Producción: Roberto Dikun, Fabian Stecco, Locución: Florencia Roldan, Asistente de Producción: Marina Bessone, Dirección de Fotografía: Analia García, Postproducción Mauricio Arrascoyta, Luciano Bidal, Diseño: Adrián Stecco, Silvina Nardelli. Entrevistas a Saúl Ubaldini, Maria Teresa García, Héctor Recalde, Norberto Di Prospero, Roberto Digon, Gustavo Mariluz, Omar Plaini y Alejandro "Cebolla" Corton.

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