12/03/2021

cómo dejar de ser un país “de espaldas”


El desafío de una Argentina marítima y bicontinental


La Iniciativa Pampa Azul plantea cómo dejar de ser un país “de espaldas” al mar para tener un proyecto que ponga a esa parte de nuestro territorio en el centro del desarrollo nacional.


“Hidrovía”, Canal Magdalena y Mar Argentino

Desde fines de 2020 se viene desarrollando a nivel nacional un creciente y profundo debate alrededor de la cuestión fluvial y marítima de nuestro país. A partir de la polémica por la mal llamada “hidrovía” del Río Paraná, se fue constituyendo un movimiento soberanista en torno a la “vuelta de los argentinos a nuestras aguas”. Sucedía en un país que se desarrolló “de espaldas” al mar y que, con la imposición del neoliberalismo periférico, desmembró las importantes capacidades que había construido en un complejo estratégico basado en el sistema de vías navegables, puertos, marina mercante e industria naval.

La polémica inició a raíz del decreto 929/20, que llamaba a una nueva licitación internacional en la concesión de la “hidrovía”, ante su vencimiento el 30 de abril de 2021. La medida daba marcha atrás con el lineamiento, anunciado en agosto del mismo año, para la conformación de un Consejo Federal (interministerial e incorporando a las provincias ribereñas) y una empresa estatal para gestionar la vía navegable.


Todo este movimiento puso arriba de la mesa del debate nacional una arista tapada pero fundamental y estratégica, que constituye una de las claves de nuestra dependencia o, en su reverso, la llave de nuestra autonomía: el saqueo que en toda la región del Cono Sur realizan las transnacionales, en asociación con grupos económicos locales, de ingentes recursos naturales (principalmente, soja y diversos minerales), extractivismo e ilícitos mediante.

Se fue constituyendo un movimiento soberanista en torno a la “vuelta de los argentinos a nuestras aguas”. Sucedía en un país que se desarrolló “de espaldas” al mar.

De este modo, en el marco de un gobierno de coalición, y dentro de las distintas fuerzas que componen el Frente de Todos, se ponía de manifiesto una disyuntiva determinante para la definición del proyecto de país (o modelo de desarrollo) que sostendrá este nuevo gobierno nacional-popular en la Argentina.

Fue así que se fue constituyendo en el movimiento nacional y en el campo popular de nuestro país una “patriada” en torno a desencadenar un proceso de rupturas posneoliberales, centrada en la recuperación del control estratégico sobre la principal vía de salida de las exportaciones del país, a la vez que centro de maniobras de contrabando, narcotráfico y otros ilícitos, según numerosas denuncias.

Luego, el gobierno nacional dispuso que se haría cargo transitoriamente (por un año) de la gestión del Paraná, mediante la Administración General de Puertos, aunque anunció también que más adelante se llamará a una licitación internacional. A la par, se activaban por esos meses las acciones estatales para darle inicio jurídico-administrativo a lo que será la construcción del estratégico Canal Magdalena, gracias al cual se podrían sortear los cuellos de botella logísticos para el transporte marítimo generados por la condición de Montevideo como puerto director de la Cuenca del Plata, e incluso se podría abrir la discusión de una posible nueva vía troncal de navegación integral para nuestro país, no exógena sino endógena, desde Chaco-Corrientes hasta la Antártida, articulando las cuencas del Plata y del Atlántico Sur.


También en ese 2020 signado por la pandemia se había dado un hecho de gran importancia para poder poner en pie el potencial marítimo nacional: en julio de ese año se produjo el relanzamiento de la Iniciativa Pampa Azul. Este ambicioso programa interministerial e interinstitucional había sido creado en 2014, hacia fines del segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, para buscar instalar, por primera vez, al Mar Argentino en el centro de la agenda de desarrollo del país.


El Mar Argentino es uno de los más extensos y productivos del planeta. Su biodiversidad es única.

Luego de sufrir el desfinanciamiento, desarticulación y desatención de todo lo que fuera ciencia y tecnología en el corto pero potentísimo interregno neoliberal signado por la gestión de Cambiemos, se volvía a afrontar el desafío de poner en juego los importantes recursos y capacidades científico-tecnológicas nacionales en función de un desarrollo sostenible, soberano y seguro de nuestro mar.

