UN MUNDO EN TRANSICIÓN Y EN RIESGO
Por Daniel García Delgado*
Director del Área Estado y Políticas Públicas de la FLACSO Argentina
“Así como la pandemia no frenó la deriva capitalista, ahora la guerra es el nuevo escenario. Una escena que logra mimetizarse con el propio capitalismo. Por primera vez el mundo se involucra con algo del que se desconoce su límite, no se sabe ni a dónde conduce ni cuál es su finalización.”
Jorge Alemán (2022)
Introducción
La idea de que el mundo está en crisis es evidente, pero no solo en los efectos que vienen de la pandemia del COVID-19 y del enfrentamiento de Rusia con Ucrania, que promueven inflación generalizada, recesión, crisis alimentaria y energética, sino porque devela una confrontación por el poder mundial que no se evidenciaba desde los tiempos de la guerra fría. La hipótesis es que el comienzo de la guerra y el “no derrumbe” de Rusia, pese a la gran cantidad de sanciones que rápidamente se le impusieron por la invasión, están poniendo de manifiesto el fin del unipolarismo y el surgimiento de tendencias que apuntan a la configuración de un mundo multipolar y, asimismo, la estrategia de EEUU de no aceptarlo. Pero poner como enemigos de Occidente a Rusia y a China, y continuar la guerra de desgaste en Ucrania sin buscar una salida diplomática, está teniendo serias dificultades para volver a ese mundo unipolar previo y basado en valores como la democracia y los derechos humanos, pero con doble estándar.[1] La resistencia de la Federación Rusa a ‘la guerra de desgaste’ marca un punto de ruptura junto con tendencias previas que se venían manifestando desde hacía más de una década con el surgimiento de China como potencia económica, la crisis financiera del 2008 y la búsqueda de sanciones para contener esta potencia que parece amenazar el liderazgo de EEUU de los últimos 40 años desde la caída de la Unión Soviética, y más largamente la hegemonía anglo de los últimos dos siglos. Ahora bien, ¿cuáles son estas tendencias que ponen al mundo en transición hacia otro esquema de poder global y a la vez en riesgo?
1. Tendencias al cambio del orden global unipolar
i) Las sanciones a Rusia de la guerra híbrida, tanto en lo económico y político, como en lo cultural, en búsqueda del aislamiento y humillación y, finalmente, búsqueda de caída del régimen de Putin, no han tenido hasta ahora los efectos señalados. Al contrario, las sanciones financieras, económicas, comerciales y militares que implicaban aislar a Rusia de la comunidad económica internacional, han sido respondidas con medidas como cobrar en rublos el gas que vende a la UE y construir en Asia otro sistema de transacciones no basado en el dólar. Asimismo, en lo militar, Rusia ha consolidado sus posiciones en el Donbas, la parte rusoparlante de Ucrania. Esto muestra que no se evaluó bien la capacidad de resiliencia del pueblo ruso a la adversidad y ni siquiera su potencial económico.[2] Asimismo, ya hay voces influyentes en EEUU que se oponen a continuar con la guerra de desgaste y proponen buscar una salida diplomática del conflicto. [3]
Si bien la batalla cultural como parte de la guerra híbrida ha tenido ciertos éxitos al emblocar a Occidente en su conjunto en declaraciones de repudio por la violación de integridad territorial de Ucrania, en construir una cultura de cancelación, y buscar convertir en un paria internacional a Putin, esta estrategia no está teniendo el éxito pensado. En la última reunión de cancilleres del G-20 en Bali, los medios hegemónicos auguraban avances para sacar a Rusia del Grupo. Y si bien es cierto que el tema Ucrania fue central, no hubo una condena a Moscú por la invasión ni expulsión del G-20, y solo una diplomática expresión final de “profunda preocupación por las consecuencias humanitarias de la guerra.”
