6/14/2022

nina

 

 

A lo largo de los años sesenta, Nina Simone aparece como esa intérprete prodigiosa que filtra y es capaz de reunir a la vez, Billie Holiday, Bob Dylan, Johan Sebastian Bach, Ray Charles, Jacques Brel o Miriam Makeba. Sus versiones de temas como Ne me quitte pas o My way pasan a la historia más emotiva del cancionero del siglo XX. Son los años en los que la cantante afirma su compromiso con los derechos civiles y su lucha contra la discriminación racial. Composiciones como Mississippi Goddam (censurada en la mayoría de las radios) expresan su rabia, su canto airado. Algunos de sus recitales se convierten en proclamas incendiarias ante un público blanco temeroso de acabar linchado al finalizar el concierto. Simone estará en el grupo de artistas, junto a Harry Belafonte, Joan Baez, Anthony Perkins, Peter, Paul & Mary y otros, que participa en la famosa Marcha de Selma (1965) promovida por Martin Luther King contra la discriminación racial. En su memoria bailan los fantasmas del pasado y el recuerdo de aquel concierto en el que tuvo que ver como sus padres eran desalojados de la primera fila y recluidos al final del teatro.

Después del asesinato de líder negro en 1968, Simone se alineará con las posiciones más radicales que promueven movimientos como los Black Panthers y activistas como Storkely Carmichael. Un compromiso que como la propia cantante señalará en su biografía, I Put A Spell On You (1992), acabó perjudicando su carrera y la empujó finalmente a dejar los Estados Unidos. Liberia, Suiza, Inglaterra y finalmente Francia, su país de adopción, señalan su itinerario a partir de la década de los setenta. A principios de los años 90 se le diagnostica trastorno bipolar y su nombre aparece en las páginas de sucesos cuando dispara a dos jóvenes a los que acusa de molestarla mientras descansaba en su jardín. La cantante moría en el año 2003 a la edad de 70 años a causa de cáncer.

Hoy, cuando su herencia musical y su compromiso artístico es reivindicado por las jóvenes generaciones del jazz y del soul, de Erykah Badu a Jamie Cullum, la voz de Nina Simone, esa mezcla siempre en tensión de gravedad y dulzura, se escucha más contemporánea que nunca.

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