Una de las áreas geográficas que ese programa señala como prioritarias es, de hecho, el sistema fluvio-marino del Río de la Plata, vía de entrada y salida de la Cuenca del Plata. El programa cuenta también con otras cuatro áreas de ese tipo, junto con un novedoso paradigma de articulación interinstitucional estatal (de los más importantes de nuestra historia) y de vinculación ciencia-política-sociedad.

La cuestión marítima

El hecho de que nuestro país se haya desarrollado “de espaldas” al mar puede parecer un absurdo, al contar con el octavo litoral marítimo en extensión a nivel mundial, con 4.725 km de costa (considerando solo el litoral atlántico del continente sudamericano), y la segunda plataforma continental (submarina) del mundo. En efecto, el Mar Argentino es uno de los más extensos y productivos del planeta, con una biodiversidad única e importantes recursos o bienes naturales: ictícolas, hidrocarburíferos, minero-metalíferos, genéticos, entre otros. Se trata de cerca de 6.580.000 km2, más del doble del territorio soberano emergido de nuestro país.

El desarrollo histórico argentino se centró desde sus inicios en la Pampa Húmeda (esa pampa verde en la cual se inspira, por contraposición, la Iniciativa Pampa Azul), en base a su gran potencial agropecuario y a merced de los intereses que lograron imponerse en las guerras civiles pos independencia: la burguesía comercial de la ciudad-puerto, Buenos Aires, los terratenientes de la Pampa Húmeda, los aliados británicos y otros actores.

El desarrollo histórico argentino se centró desde sus inicios en la Pampa Húmeda (esa pampa verde en la cual se inspira, por contraposición, la Iniciativa Pampa Azul).

Era clara desde el vamos la importancia de los ríos interiores, como atestiguan los históricos conflictos en torno a los beneficios de la aduana, y la pugna con el Reino Unido y Francia por el control del Paraná, a mediados de siglo XIX. Sin embargo, la preocupación por el Mar Argentino llegó luego.

Los primeros relevamientos de carácter científico (hidrográficos, meteorológicos, mareológicos) se llevaron a cabo avanzado el siglo XIX, y quienes usufructuaban este potencial eran las corporaciones pesqueras del exterior. Fue la corriente nacionalista de las Fuerzas Armadas, en especial, la pionera en resaltar la importancia estratégica del mar para nuestro país y encabezar las acciones para su usufructo. En 1916, el vicealmirante segundo Storni publicaba Intereses argentinos en el mar, una de las obras fundacionales de la geopolítica argentina. Recobrando su legado, desde 2004, cada 16 de julio se celebra el Día de los Intereses Argentinos en el Mar, en conmemoración del aniversario de su nacimiento.


La industria naval (“madre de industrias” o industria industrializante) sería desarrollada desde los años 30/40 bajo el “Estado empresario”, tras una concepción asentada en la defensa nacional, según la visión de aquella corriente y de sectores técnicos, profesionales y obreros. Se trata de una industria que genera empleo especializado directo e indirecto, fomenta en la población la adquisición de conocimientos técnicos y universitarios, y moviliza como consumidor las industrias siderúrgicas del acero, fundiciones de cobre, aluminio y metalmecánica en la fabricación de piezas y motores.

El lema de Pampa Azul propone “el conocimiento científico al servicio de la soberanía nacional”.

A mediados del siglo pasado, Argentina llegó a ser la quinta potencia marítima comercial a nivel mundial, en base a un gran crecimiento del sector luego de las nacionalizaciones de los puertos y el comercio exterior realizadas en el gobierno de Juan Domingo Perón. Se concebía entonces a la marina mercante como medio de independencia económica y motor industrializador.

Sin embargo, el neoliberalismo periférico instaurado en los años 70, y profundizado en los 90, debilitó y desarticuló tales capacidades, colocando a la nación en un estado de gran indefensión, en favor de un proyecto primario-exportador y plaza de valorización financiera. En el marco del Consenso de Washington, se expulsó a nuestro país de las aguas.

Es un hecho relevante que, mientras todas las empresas del Estado fueron privatizadas en los 90, nuestra línea de bandera en el transporte fluvio-marítimo, Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA), directamente desapareció. No fue cedida a un privado, sino que los buques se desecharon y desguazaron, y se entregaron todas las rutas marítimas, a partir de lo cual se llevó a cabo una enorme concentración del mercado logístico. Producto de todo ello, se observa cada vez menor capacidad de navegación y una flota de mar obsoleta.