De este modo, los resultados de la guerra empiezan ahora “a sacudir la confianza que sectores del gobierno de Biden tenían sobre la posibilidad de que Ucrania pueda ganar la guerra e incluso recuperar territorios perdidos. La base de esta desconfianza radica en la enorme pérdida de tropa militar y la destrucción de equipo y munición a un ritmo que no puede ser sustituido. Estas discusiones internas no impiden al gobierno de Biden seguir enviando a Zelensky todo el material de guerra que pide. Pareciera que se busca impedir una debacle militar antes de las próximas elecciones de medio término, a realizarse en noviembre en los Estados Unidos”.[4]
ii) Las consecuencias del conflicto bélico en Ucrania y la sanciones contra Rusia se hacen sentir, paradojalmente, con más rigor en Europa, particularmente en lo energético. Francia decidió recuperar el control de la mayor empresa de electricidad y envió al Parlamento una ley para implementar medidas que garanticen la soberanía energética ante la inminente crisis de esta con el corte previsible del gas proveniente de Rusia, en una suerte de “economía de guerra”. Alemania avanza hacia las restricciones al consumo de energía y el gobierno alerta sobre los riesgos para el próximo invierno.[5] Su ministro de asuntos económicos, Robert Habeck, advierte de un “contagio como el de Lehman” (haciendo referencia a la crisis financiera de 2008) si Europa no puede manejar las disrupciones económicas derivadas de la cuestión energética. Lo cierto es que la UE ha hecho un mal negocio para su economía y nivel de vida; ha cambiado el aprovisionamiento de gas desde Rusia por el de EEUU y otros países, pero en una sustitución que es más cara, más lenta e insuficiente.
Todos los países de la UE tienen ahora, como EEUU, alta inflación por la subida de precios energéticos y alimenticios y problemas de consumo y de ajuste. En síntesis, las sanciones, si bien también han afectado a Rusia, han tenido una suerte efecto boomerang sobre la UE y EEUU; al generar la restricción del gas y del trigo y alimentos que proporcionaban estos países mayoritariamente, han generado una inflación global, combinada con signos de recesión y una crisis alimentaria global.[6]
iii) La contienda ha dado lugar a un proyecto de expansión de las BRICS, para que se constituya como referente principal en la búsqueda de otro orden mundial más cooperativo y estimulador del desarrollo de los emergentes. El denominado BRIC-plus, tiende a incluir a Indonesia, Argentina, y otros países.[7] Los países que integran los BRICS actualmente representan un tercio de la economía y casi la mitad de la población mundial. Cuentan con recursos naturales estratégicos como hidrocarburos, gas, minerales, energía y producción de alimentos. Este grupo geopolítico viene jugando un rol central para promover la multipolaridad y negociaciones cooperativas y multilaterales y un orden mundial distinto a ese en que tres o cuatro países decidían todo.
Ello también implica la búsqueda de promover una nueva arquitectura financiera internacional. Así, el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS (BND), junto al acuerdo de Reservas de Contingencias (ARC), resultan instrumentos importantes para la estabilidad macroeconómica mundial. El BND se presenta como una herramienta fundamental para apuntalar los déficits de infraestructura que tienen los países emergentes y su objetivo es financiar proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible. Su programa proyectado para 2022-2026 contempla asistencia financiera para los países miembros por 30 mil millones de dólares. En este sentido, los beneficios que tendría Argentina para ingresar en los BRICS quedan en evidencia.[8] Este actor global también encontraría beneficios en el caso de incluir al país en dos sentidos, como señala el embajador argentino en China, Sabino Narvaja: “Argentina cuenta con grandes recursos energéticos. Contamos con la segunda reserva mundial de shale gas y la cuarta de shale oil. Tenemos reservas de minerales estratégicos (como el litio, cobre y tierras raras). Somos productores de alimentos de gran calidad y contamos con un capital científico técnico muy consolidado. Somos también proveedores seguros y responsables de alimentos reconocidos en el ámbito de la biotecnológica y en tecnología logística aplicada”.
iv) Tendencias a la búsqueda de alternativas a una única moneda de reserva mundial. Como parte de los efectos de la guerra híbrida y la utilización del dólar como arma para debilitar a Rusia (salida del sistema de pagos mundial Swift), diversos países han comenzado a optar por realizar transacciones en monedas propias sin pasar por el dólar. Yuanes y rupias por rublos y otras monedas junto al avance de sistemas de transacciones monetarios más plurales.
