7/13/2012

5, 6 millones

Sin trabajo y sin casa, Yéssica y Anastasio duermen en un soportal y buscan trabajo en los ordenadores de una biblioteca pública. / SAMUEL SÁNCHEZ

 

Pobre puede ser cualquiera, o casi


La pérdida del empleo acarrea impagos y pone en el disparadero a millones de personas

El tobogán de la pobreza se acelera

No todos tienen apoyo familiar

Mientras bajo el populismo tras la crisis neoliberal , el imperfecto sistema productivo argento generó 5,6 millones de puestos de trabajo, en la España republicana los perdieron. 

Los efectos en términos de aumentos de la pobreza que atrapa ya al 26,5% de la población , aunque aún atenuandos  por el sistema de seguridad social peninsular, que se está desmoronando sin prisa ni pausa pero aún contiene, son contundentes. 

La debacle se acentúa pues la española es una comunidad donde las generaciones adultas y jóvenes carecen de experiencia en transitar crisis socioeconómicas como la que hoy transitan , a la que para empeorar su adaptación , suponen mayoritariamente de corta duración. Ya aprenderán y en especial los jóvenes encontrarán formas más eficaces de resistencia, leemos al respecto: 

Cada vez son más. Una muchedumbre silenciosa y a menudo inadvertida. Son las víctimas de la pobreza. Crece en una crisis sin fondo y se instala en una normalidad quebradiza. El paro, que ya lacera a 5,6 millones de personas, es un filo que se estrecha. Las facturas siguen, los subsidios se recortan; se agotan al igual que los ahorros, y el empleo no aparece. El techo peligra. O desaparece.

La casa de los familiares y los pisos compartidos —la calle en el peor de los casos— cobijan las vidas en la estacada, suspendidas en una precariedad que se extiende sin freno y que, si faltan redes de apoyo, como la familia, conduce a la exclusión social. La bajada es cada vez más acelerada, dicen los expertos, un tobogán cuyo descenso gana velocidad y al que se asoma un número creciente de personas. Hay albergues con lista de espera.

España 2012. Más de 5,6 millones de empleos y decenas de miles de techos arrasados por el huracán de la crisis. Más de 300.000 ejecuciones hipotecarias iniciadas en los últimos cinco años, muchas de las cuales han derivado en desahucios —más de 100.000— a los que se suman los motivados por el impago de alquiler. Como el de Juan, el de Carmen... Los números tienen caras detrás y un detonante común: la pérdida de ingresos, el comienzo del tobogán.

“Las torres más altas pueden caer al piso”. Esa es una de las cosas que Carmen ha aprendido en los últimos tiempos. Esta mujer de 40 años era hasta hace uno y medio una empresaria de éxito. En 2005, recién llegada a España desde Estados Unidos, creó con su marido una firma de montajes eléctricos. Hasta 16 empleados llegaron a tener, relata. Tan bien iban las cosas que lograron comprarse un piso en un barrio caro de Madrid, Chamberí. Ahora la mujer almuerza cada día en un comedor social a tiro de piedra del piso que tuvo.

“Paró todo de la noche a la mañana”, reflexiona esta mujer que pide aparecer con otro nombre. La crisis de la construcción se llevó por delante su negocio. Dejó de haber cables que poner en casas o centros comerciales flamantes. “Tuvimos que despedir a los empleados, que eran como de la familia. Les dimos lo que les correspondía y un poco más. Dejamos al día las cuentas con Hacienda, con la Seguridad Social. Quedamos limpio con todos...”. Y sin un euro en el bolsillo...

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