En la actualidad, la desatención por nuestras aguas incluye todo lo vinculado con el transporte marítimo y fluvial; los ríos, los glaciares, los humedales, las reservas subterráneas de agua e incluso la pesca y la acuicultura. Resulta esto un indicador clave de la dependencia, periferialización y subordinación nacional.

El neoliberalismo periférico instaurado en los años 70, y profundizado en los 90, colocó a la nación en un estado de gran indefensión, en favor de un proyecto primario-exportador y plaza de valorización financiera.

Por nuestra extensa red de puertos marítimos y fluviales, vías navegables y servicios logísticos fluye el 87% del comercio exterior del país, mientras el 90% de lo que pescan los productores nacionales es exportado sin valor agregado. El sector marítimo representa un muy bajo porcentaje de la economía nacional: alrededor del 1,5% del PBI, concentrado a su vez en la actividad pesquera. El rubro supone, a la par, el 3% de las exportaciones argentinas (contando productos primarios y manufacturas de origen agropecuario). Este tipo de carne, poco valorada en la cultura alimentaria nacional, podría ser un poderoso instrumento para paliar el hambre de un pueblo con un alarmante 42% de pobreza, un elemento en torno al cual se han desplegado en los últimos tiempos valiosas campañas.


Dimensión geopolítica

Resulta imposible no considerar en este punto la geopolítica del Atlántico Sur, sobresaliendo la amenazante presencia británica a raíz de su asiento estratégico en las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, con sus espacios marítimos circundantes, y su proyección (y pretensión) sobre la Antártida.

Desde el Informe Shackleton de 1976, el Reino Unido tomó conciencia de las grandes riquezas económicas que alberga toda el área de las islas del Atlántico Sur, y desde su victoria en la guerra de 1982 y los Acuerdos de Madrid de 1990/91 (los “tratados de rendición” argentina de la guerra) no dejó de avanzar en la ocupación militar y comercial-económica efectiva en toda la zona.

La gran relevancia geoestratégica de esta área está dada también porque permite el control del paso bioceánico Atlántico-Pacífico Sur y representa un punto de proyección hacia la Antártida (como “puerta de entrada” y base de reabastecimiento). Mucho más, cuando el Canal de Panamá está quedando obsoleto, tanto por la disminución en el caudal, producto del cambio climático1, como por el tamaño de los nuevos buques portacontenedores2.

La gran relevancia geoestratégica de esta área está dada también porque permite el control del paso bioceánico Atlántico-Pacífico Sur y representa un punto de proyección hacia la Antártida.

Es por ello que constituye también un poderoso enclave colonial-militar, al ser Malvinas una de las zonas más militarizadas del mundo, con su complejo de bases de Mount Pleasant como el más importante de toda América Latina. El mismo Storni fue de los primeros en alertar que las Islas Malvinas en manos foráneas son como una pistola gigantesca apuntando al corazón del país.

A la par, el Mar Argentino y el Atlántico Sur están siendo sistemáticamente ocupados por flotas pesqueras extranjeras, principalmente españolas, chinas, taiwanesas y coreanas, que llevan a cabo una actividad ictícola predatoria, no regulada y no reglamentada, tanto por fuera como por dentro de la Zona Económica Exclusiva de nuestro país, desde su asiento en la remanida “milla 201”.

Frente a esta situación, se hace imprescindible profundizar las mejoras de las últimas décadas en la capacidad de control, y el despliegue y poder de disuasión en toda esta rica zona en conflicto, así como el efectivo aprovechamiento de las nuevas tecnologías. Para ello, se requiere la urgente reactivación de la industria naval, la marina mercante y los astilleros de carácter nacional, donde otrora fuimos potencia. A esto se deben sumar las capacidades científico-tecnológicas actuales, como las que proveen los sistemas de observación y monitoreo satelital, como el empleado por la Prefectura Naval Argentina, en sinergia con la utilización de inteligencia artificial, para una eficiente defensa de nuestro país y su territorio marino.