Asimismo, en América Latina el candidato a la presidencia de Brasil en octubre, Lula de Silva, en el marco de una campaña que por momentos se tiñe de violencia, ya ha propuesto la creación de una moneda sudamericana como parte de los elementos de una mayor autonomía para un desarrollo sustentable e inclusivo regional.
También ahora Argentina y Brasil buscan alivio para importaciones, impulsando el comercio en moneda local: bancos centrales de Argentina y Brasil se reúnen para aceitar el mecanismo.
Como dice Gustavo Girado: “El desarrollo sustentable pasa por un momento muy malo por el tema energético, por el alza de los alimentos y por las cadenas globales de valor totalmente quebradas y rotas. Sobre la posibilidad de que el BRICS trabaje en la creación de una moneda para los intercambios internacionales alternativa al dólar, el hecho de poder utilizar nuestra moneda doméstica a cambio de otras que no sean el dólar norteamericano me parece extremadamente importante. Para Argentina sería muy conveniente, porque tenemos un problema en el sector externo que nos pone en serios problemas macroeconómicos debido a la ausencia de divisas para hacer frente a la economía”.[9]
v) Se observa una mayor autonomía de países antes totalmente alineados con EEUU o con la OTAN, como la India, tomando decisiones de comercializar con Rusia y no imponer sanciones a ésta como se pretendía. De Turquía que, aún formando parte de la OTAN, no termina de aceptar del todo que otros países integren esta alianza (Suecia y Finlandia). O como Irán, que al no aceptar el plan antinuclear propuesto por EEUU, tampoco ayudará a resolver los problemas de energía de la UE. Un acuerdo nuclear nuevo con Irán es poco probable, por lo que no se levantarán las sanciones contra ese país, y eso significa que el petróleo iraní no fluirá hacia los mercados mundiales en ningún momento. Al mismo tiempo, Rusia profundiza sus alianzas con otros países de EuraAsia y reafirma su alianza con China. [10]En el caso en América Latina, México marcó una línea de autonomía respecto de condena y sanciones, pero también Brasil -muy alineado con EEUU hasta hace poco-. Desde el estallido de la guerra, Bolsonaro ha evitado condenar los ataques rusos en Ucrania y mantenido una posición “neutral” y de “equilibrio” ante el conflicto, al priorizar los intereses de su país.
vi) El surgimiento de una nueva ola progresista en América Latina tiende a erosionar la hegemonía de EEUU sobre la región. Asimismo, las búsquedas a superar los legados neoliberales, promover derechos sociales, recuperar la lucha de los movimientos sociales y buscar tener relaciones más autónomas con respecto de la OEA. Se pasa así de países antes totalmente subordinados al neoliberalismo y a la OEA, institución panamericanista que propició iniciativas golpistas en Bolivia, y destituyentes en Venezuela; ahora tiene menos influencia en gobiernos que derrotaron democráticamente a las elites neoliberales, como Chile, Bolivia, Colombia, Perú, Argentina, México y Honduras. Por otro lado, se comienza a insinuar la voluntad de conformar un bloque que podría ser la CELAC para dar una sola voz a la región para el mundo.[11] Las próximas elecciones en Brasil, de ganar Lula, permitirían generar políticas públicas en favor de una mayor integración sudamericana y latinoamericana, sumando a México, un paradigma que intentaría ya no ser no solo anti-neoliberal sino pos-neoliberal. El liderazgo de México, país cuyos gobiernos hasta la llegada de AMLO estaban totalmente alineados con EEUU, se ha convertido en una suerte de líder regional. Asimismo, la salida de Argentina del Grupo de Lima, el cambio de situación observado en Venezuela y el nombramiento de un nuevo embajador en ese país muestran el fracaso de los intentos de desestabilización que se han sucedido hasta hace poco sobre el presidente Maduro. Paradojalmente, la necesidad de petróleo de EEUU lo ha llevado a tener que negociar con ese país. Todo ello, como señala Evo Morales, mostraría que “Estados Unidos ya no tiene la hegemonía sobre América Latina” que tenía antes. “[12].