El despliegue marítimo y fluvial está directamente ligado, a su vez, a las posibilidades de desarrollar la presencia y las actividades científicas y logísticas en la Antártida, una de las formas en que se dirimirá la soberanía de nuestro país en el “sexto continente”. La Antártida representa el último territorio terrestre por conocer para el ser humano, y se estima como el reservorio de más de las tres cuartas partes de agua dulce del mundo (esencial y de futura escasez en el presente siglo), además de las estimaciones que se hacen sobre sus importantes recursos energéticos y una biodiversidad de gran valor, con potencial industrial y tecnológico.


Toda esta situación da lugar, a su vez, al enorme desafío de resignificar la conciencia territorial nacional, pasando de una mirada centrada en el sector continental emergido a una nueva identidad estratégica nacional que incluya los espacios menos conocidos por nuestro pueblo: una Argentina bicontinental, austral y fluvio-marítima. La ausencia de conciencia marítima se traduce en una gran dificultad geopolítica, que opera en contra de la soberanía nacional.


El despliegue marítimo y fluvial está directamente ligado, a su vez, a las posibilidades de desarrollar la presencia y las actividades científicas y logísticas en la Antártida.

Para hacer frente a este gran desafío, en los últimos tiempos se dieron importantes medidas. En primer lugar, la labor de la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA), una gran política de Estado que desde 1996 elaboró estudios multidisciplinarios para conocer la verdadera extensión marítima de nuestro amplio territorio y que en 2009 presentó sus resultados ante la Comisión del Límite Exterior de la Plataforma Continental (CLPC). Este órgano científico, integrado por 21 expertos internacionales de reconocido prestigio, fue creado por la Convención sobre Derecho del Mar (CONVEMAR) de las Naciones Unidas, con el objetivo de resolver estas cuestiones3. Al año siguiente, se sancionó la ley N° 26.651/10, que establece la obligatoriedad del uso del mapa bicontinental de la República Argentina. Finalmente, en 2014, como se dijo, fue creada la Iniciativa Pampa Azul, uno de cuyos objetivos se refiere a acrecentar la conciencia marítima argentina y desarrollar una estrategia basada en ciencia para dar la disputa real y simbólica sobre nuestra soberanía en el Atlántico Sur.

Pampa Azul: nacimiento y “glaciación”


Según un estudio prospectivo realizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCyT) entre 2013 y 2015, y presentado en 2017 bajo el título de Horizontes estratégicos para el Mar Argentino, el aporte del sector marítimo al PBI podría alcanzar para 2030 entre el 10% y el 15% si se realizara una mayor inversión en investigación, innovación tecnológica y desarrollo productivo.

En este contexto nació la Iniciativa Pampa Azul, un programa de exploración e investigación científica estratégica y de articulación interministerial e interinstitucional nacional, enfocado en el Mar Argentino. Ideada como una política de Estado pensada a 10 años, su espíritu está expresado en su lema: “El conocimiento científico al servicio de la soberanía nacional”. Se trata de un programa de gran potencial para el país, tanto en el plano económico como en el geopolítico y el ambiental. Ya 2015, se buscó instituir esta política y garantizar su sostenimiento mediante la sanción de la ley 27.167/15, de creación del Programa Nacional de Investigación e Innovación Productiva en Espacios Marítimos Argentinos (PROMAR), el cual contemplaba un fondo específico para financiarse, con un monto mínimo inicial de $250 millones.

Tradicionalmente, el estudio del Mar Argentino se desarrolló a través de distintos centros de investigación del país, aunque de manera fragmentada. La clave de Pampa Azul se basa en la construcción de una mirada común sobre el mar y sus costas, y en la integración entre el conocimiento científico, el desarrollo tecnológico y la innovación productiva.


En el gobierno de Macri, el programa no escapó al ajuste del sector de ciencia y tecnología.

Para ello, resulta clave su novedoso diseño interinstitucional, coordinado por un Comité Interministerial conducido por el MINCyT, el cual tiene a cargo el diseño y la implementación de un plan estratégico estructurado sobre tres grandes ejes: 1) promover la generación de conocimientos científicos interdisciplinarios que sirvan como fundamento para la preservación y el manejo sustentable de los recursos marinos; 2) impulsar innovaciones tecnológicas que contribuyan al fortalecimiento de las industrias vinculadas al mar y al desarrollo económico de las regiones marítimas argentinas; y 3) promover en la sociedad mayor conciencia sobre su patrimonio marítimo y el uso responsable de sus recursos.