vii) Los problemas económicos y sociales de EEUU y la UE que desataron la guerra en Ucrania (inflación y recesión) no son provisorios y van a tener impacto político electoral. Por un lado, porque la guerra parece tener una tendencia duradera y agravarse, la inflación se dispara, suben la tasa de interés, y se complican con ello a las economías de los países de la UE pero mucho más de los emergentes y endeudados. Esta situación de inflación, recesión, falta de suministro de gas y elevación del precio de los combustibles obligan a la UE a tener que hacer nuevas alianzas con países de África como Argelia. Asimismo, de cara a las elecciones de EEUU y de acuerdo a las primeras encuestas, la guerra no parece generar adhesiones y la alta inflación preanuncia una probable derrota de los demócratas. A su vez, el crecimiento de la derecha en la UE pone en evidencia el descontento con la pérdida de autonomía que han significado para la UE la subordinación total a la OTAN y las políticas implementadas por la socialdemocracia en los últimos años.
Al mismo tiempo, al recortar los volúmenes contratados de gas natural que Rusia suministra a Europa, su objetivo es evitar que los europeos almacenen suficientes suministros para el próximo invierno y aumentar los precios, creando dificultades económicas. En su discurso de junio en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, Putin dejó claro su razonamiento: “El empeoramiento de los problemas sociales y económicos en Europa” “dividirá sus sociedades” y “inevitablemente conducirá al populismo… y a un cambio de las élites en el corto plazo”.[13]
viii) Los problemas globales requieren una atención cooperativa para superarse y la continuidad del conflicto de Ucrania los obtura. Así, problemas estructurales como el cambio climático, las migraciones, la pandemia, la creciente desigualdad, la modificación del sistema financiero internacional, no pueden tomarse en un contexto de polarización entre dos mundos, entre Occidente y Asia, planteándolo EEUU como un conflicto civilizatorio en términos de Huntington.
Asimismo, la necesidad de una modificación de la ONU y/o de contar con derecho público internacional frente a la inexistencia del actual, de unas Naciones Unidas superadas por la realidad de un mundo que ha cambiado desde fines de los ‘40, pero no así las instituciones que surgieron en la posguerra, hacen que el multilateralismo esté bajo amenaza y supone un reto más difícil poder responder de manera efectiva a los desafíos que requieren de compromisos globales en un mundo que ahora es fragmentado.
En conclusión, vemos que el BRICS-plus y el G-7 serían los actores-bloques que expresarían las visiones más enfrentadas de la actual transición acerca de cómo resolver la guerra en Ucrania; de cómo debe ser el orden global, sus valores e instituciones y a quiénes debería beneficiar. Por un lado, el G-7 tiende a mantener la posición de la vigencia de las reglas actuales e instituciones del orden mundial vigentes como la OMC, FMI, su concepción democrática y ver como una amenaza los valores de países como China, es decir, mantener las cosas como están; mientras que los BRICS y emergentes buscan promover un orden global donde la cooperación reemplace a la confrontación, el desarrollo productivo a la especulación financiera, el principio de respeto mutuo al intervencionismo unilateral, la integración económica a las sanciones anacrónicas y la transferencia de tecnología, rompiendo los actuales bloqueos tecnológicos.
Pero lo cierto es que el bloque que se está fragilizando es el occidental, por su crisis inflacionaria, energética y política. En algún sentido, la UE está perdiendo parte de sus valores civilizatorios en tres ejes centrales: a) el de medio ambiente: han vuelto al carbón y a presupuestos para armamento; b) en el de derechos humanos: en el tratamiento de los migrantes en el Mediterráneo; c) y en el de la libertad de expresión: por la cultura cancelatoria que se ha constituido en sus medios.
2. La crisis global y su impacto en Argentina
Tecnología y soberanía. Estamos en una cornisa histórica de una transición del orden global -del unipolar al multipolar-, y bajo la influencia de un conflicto que genera grandes ganancias a las empresas de producción de armamentos, energéticas y de alimentos. También por sus efectos impacta sobre las cadenas de valor y una suerte de des-globalización. Al mismo tiempo, ello se produce junto a una nueva revolución industrial 4.0 que muestra a la tecnología como uno de los factores significativos de la actual reordenación del mundo. Si bien las capacidades tecnológicas han sido siempre un elemento de poder bajo el predominio de los países desarrollados, el alcance de tecnologías como la inteligencia artificial, el 5G, los microchips, el internet de las cosas entre otras, forman parte de la lucha geopolítica actual, como sucede aquí en la región, donde EEUU trata de evitar todos los intercambios con China de naturaleza tecnológica, financiera o de inversión en infraestructura, como se observa en el bloqueo inducido a la continuidad del programa nuclear argentino, Atucha IV y represas en el sur.