Ya con el gobierno de Mauricio Macri, Pampa Azul no escapó al ajuste que sufrió todo el sector de ciencia y tecnología. Si bien se podría pensar, a priori, que el desfinanciamiento obedeció a la crisis cambiaria desatada en 2018, ya en 2017 –único año de crecimiento de la economía en el período macrista– la asignación presupuestaria alcanzó tan solo un 4% del monto nominal previsto en 2015, dando cuenta de la intención de paralizar o desactivar el programa. Por esto es que algunos investigadores históricos de la iniciativa hablan del inicio de una “Era del Hielo”.

De 2016 y 2019, lo destinado mediante el Presupuesto Nacional osciló entre los $100 y $140 millones, aunque por otras vías a las estipuladas. De este modo, durante los cuatro años de gestión del gobierno de la alianza Cambiemos se incumplió de forma sistemática con lo establecido por la ley PROMAR.


El relanzamiento

En la etapa de renacimiento de la Iniciativa Pampa Azul, que tiene lugar desde julio del año pasado, se planteó una hoja de ruta interministerial 2020-2023 centrada en tres puntos: 1) fortalecer el sistema de ciencia y tecnología para contribuir a las políticas públicas relacionadas con el mar; 2) fortalecer las capacidades interinstitucionales de I+D+i (la “i” refiere a la innovación) con perspectiva federal; y 3) avanzar en la agenda de temas estratégicos para esta nueva gestión, que contribuyan tanto a la soberanía y seguridad nacional como al desarrollo social, económico y ambientalmente sostenible, con foco en la innovación tecnológica, la inclusión social, la protección de los bienes naturales marinos, la integración de los entornos marino y costero, y la perspectiva de género.


En la etapa de renacimiento de la Iniciativa Pampa Azul, que tiene lugar desde julio del año pasado, se planteó una hoja de ruta interministerial 2020-2023.

También se ha impulsado desde el MINCyT un Programa de Ciencias del Mar que pone el foco en esta apuesta por la articulación y coordinación de capacidades y recursos que tiene el país, vinculadas de forma directa o indirecta con las ciencias del mar.

Otro ítem de la actual gestión tiene que ver con la cooperación internacional, buscando articular programas nacionales de investigación con iniciativas internacionales, además de impulsar la participación nacional en programas bi y multilaterales, y fomentar el intercambio de investigadores y capacitación en recursos humanos con otros países.

Aparece aquí un punto relevante con la creación en 2020 de una Comisión Binacional Argentina-Chile de Cooperación en Investigación Científica Marina Austral. Como se suele señalar, ambos países cuentan con poco poder y margen de maniobra para actuar por separado frente al complejo juego geopolítico que involucra al Atlántico Sur y la Antártida, por lo cual resulta fundamental el accionar conjunto, bajo una mirada regional suramericana. Las recientes tensiones con el país limítrofe, por caso, se deberían zanjar de forma diplomática bilateral, sin comprometer el vínculo estratégico.

Un futuro de desafíos

Con el primer presupuesto íntegramente redactado y presentado por el actual gobierno nacional, y aprobado por el Congreso, los fondos destinados a la ley PROMAR alcanzaron casi los $283 millones, superando el mínimo estipulado por esta normativa. Así, y con estos fondos, se discutió en el Comité Interministerial de la Iniciativa Pampa Azul, para luego ser aprobado por el Consejo de Administración que prevé la ley, la asignación de los fondos a ser ejecutados durante el 2021. Hoy están en desarrollo las siguientes líneas:


● Se financiaron dos campañas oceanográficas, una al Área Geográfica Prioritaria Agujero Azul/Talud Continental (noviembre de 2021) y otra al Golfo San Jorge (pospuesta para 2022 por razones sanitarias).

● Se están reparando tres de los buques de la flota de Pampa Azul: los ARA Austral y Puerto Deseado, y el motovelero Dr. Bernardo Houssay. También se está equipando el ARA Almirante Irízar.

● Se conformó la “Red de Redes”, primer sistema integrado de observación y monitoreo costero-marino de largo plazo del país. Lo conforman las redes de Observación Marina y de Investigación de Estresores Marinos – Costeros en Latinoamérica y El Caribe, y las Estaciones de Monitoreo Ambiental Costero, junto a organismos como el Servicio Meteorológico Nacional y el Servicio de Hidrografía Naval, entre otros.

● Se financió la primera convocatoria a Proyectos de Investigación y Desarrollo Tecnológico en el marco de la Iniciativa Pampa Azul, con 99 propuestas que están siendo evaluadas por una comisión asesora de expertos.

● Se desarrolló y puso en marcha el Programa de Formación de Recursos Humanos en disciplinas de la ciencia afines a la Iniciativa Pampa Azul.

● Se financió un proyecto piloto de turismo científico para Península Valdés (Chubut), junto al Ministerio de Turismo y Deportes de Nación. El objetivo es establecer la conectividad en toda el área protegida y desarrollar una aplicación para dispositivos móviles que permita una experiencia turística mucho más rica, diversa y basada en conocimientos científicos.

Resultará clave a futuro la articulación con el desarrollo de la industria naval nacional. El gobierno ha dado pasos en esta dirección.

A su vez, en función de los desafíos que se han planteado hasta aquí, resultará clave a futuro la articulación con el desarrollo de la industria naval nacional. El gobierno ha dado pasos en esta dirección, tanto al definir a esta industria como un sector estratégico, poniendo a disposición líneas de crédito específicas, como con el flamante Fondo Nacional de Defensa argentino (FONDEF).

Resta aún mucho camino para recorrer y son fuertes las pujas con los sectores que usufructúan la indefensión y subordinación nacional, como se vio respecto al Régimen de Promoción y el Fondo para el Desarrollo de la Industria Naval Nacional (FODINN). Estas herramientas fueron establecidas por la Ley de Marina Mercante Nacional e Integración Fluvial Regional (Nº 27.418/17), gracias a una histórica lucha sindical y social, pero Macri los eliminó por DNU meses después. Hoy, legisladores oficialistas han vuelto a plantear su creación.

Por otro lado, se presentan múltiples desafíos para ser abordados desde una propuesta como Pampa Azul. Uno es resolver la cuestión de la conectividad para la transmisión de datos de forma remota, aprovechando nuestras capacidades como desarrolladores de alta tecnología, por ejemplo, la satelital. Aquí, el trabajo articulado por ARSAT pareciera ser el camino. Además, el desarrollo y la gestión de grandes bases de datos (big data) se presenta como un verdadero cuello de botella para las ciencias y la gestión de los ambientes marinos, donde urge poner en valor toda la capacidad de articulación entre el sector científico-tecnológico de las TICs, los empresarios y el Estado. Por último, una tarea pendiente, y que también podría surgir de una plataforma como esta, es la generación de un plan estratégico para aumentar el consumo de productos de mar (pescado y mariscos).

Será solo a través de una iniciativa como Pampa Azul que la Argentina podrá ir avanzando en su derrotero hacia la condición de país marítimo, fluvial, austral y bicontinental, llenando de sentido el significante de “soberanía”, con el conocimiento científico a su servicio. Que se vuelva una política de Estado depende de todos nosotros, ciudadanos y ciudadanas informadas que componen una comunidad organizada tras un objetivo común. Que así sea.

Notas
1 – Ver https://www.mascontainer.com/canal-de-panama-y-el-cambio-climatico-por-maria-soledad-valdebenito/
2 – Ver https://www.nytimes.com/es/2021/04/01/espanol/canal-suez-contenedores.html
3 – En 2016-2017, el CLPC de la CONVEMAR resolvió a favor de la posición argentina, aunque postergó la consideración correspondiente a la zona de Malvinas, islas y espacios marítimos del Atlántico Sur, así como también del sector antártico, debido al conflicto de soberanía sobre esas áreas. En 2020, con el nuevo gobierno de Alberto Fernández, el Congreso aprobó por unanimidad una ley que actualiza el límite exterior de la plataforma continental más allá de las 200 millas.

* Julián Bilmes es becario doctoral del CONICET, especializado en geopolítica, soberanía y desarrollo.
* Juan Emilio Sala es investigador del CONICET, especializado en sistemas socio-ecológicos costero-marinos y ecología política. Coordinador del Consejo Asesor Científico del MinCyT para la Iniciativa Pampa Azul. Las opiniones expresadas aquí por este autor son estrictamente personales y no necesariamente reflejan a las instituciones que representa.

Publicado en el número 54 de Contraeditorial.

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