Los valores en disputa. Si bien la pandemia ha generado un nuevo humanismo que desde distintas vertientes apostaba a reducir las desigualdades, a promover la inclusión, reducir horas de trabajo, fortalecer la sociedad del cuidado y “el cuidado de la casa común”, y lograr una mayor solidaridad social, como lo ha señalado el Papa Francisco, la actual situación de inequidad, pobreza e impacto de la guerra lleva a los movimientos sociales y a CFK a impulsar un Salario Básico Universal (SBU). Es un momento de fuerte tensión económica, política y de lucha en valores con los factores de poder; donde se fomenta desde estos últimos una cultura de odio, se afirma la concepción absoluta de la propiedad privada y la evasión impositiva, la dolarización y fuga de capitales se aceptan como derechos naturales de la clase dominante. Asimismo, el rechazo a la solidaridad y a la progresividad impositiva también son expresadas por la oposición a las leyes sobre ‘renta inesperada’, proyecto que establece una sobrealícuota del impuesto a las ganancias para aquellas empresas que se habían visto beneficiadas por el alza de precios internacionales debido a la guerra en Ucrania; o la ley de imposición sobre la evasión y fuga de capitales para generar más equidad en el pago de la deuda.
Riesgos y oportunidades. Si bien la crisis está promoviendo otra estructura de poder mundial, ello no excluye los riesgos que esa misma transformación está generando en esta transición. Es decir, que estas mismas tendencias recrudecen las situaciones de crisis energética, alimentaria e inflacionaria en simultáneo y pueden llevar hasta la desintegración nacional de algunos países (como lo muestra el caso Sri Lanka); o, peor, ir a un conflicto nuclear como se está advirtiendo, si se siguen subiendo las apuestas de los actores y no se busca una negociación diplomática antes que promover una resolución militar del conflicto de Ucrania.
El riesgo para países como la Argentina es que, si bien por un lado, cuenta con recursos alimenticios, energéticos y minerales que podrían generar un horizonte promisorio e inclusivo para el conjunto de la población en un mediano plazo, a la vez, confronta día a día con el impacto inflacionario aumentado los precios de la energía y los alimentos que inciden sobre el deterioro del nivel de vida de la población vulnerable, junto a una estructura económica muy concentrada que apuesta a la devaluación, especulación y hasta a la desestabilización del gobierno nacional[14]. Esta visión confrontativa expresa las características polarizadas de un país en donde no se debaten políticas de más a la derecha o más a la izquierda, de más mercado o más Estado, sino que expresan la lucha entre dos modelos de país: uno de carácter neo-colonial, extractivista y de regreso a un neoliberalismo aún más duro; y el otro que intenta recuperar crecimiento, empleo, industrializar e incluir a la mayoría de la población.
En conclusión, tener una visión estratégica sobre este mundo en transición puede servir tanto para ver sus riesgos como también sus oportunidades, como ha sucedido en otras etapas de conflictos mundiales. Por un lado, puede ayudar a mejorar o generar las políticas públicas de integración regional y las alianzas globales más convenientes para los intereses nacionales. Y, en ese sentido, podría ser más aprovechado el Banco BRICS, en las actuales circunstancias de dilemática situación macroeconómica y de falta de reservas. También ayudar a fortalecer la unidad del Frente de Todos para promover políticas que eviten las presiones devaluatorias, reduzcan la inflación, mejoren los salarios y encuentren un camino de mayor regulación y control sobre sectores monopólicos como el de agro-negocios, el alimentario y el financiero, apoyados en medios hegemónicos y en la oposición en general. Resaltar, por último, la necesidad de salir de la ciclicidad que caracteriza a nuestra sociedad y explorar el diálogo sobre ideas básicas con sectores que, más allá del Frente, e incluso alguna parte de la oposición, puedan ayudar a generar acuerdos que fortalezcan la sustentabilidad económica y social de nuestra democracia.
[1] Como confesó el ex asesor de Seguridad de la Casa Blanca, John Bolton, el haber “ayudado” a planear golpes de Estado en distintos países. El diplomático norteamericano -que ocupó un cargo en el Ejecutivo de Donald Trump- no se ruborizó para reconocer la intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos de otras naciones. La confesión de un diplomático norteamericano: “He ayudado a planear golpes de Estado en otros países”, Página 12, 12-07-22. Esta prerrogativa imperial de generar golpes o desestabilizar países no confiables forma parte de lo que se considera ‘el destino manifiesto’ de EEUU, de tener que liderar al mundo. También expresado en ‘la excepcionalidad americana’, es el no puede aceptar que otro país pueda ser líder o más competitivo en algunos aspectos, o tener que negociar en mayor igualdad de condiciones.
[2] Como dice el economista Arnaud Bertrand en “Entre Guerras”: “Los occidentales solían pensar que la economía de Rusia era el equivalente de un pequeño país europeo: una estación de servicio disfrazada de país, como les gusta burlarse a los presidente estadounidenses. Tal vez nunca antes se había juzgado tan mal la importancia de una economía”.
[3] Hacia fines de mayo y con el apoyo del Financial Times –uno de los principales medios financieros–, Henry Kissinger expuso su preocupación por la estrategia oficial de escalar el conflicto.
[4] “Coquetear con la catástrofe, “Guerra, Estado y Nación en un mundo en crisis”, por Mónica Peralta Ramos , en El Cohete a la Luna, 03.07.2022
[5] Alberto Lopez Giraudo, “La guerra en Ucrania golpea más fuerte en las economías europeas”, en Tiempo Argentino, 10-07-22
[6] Mónica Peralta Ramos, op. cit.
[7] Santiago Cafiero se reunió en Indonesia con el consejero de Estado y Ministro de Relaciones Exteriores de la República Popular China, Wang Yi, quien le ratificó la voluntad de la potencia asiática para que Argentina entre al grupos de los BRICS. Y Wang Yi de Indonesia, confirmó formalmente el apoyo a la entrada de Argentina a las Brics, y puntualizó que nuestro país puede contribuir en este mecanismo a fortalecer y ampliar la voz en defensa de los intereses del mundo en desarrollo.
[8] Sabino Vaca Narvaja, “El ingreso a los Brics, con el apoyo de China”, Página 12, 08-07-22.
[9] Gustavo Girado, “La clave de la relación de América Latina con China es la complementariedad”; Eduardo Luis Aguirre dialogo en Multitud con el analista Gustavo Girado sobre China. http//derechoareplica.org
[10] “The Energy Crisis Will Deepen”, op. cit.
[11] Carol Proner, Cecilia Nicolini, Cláudia, Gonçalves de Lima, Pablo Gentili (coordinadores), ESTADO, POLÍTICA Y DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA, Buenos Aires (2022) 1º Edición, Buenos Aires: Escuela de Estudios Latinoamericanos y Globales, ELAG / Página 12, 2022.
Autores: Alberto Fernández, José Pepe Mujica, Dilma Rousseff, Elizabeth Gómez Alcorta, Álvaro García Linera, José Luís Rodriguez Zapatero, Alicia Bárcena, Eugenio Raúl Zaffaroni, ErnestoSamper, Manuela D`Ávila, Esperanza Martínez.
[12] Entrevista en Página 12, 13-07-22.
[13] Discurso del Pte. Putin, en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, junio de 2022, citado en; Daniel Yergin; “The Energy Crisis Will Deepen” (“La crisis energética se profundizará”); Proyect Syndicate, Jul 11, 2022.
[14] El extitular de la Federación Agraria Argentina (FAA) Pedro Peretti caracterizó este miércoles como “ideológica y golpista” la jornada de protesta del sector agropecuario en el país y el cese de comercialización de granos por 24 horas. Es la cuarta medida de fuerza similar desde que asumió Alberto Fernández. Se quejan por el desabastecimiento de gasoil, que semanas atrás comenzó a normalizarse. Pedro Peretti repudió el lock out de las patronales rurales: “Es parte de un golpe de Estado en cuotas”; Pag.12, 13-07-22
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